El fiscal pide 24 a?os de c¨¢rcel para un obrero que mat¨® al directivo de una multinacional sueca
Jos¨¦ Garc¨ªa Garc¨ªa, ex empleado de la multinacional ASEA-CES y ex militante de Comisiones Obreras, compareci¨® ayer ante la secci¨®n tercera de lo penal de la Audiencia Provincial de Barcelona, acusado de un delito de homicidio y otro de homicidio frustrado, cometidos el 21 de diciembre de 1981 al atacar a los directivos de la empresa, de la que hab¨ªa sido despedido d¨ªas antes. El fiscal solicit¨® para el acusado una pena total de 24 a?os de prisi¨®n y una indemnizaci¨®n de 10 millones de pesetas para los familiares del directivo fallecido.
Lo detuvieron en las v¨ªsperas de Navidad de 1981, en la estaci¨®n del ferrocarril de Sant Cugat del Vall¨¦s. Hab¨ªa decidido esperar la llegada de la polic¨ªa, sentado en un banco. Quiz¨¢ desde aquel banco, Jos¨¦ Garc¨ªa Garc¨ªa contempl¨® por ¨²ltima vez las v¨ªas del tren perdi¨¦ndose en una curva y record¨® una estaci¨®n similar, en la que hab¨ªa descendido a?os atr¨¢s, cuando vino desde un pueblecito de Murcia. Era como volver a empezar.Atr¨¢s hab¨ªan quedado los a?os angustiosos de Murcia, cuando su padre les abandon¨® y ¨¦l se hizo cargo de la madre enferma, de la hermana y de todos los suyos. Hab¨ªan permanecido hasta entonces tambi¨¦n semiolvidados los primeros a?os, los m¨¢s dif¨ªciles, de su estancia en Catalu?a, el casamiento, el nacimiento de sus dos hijos, la entrada del piso de Sant Quirze del Vall¨¨s y el ingreso en la empresa CES, una firma familiar y progresista en la que se le hab¨ªa asegurado un buen sueldo y donde se le consideraba como un trabajador competente y serio.
A este hombre, que en un banco de la estaci¨®n de Sant Cugat esperaba la llegada de la polic¨ªa, hab¨ªan empezado a torc¨¦rsele las cosas hac¨ªa poco menos de dos a?os. Todo empez¨® cuando la empresa familiar CES fue adquirida por la multinacional ASEA y se inici¨® un programa de reconversi¨®n tecnol¨®gica, que arrastr¨® a los trabajadores al pie de una sofisticada maquinaria y al borde del paro. Las nuevas primas, los ritmos y la producci¨®n provocaron numerosas fricciones con la direcci¨®n, que se solventaron en Magistratura de Trabajo.
Por aquella ¨¦poca, Jos¨¦ Garc¨ªa Garc¨ªa, con el carn¨¦ de Comisiones Obreras en el bolsillo, estaba considerado como uno de los trabajadores m¨¢s batalladores de la empresa y como uno de los que m¨¢s firmemente se hab¨ªan opuesto a los supuestos desmanes provocados por la nueva tecnolog¨ªa. No s¨®lo se hab¨ªa enfrentado a la direcci¨®n, sino que adem¨¢s hab¨ªa protagonizado bajos rendimientos, siempre en solitario, y en demanda de sus derechos. Fue entonces cuando lleg¨® la carta de despido y despu¨¦s las llamadas telef¨®nicas a los directivos de la empresa, el insomnio, el dolor de cabeza, la sensaci¨®n de perderlo todo y ese coche que desde los ¨²ltimos d¨ªas hab¨ªa descubierto, sigui¨¦ndole siempre. Fuera donde fuera.
Con un punz¨®n
Jos¨¦ Garc¨ªa Garc¨ªa, en aquel banco, quiz¨¢ se record¨® a s¨ª mismo, cogiendo el punz¨®n de casa, meti¨¦ndoselo en el ca?o de la bota, calz¨¢ndose los guantes y la bufanda, poniendo en marcha la motocicleta y volviendo a la f¨¢brica, para reunirse con el jefe de personal en un intento de arreglarlo todo. La conversaci¨®n fue un fracaso. Acabaron pele¨¢ndose, en la salita, junto a los despachos. ?l sac¨® el punz¨®n y el directivo una silla, como si fuera un escudo. Recuerda vagamente que le asest¨® varios golpes, que salieron al pasillo, que se cruz¨® con el director financiero Antonio Lorente, a quien le asest¨® un golpe con el punz¨®n, y que luego mientras pugnaba por entrar en el despacho del gerente, Claes-Hultman, alguien gritaba para que llamaran a la polic¨ªa.
Sab¨ªa tambi¨¦n que se hab¨ªa perdido en el bosque y que hab¨ªa desembocado en esa estaci¨®n, despu¨¦s de seguir la v¨ªa del tren. En la madrugada del 22 de diciembre, mientras esperaba la llegada de la polic¨ªa, ignoraba que Antonio Lorente hab¨ªa fallecido y que los m¨¦dicos hab¨ªan contabilizado 11 pu?aladas en el cuerpo de Luis Casas Viura.
Ayer, Jos¨¦ Garc¨ªa Garc¨ªa sentenci¨® ante el tribunal: "Si me hubieran dejado ganar la vida, conmigo no habr¨ªa habido problemas". Dirigi¨® esta frase al acusador particular, con el que hab¨ªa reconstruido su historia laboral. Lueg¨® se sent¨® en el banquillo, mientras por la sala empezaban a pasar los testigos y peritos. Su abogada defensora, Remei Bona, esposa del alcalde comunista de Sabadell, bas¨® su defensa en el transtorno que supuso para el trabajador su despido y reclam¨® un total de seis meses y 50.000 pesetas por los dos delitos.
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