Cine y teatralidad
Pocos directores de cine dan un pie tan ajustado, como lo da George Cukor, para calibrar tanto las zonas irreconciliables, como las zonas comunes que delimitan las ¨¢reas espec¨ªficas del cine y del teatro. Este cineasta magistral fue, antes de iniciar su carrera en Hollywood, y espor¨¢dicamente durante ella, uno de los m¨¢s sabios e inteligentes hombres de teatro de los Estados Unidos, y uno de los pocos que, aunque cultiv¨® sucesiva o alternativamente ambas actividades, jam¨¢s las confundi¨®, ni permiti¨® que sus conocimientos del teatro adulteraran con teatralidad impostada sus filmes, ni que su dominio de la c¨¢mara hiciera una inoportuna intromisi¨®n en sus trabajos de escenario.Tal era en este terreno su claridad de juicio, que a ¨¦l debemos algunas de las m¨¢s di¨¢fanas definiciones de las fronteras que separan y hermanan a las dos supremas artes de la representaci¨®n. Recordemos, entre otras, y por su reciente reposici¨®n televisiva, a Historias de Filadelfia y My fair Lady, que contienen pr¨¢cticamente, de hecho, todo un dec¨¢logo de como llevar a la pantalla un trabajo de escenario sin caer en ninguno de los abismos que este pone ante un cineasta cuando adapta teatro.Doble vida, realizada en 1947, sin ser uno de los grandes filmes de George Cukor, es un excelente e emplo ilustrativo de lo que acabo de exponer. Es cine sobre teatro, pero cine, solo cine, y no teatro El conocimiento del teatro se respira por cada uno de los, poros de este melodrama de Ruth Gordon y Garson Kanin, excelentemente interpretado por Ronald Colman -un actor algo blando, con tendencia a pasarse de gesto, pero muy bien frenado aqu¨ª por Cukor, lo que le vali¨® a Colman el oscar a la mejor interpretaci¨®n del a?o- y Signe Hasso, que encabezan uno de esos solventes repartos de la ¨¦poca en Hollywood, en los que cada jeta da credibilidad hasta a los planos menos cre¨ªbles: Edmond O'Brien, Shelley Winters, Ray Collins, y otros.No obstante, Doble vida es cine, y cine puro, sobre la teatralidad, no cine teatral. El juego de un actor que llegar a ser dominado por su personaje, que ha sido tratado en diversas ocasiones por cineastas y por dramaturgos, resulta en el filme algo ya excesivamente sabido, con aire antiguo y poco original, pero est¨¢ narrado por Cukor con tal transparencia y equilibrio, que el viejo recurso parece inventado por ¨¦l. Da este director dignidad a cada escena, a cada detalle, y sobre todo a cada personaje. Y el argumento rutinario y tra¨ªdo por los pelos -en cierta manera como ocurr¨ªa con otro melodrama teatral admirable, Luz que agoniza, repuesto tambi¨¦n en este ciclo dedicado por TVE a Cukor adquiere en sus manos una inesperada solidez, que todav¨ªa hoy permite la revisi¨®n del filme sin sentirse uno demasiado invadido por las polillas.
Doble vida se emite hoy a las 21.25 por la primera cadena.
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