El castillo sevillano de San Jorge o el saber de piedras milenarias
En la orilla derecha del Guadalquivir, los restos del castillo de San Jorge de Triana han reaparecido de la mano de una fuerte pol¨¦mica. El origen de tal discusi¨®n radica en un plan de remodelaci¨®n y reforma del mercado de abastos que inici¨® sus actividades en el interior del ya ruinoso edificio, habilitado para tales menesteres en el a?o 1824.
Un proyecto de nueva planta, que pretende llevar adelante el Ayuntamiento; obras que, de realizarse tal y como han sido concebidas, constituir¨ªan una grav¨ªsima agresi¨®n a un extraordinario legado cultural que no s¨®lo pertenece a Sevilla, sino tambi¨¦n al resto de la naci¨®n. Asimismo, alejar¨ªan definitivamente toda posibilidad de clarificar la historia de una fortaleza cuyas piedras fueron acumulando durante m¨¢s de ocho siglos el saber de tan dilatada existencia.Su celebridad la debe a un triste pasado inquisitorial (1482-1785). De no haber sido por esa penosa circunstancia, qu¨¦ duda cabe, su recuerdo no se habr¨ªa mantenido tan candente en la memoria del pueblo sevillano. Y, por otra parte, fue precisamente esta misma circunstancia la que enterr¨® en el olvido sus m¨¢s largos y brillantes a?os como guarda y defensa de Sevilla, en el arrabal de Triana.
Muy poco conocemos de su historia. Nada cierto de sus or¨ªgenes, que permanecen a¨²n en la oscuridad. Hasta el presente, su estudio se ha visto dificultado, en parte; por la carencia de fuentes documentales; en parte, por los problemas que surgen ante la necesaria y sistem¨¢tica exploraci¨®n a la que tendr¨ªa que ser sometido el recinto.
Sin embargo, hoy por hoy, contamos con una valiosa fuente de informaci¨®n. Corresponde a los a?os en que el viejo baluarte militar se vio transformado en un tribunal de la Inquisici¨®n, c¨¢rcel de disidentes y vivienda para el personal inquisitorial, sus familias y servicio. Unos documentos que no s¨®lo pueden arrojar nueva luz sobre la trascendental instituci¨®n, sino que, adem¨¢s, podr¨ªan ayudar a resolver la revolucionaria hip¨®tesis planteada por Juan Eslave Gal¨¢n, especialista en arqueolog¨ªa medieval. En caso de confirmarse fijar¨ªa los or¨ªgenes del castillo en ¨¦poca califal y habr¨ªa sido construido siguiendo un modelo sirio. As¨ª nos encontrar¨ªamos ante una de las pocas muestras de esta tipolog¨ªa que existen en Espa?a.
El dominio almohade
Sabemos de su presencia en el siglo XII, en tiempos del dominio almohade. Sabemos igualmente que, convertido en basti¨®n del ej¨¦rcito musulm¨¢n, resisti¨® a las tropas del castellano Fernando III, permaneciendo invicto y sin rendirse hasta que capitul¨¦ la ciudad (1248). Rotunda prueba de la impresionante solidez de la construcci¨®n. De planta rectangular, sus medidas se acercar¨ªan a unos 70x40 metros de lado.
Sus restos son de enorme inter¨¦s, como se ha puesto de manifesto en un sondeo arqueol¨®gico inicial de 4x7 metros encargado por el municipio sevillano, y subyacen enterrados bajo el mercado en cuesti¨®n. Todav¨ªa aparece visible, aunque muy desfigurada, la estructura desmochada de la torre central, en la fachada del r¨ªo.
"Este tipo de castillo", afirma Juan Eslava, "es de origen mediterr¨¢neo, y su evoluci¨®n m¨¢s clara parte del campamento romano. El modelo se adopta en Bizancio en el siglo VI, de donde pasa a los castillos paleomusulmanes de Siria-Palestina hacia el siglo VIII: Qasr at-Tuba (743-744), Qasr al Hair (728-729) y Atsan (778), entre otros".
"A Espa?a viene de forma espor¨¢dica con los romanos. No obstante, se institucionalizar¨¢ con los musulmanes y llegar¨¢ a trav¨¦s de dos v¨ªas diferentes: una, directamente de Oriente, que implanta el modelo sirio Atsan, en el siglo VIII (castillo de Linares); otra, procedente del norte de Africa, que lo introduce tambi¨¦n en el siglo IX y con especial intensidad en los siglos XI y XII, pero con ligeras variantes: alcazaba de M¨¦rida (835), el Vacar en C¨®rdoba (siglo X) y Tarifa (960)". De planta cuadrada, a?ade, ser¨ªa tambi¨¦n el primitivo alc¨¢zar"de Sevilla (Dar al-Imara), de 180x120 metros, aproximadamente. Testimonio de la influencia directa del arquitecto militar sirio Abdala, hijo de Sinan, que dise?¨® la nueva muralla de Sevilla (844), que no es la actual.
Se dice que el castillo de San Jorge es almohade. Pero sus dimensiones no coinciden con las de los castillos conocidos de esta ¨¦poca, que son mayores o menores. Y, sin embargo", contin¨²a el investigador, "se parece mucho al sino Qasr al-Hair (recinto menor) que he mencionado anteriormente. Fue construido, cerca de otro cuadrado mucho mayor y, aunque militar en su trazado, albergaba un palacio. El paralelo con el alc¨¢zar sevillano es muy sugerente".
Si en el per¨ªodo califal se reedificaron las defensas de Sevilla con su cerca y alc¨¢zar, se puede pensar que como complemento en el mismo programa constructivo entrase la edificaci¨®n de este castillo. De este modo se evitar¨ªa que, en la ribera de Triana, una fuerza enemiga pudiera fortificarse peligrosamente tan cerca de la ciudad.
"Por consiguiente", y as¨ª concluye, "es absolutamente necesario que las autoridades competentes ordenen una rigurosa exploraci¨®n del recinto por especialistas e historiadores. ?nicamente de un estudio hist¨®rico-tipol¨®gico se desprender¨ªa que el castillo date del Califato, pueda ser obra siria o influenciada por la arquitectura siria. La arqueolog¨ªa tiene la ¨²ltima palabra". La coexistencia de un mercado moderno en la planta superior y el castillo visitable -?por qu¨¦ no convertido en Museo de la Inquisici¨®n?- en la inferior es m¨¢s que posible. As¨ª la galer¨ªa contribuir¨ªa a su mantenimiento y, a la vez, el pa¨ªs podr¨ªa contar con una exposici¨®n permanente de la historia del Tribunal.
Ser¨ªa lamentable que una f¨®rmula apresurada entierre para siempre una parte tan importante del maltratado patrimonio hist¨®rico-art¨ªstico. Error del que s¨®lo ser¨ªan responsables los poderes p¨²blicos que la hubieren formulado.
investiga temas relacionados con la Inquisici¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.