Un delicado misterio
La pel¨ªcula de la semana pasada, Mujeres, basada en una comedia bastante banal, pero afrontada por su realizador como un ejercicio de estilo, casi el rizo de un rizo en el arte de la contenci¨®n, la mesura y la transparencia, fue para George Cukor un ensayo general y una antesala para otra comedia de m¨¢s vuelos y posibilidades, Historias de Filadeffla -escrita para el teatro por Philip Barry y reelaborada para el cine por Donald Odgen Stewart-, que realiz¨® un a?o despu¨¦s, en 1940. En ella, el cineasta puso en tensi¨®n m¨¢xima su vasta e intensa experiencia del teatro y, en concreto, de la parte de ¨¦sta que m¨¢s y mejor le defini¨® como hombre de cine, que es la direcci¨®n de actores o, si se quiere, el dominio del t¨² a t¨² de la mirada de la c¨¢mara con ese sutil espacio, la escena, donde la conducta fisica y ¨¦tica del actor se hace expresividad total.Desde este aspecto, Historias de Filadeffla es un filme de apabullante maestr¨ªa, en el que culmina la rica relaci¨®n profesional entre este director y una actriz de dotes y talento insuperables, Katharine Hepburn, relaci¨®n de la que han quedado, entre otros hitos, Doble sacrificio, en 1932; Las cuatro hermanitas, en 1933; La gran aventura de Silvia, en 1935; Vivir para gozar, en 1938, y La costilla de Ad¨¢n, en 1949. La gran Hepburn, actriz que abarca en sus creaciones desde los registros m¨¢s sobrios a los m¨¢s barrocos, desde los m¨¢s solemnes a los m¨¢s desacralizados, desde los m¨¢s c¨¢lidos y emotivos a los m¨¢s hilarantes e incluso fr¨ªos, alcanz¨® con Cukor un punto de encuentro de todos y cada uno de sus innumerables acordes interpretativos: toda Hepburn, una mujer ilimitada, est¨¢ en Historias de Filadelfia. ?C¨®mo Cukor se las arregl¨® para capturar en el peque?o rect¨¢ngulo de la pantalla a este inabarcable mar humano? He aqu¨ª uno de esos delicados misterios que pu¨¦blan el lado glorioso de la historia del cine.
Historias de Filadelfia se emite a las 21
35 por la primera cadena.
Alrededor de Hepburn -en su personaje de Tracy Lord- se mueven, en Historias de Filadelfia, dos actores de gran talla: Cary Grant -su antiguo marido, Dexter Haven- y James Stewart -el periodista Macaulay Connor-. Ambos hilaron tan fino en este filme que optaron al oscar de interpretaci¨®n del a?o, que finalmente se llev¨® Stewart. Se trata de dos actores muy expertos y de personalidad muy diferenciada, pero apoyados en t¨¦cnicas casi opuestas. Pues bien, Hepburn. les da por igual la r¨¦plica -como se la da a su vez a Roland Young y al resto del reparto- con tal sentido del desdoblamiento que alcanza un perfecto ajuste frente a cada actor, frente a cada otro, siendo distinta con cada uno de ellos sin dejar de ser f¨¦rreamente la misma ante el espectador, es decir, ante s¨ª misma. La comedia tiene mucho encanto, y bajo este encanto, si se mira con detenimiento, hay todo un concierto de virtuosos en el arte de representar. Nadie parece destacar sobre nadie, y ah¨ª radica la inteligencia aglutinadora de Cukor, capaz de dar aspecto de cristal transparente o de fluencia espont¨¢nea a un filme en realidad elaborad¨ªsimo, como lo es todo verdadero ejercicio de la inteligencia.
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