Los limites de la soberan¨ªa
LA VISITA del Presidente del Gobierno a Estados Unidos aparece, m¨¢s a¨²n despu¨¦s de haberse celebrado, como algo inevitable. Felipe Gonz¨¢lez ha expresado en repetidas ocasiones -antes, durante y despu¨¦s de la campa?a electoral- su vocaci¨®n occidentalista, perfectamente compatible con sus discrepancias acerca de la estrategia adoptada por la Administraci¨®n Reagan para frenar lo que considera tendencias expansionistas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En el caso del Presidente del Gobierno espa?ol, siempre se ha mantenido la articulaci¨®n entre el acuerdo fundamental acerca de las dimensiones hist¨®ricas del enfrentamiento Este-Oeste y las discrepancias respecto a las formas de defender los valores de la democracia y de luchar, a la vez, por la distensi¨®n internacional y la causa de la paz.Ha habido di¨¢logo en Washington, pero quiz¨¢ tambi¨¦n algunos mon¨®logos entre los dos conversadores: sobre Gibraltar, sobre Marruecos, sobre Israel. Y algunos silencios, especialmente sobre Latinoam¨¦rica. Ronald Reagan y Felipe Gonz¨¢lez se han mostrado p¨²blicamente de acuerdo en apoyar los reg¨ªmenes de libertades, sinanalizar las contradicciones entre esa doctrina y la actitud internacional norteamericana, y han recalcado, en sus contactos con invitados y periodistas, el valor cl¨¢sico de las palabras amistad, alianza, ayuda mutua, solidaridad. Reagan no ha renunciado a su conocida descripci¨®n del estado cr¨ªtico del mundo, ni a sus apelaciones a la necesidad de fuerza y energ¨ªa, a la menci¨®n de la amenaza sovi¨¦tica. Felipe Gonz¨¢lez, adem¨¢s de afirmar la soberan¨ªa del r¨¦gimen espa?ol y de subrayar la juventud de su democracia, ha utilizado la palabra "paz", ha deseado para todos los pa¨ªses "pluralisino y progreso" y, sin temor al desgaste de la frase, ha manifestado su decisi¨®n de "estrechar lazos". Si bien se mira, ninguno de estos mon¨®logos contradice al otro. Y parece justa la impresi¨®n de que ambos presidentes han sellado un pacto de colaboraci¨®n que garantice al tiempo la estabilidad pol¨ªtica espa?ola y las concepciones sobre Europa de la Administraci¨®n americana, dificilmente conciliables con un no alineamiento de Espa?a.
El Gobierno espa?ol ha simultaneado la presencia del presidente del Poder Ejecutivo, sus ministros y su s¨¦quito, con una "campa?a de imagen", dise?ada de acuerdo con moldes que suelen utilizar pa¨ªses menores: unas p¨¢ginas especiales en el Wall Street Jourrial, unas utilizaciones de espacio en la televisi¨®n. Pero la imagen de un pa¨ªs no la crea solo la publicidad o la propaganda, sino los actos de gobierno y el trabajo a lo largo del tiempo de su servicio diplom¨¢tico. Puede que l¨¢ entrevista de Gonz¨¢lez con Reagan, y las de los ministros con sus hom¨®logos, hayan contribuido a proporcionar, por lo menos, un adecuado reflejo de las realidades espa?olas, de lo que es posible y no lo es, lo mismo en la econom¨ªa que en la pol¨ªtica exterior. Y esas charlas habr¨¢n permitido al Presidente del Gobierno formarse una idea clara acerca de lo que la Administraci¨®n Reagan considera indiscutible en la conducta internacional de sus aliados. Si al panorama de la defensa y seguridad a?adimos el de la econom¨ªa y las finanzas internacionales, que entretuvo la jornada neoyorquina del presidente, este volver¨¢ hoy a Espa?a con el conocimiento n¨ªtido de los l¨ªmites de nuestra soberan¨ªa ante la geoestrategia de los bloques. Es esencial por eso que las hipotecas y condicionamientos que nuestro pa¨ªs tenga que asumir no impliquen en ning¨²n caso obligaciones indeseables. Y en este punto la salvaguardia de la no nuclearizaci¨®n espa?ola debe hacerse a toda costa, en el sentido literal de la expresi¨®n.
Un viaje como este ayudar¨¢ al dise?o de nuestra pol¨ªtica internacional, que no. puede ser materia de concili¨¢bulos y misterios, y menos a¨²n expresarse en ese doble lenguaje del que es aventajado disc¨ªpulo Fernando Mor¨¢n, sino que debe ser explicada a la sociedad y debatida en el parlamento. El presidente del Gobierno tiene laobligaci¨®n de comparecer ante el Congreso para participar en el anunciado debate sobre pol¨ªtica exterior y reducir en la medida de lo posible, los enormes m¨¢rgenes de incertidumbre o contradicci¨®n en los que se ha movido la diplomacia espa?ola durante los ¨²ltimos meses.
La noticia m¨¢s importante del viaje es el anuncio por Felipe Gonz¨¢lez de que el refer¨¦ndum sobre las relaciones de Espa?a con la OTAN se realizar¨¢ en 1985. Esa decisi¨®n acaba con la insoportable ambiguedad creada durante las ¨²ltimas semanas por los mensajes contradictorios emitidos desde distintos medios oficiales. Pero lo primero que debe hacer ahora el gabinete es explicar la cuesti¨®n como es debido a la opini¨®n p¨²blica. Tras la precipitada y vergonzante manera en que se llev¨® a cabo la firma del Tratado del Atl¨¢ntico Norte por el Gobierno
de Calvo Sotelo, la pregunta que el Presidente del Gobierno, ejerciendo las atribuciones que le concede el art¨ªculo 92 de la Constituci¨®n, someta a los ciudadanos no podr¨¢ versar ya obviamente sobre la entrada de Espa?a en la OTAN, pues nuestro pa¨ªs es ya miembro de pleno derecho de la organizaci¨®n. La consulta tendr¨¢ que referirse a la eventual salida de Espa?a de la OTAN. Pero como resultado de este viaje es tambi¨¦n posible que se haga m¨¢s bien sobre las diferentes modalidades o condiciones de nuestra permanencia en su seno, posiblemente relacionadas con cuestiones de pol¨ªtica exterior de otra
naturaleza. 0 sea que el anuncio del presidente ng despeja en realidad nada mientras quede la gran inc¨®gnita de cu¨¢l sea la disyuntiva que proponga a los espa?oles.
El precedente de la castastr¨®fica estrategia adoptada por el Gobierno Su¨¢rez en el refer¨¦ndum andaluz ser¨¢ sin duda tenido en cuenta por los socialistas. La recomendaci¨®n de voto depender¨¢ de la naturaleza de la propia pregunta, que guardar¨¢ relaci¨®n, a su vez, con las expectativas del ingreso de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea y con los progresos realizados en la b¨²squeda de una salida negociada para el litigio de Gibraltar. El abandono de la OTAN, la plena integraci¨®n en la organizaci¨®n militar o la b¨²squeda de f¨®rmulas flexibles de colaboraci¨®n depender¨¢n, as¨ª pues, de la evoluci¨®n de los acontecimientos en los pr¨®ximos dos a?os.
Claro que dos a?os pasan muy deprisa y la tarea de informar a la opini¨®n p¨²blica y de abrir un gran debate nacional, dentro y fuera del parlamento, acerca de las opciones que se ofrecen en el campo internacional a la Espa?a democr¨¢tica no puede demorarse a la espera de acontecimientos exteriores. Felipe Gonz¨¢lez tiene que saber que el rechazo de la OTAN por los espa?oles es tan obvio seg¨²n todos los sondeos que un voto afirmativo a la permanencia, aun si es un voto resignado, no ser¨¢ nada f¨¢cil de obtener. El problema es que las exigencias americanas en este punto parecen del todo inflexibles.
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