La v¨ªa del esc¨¢ndalo
AUNQUE EL procesamiento de Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos no le prive de su derecho constitucional a la presunci¨®n de inocencia, y aunque el hallazgo por el juez instructor de indicios racionales de culpabilidad en su conducta no equivalga en modo alguno a su condena, los comentarios y los an¨¢lisis extrajur¨ªdicos en torno a esa decisi¨®n y a sus consecuencias resultan aleccionadores. A medida que transcurren las semanas, las actuaciones p¨²blicas del fundador de Rumasa, refugiado en su exilio londinense, refuerzan la posici¨®n del Gobierno y debilitan su propia situaci¨®n. Dejando a un lado el debate sobre la constitucionalidad del decreto-ley de expropiaci¨®n de 23 de febrero de 1983 -materia sobre la que deber¨¢ pronunciarse en su d¨ªa el Tribunal Constitucional-el fondo del asunto Rumasa abandona progresivamente el ¨¢mbito del derecho de la propiedad y del C¨®digo Mercantil para adentrarse en el territorio de las cuestiones de orden p¨²blico y del derecho penal. Y las dudas crecen entre los ciudadanos lo mismo sobre c¨®mo ha sido posible que se levantara Rumasa que los motivos para nacionalizar algo que se asemeja ya mucho a un desastre.Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos contaba, en un principio, con la imagen, simp¨¢tica para no pocos, de un desclasado y de un empresario emprendedor. La ha ido trocando ¨¦l mismo por la de un megal¨®mano temperamental, acostumbrado a crearse su propio y particular c¨®digo de moralidad, que a duras penas encaja con lo que por moralidad se entiende en la ley. Su marcha a Londres suscit¨® ya las primeras dudas serias de que estuviera, como siempre hab¨ªa dicho, dispuesto a afrontar sus responsabilidades. Su negativa a regresar a Espa?a para prestar declaraci¨®n ante el juzgado que le hab¨ªa citado confirmaba que no quer¨ªa hacerlo. La acumulaci¨®n de injurias, calumnias, reticencias y pellizcos de monja dirigidos contra las m¨¢s altas instituciones del Estado y del poder judicial en sus declaraciones a la Prensa (v¨¦ase EL PAIS de 6 de julio de 1983) tras su procesamiento por el juez Lerga, que ha fijado una fianza de 100.000 millones de pesetas para asegurar las responsabilidades pecuniarias a que hubiera lugar, reduce a m¨ªnirnos su credibilidad y traza retrospectivamente un signo de interrogaci¨®n sobre la capacidad de tan inestable personalidad para administrar un imperio industrial y bancario que manejaba importantes recursos de terceros y daba empleo a gran n¨²mero de trabajadores.
A partir del procesamiento de Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos, corresponde a los tribunales, y s¨®lo a ellos, establecer las eventuales responsabilidades penales en que haya podido incurrir el inculpado como due?o y gestor de Rumasa. Pero la opini¨®n p¨²blica puede extraer sus propias conclusiones de su huida al Reino Unido, pa¨ªs que no tiene tratado de extradici¨®n con Espa?a, y de sus explo sivas declaraciones, orientadas a sembrar la ciza?a y a repartir las sospechas mediante vagas alusiones e imprecisas acusaciones. Un entrenador brit¨¢nico dijo en una ocasi¨®n a sus jugadores que la mejor defensa es un buen ataque. Pero no siempre las t¨¢cticas del f¨²tbol son las m¨¢s apropiadas para cuestiones en las que andan en jue go el honor de las personas, la dignidad de las instituciones, los puestos de trabajo de decenas de miles de em pleados y los fondos p¨²blicos sufragados por los contribuyentes. La nacionalizaci¨®n de Rumasa fue una decisi¨®n desde el principio discutible por lo at¨ªpico de la respuesta gubernamental al problema planteado, por la sospecha de que se entremezclaban en la decisi¨®n pulsos de signo personal y porque a la postre supone una factura de cientos de miles de millones de pesetas que tendr¨¢n que pagar todos los espa?oles. Pero lo que resulta ya di¨¢fano como el d¨ªa es la actitud indigna y lamentable de alguien que presum¨ªa de ser un capit¨¢n de empresa y se comporta, a la luz del d¨ªa, como un padrino histri¨®nico de cualquier mala pel¨ªcula de cine negro. Es imposible por eso que Rumasa sea s¨®lo el resultado de un megal¨®mano inestable: fue el resultado de un sistema de crecimiento y comportamiento extendido en la empresa espa?ola, como no sin raz¨®n el propio Ruiz-Mateos se?ala. La ex propiaci¨®n de Rumasa ha sido la expropiaci¨®n del siste ma mismo. La pregunta es hasta d¨®nde est¨¢n dispuestos los jueces y el Gobierno a tirar de la manta. Porque est¨¢ claro que Ruiz-Mateos no puede ser el ¨²nico responsable. Y ¨¦l ha escogido ya la v¨ªa del esc¨¢ndalo.
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