Espa?a y Am¨¦rica en los 200 a?os de Bol¨ªvar
Cuando tantas veces o¨ªmos hablar sobre crisis econ¨®micas, deudas externas, hiperinflaciones, colapsos financieros e inquietudes de todo tipo en lo referente al empleo y a la demanda industrial podemos pensar que algunos pa¨ªses como Argentina, Brasil o Venezuela se encuentran en aut¨¦ntica situaci¨®n l¨ªmite. Pero la realidad no corresponde exactamente a las suposiciones. Por eso, por mucho que se nos haga cuesta arriba emprender, una vez m¨¢s, el dilatado viaje m¨¢s all¨¢ del oc¨¦ano, al final resulta que, en vez de ense?ar -lo cual era esencialmente el prop¨®sito del periplo al que me refiero-, lo que hacemos, m¨¢s bien, es aprender. En el sentido de reconocer de cerca, sin intermediarios ni falsos dramatismos -porque bastante dram¨¢ticos son los hechos de por s¨ª-, una realidad que s¨®lo cabe comprender vi¨¦ndola con los propios ojos, escuch¨¢ndola con los o¨ªdos de uno mismo y pens¨¢ndola desde dentro de nuestro cerebro.Estas meditaciones vienen al hilo de una experiencia en la que particip¨¦ recientemente lo largo de un recorrido por los tres pa¨ªses arriba mencionados. Comenz¨® en Buenos Aires, sigui¨® por S?o Paulo y R¨ªo y termin¨® en Caracas.
Concretamente en Argentina, adonde no hab¨ªa ido en los ¨²ltimos a?os, tuve ocasi¨®n de comprobar que, a pesar de tantas circunstancias dif¨ªciles transcurridas, ciudades como Buenos Aires y C¨®rdoba siguen plenas de actividad. La gente se afar¨ªa y sue?a con lo cotidiano y, con el ma?ana m¨¢s pr¨®ximo, dentro de todo un mundo ins¨®lito instalado en la inflaci¨®n. En la capital porte?a, en sus grandes avenidas -con sus vastos parques y su hermoso arbolado, con su aire que sigue di¨¢fano, milagrosamente exento de contaminaci¨®n-, la vida fluye tras los a?os de dictadura militar y de desaparecidos justamente reivindicados, en una atm¨®sfera en la que se percibe el deseo, apenas contenido, de la pronta recuperaci¨®n de la democracia que se perdi¨® en 1976 y que hoy est¨¢ en trance de restaurarse. No es, ciertamente, el mejor de los mundos posibles, pero hay una razonable expectaci¨®n de que las cosas pueden ir a mejor.
Los pol¨ªticos y los sindicalistas, los hombres y las mujeres de la Prensa, de la radio y de la televisi¨®n, los abogados y economistas, pr¨¢cticamente todos quienes componen la naci¨®n argentina, en su permanente b¨²squeda de grandeza, acarician la idea de un resurgimiento c¨ªvico que les permita alejarse -?indefinidamente?- de la verg¨¹enza de los a?os de represi¨®n, de tantas frustraciones, entre las cuales no fue la menor ni la ¨²ltima la guerra de las Malvinas.
As¨ª lo apreciamos los asistentes al encuentro que organizaron la universidad de Belgrano y el Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana para que explic¨¢semos a los amigos argentinos la transici¨®n espa?ola.
La crisis de Brasil, a pesar de sus analog¨ªas, es bien diferente. Uno puede tener dudas y plantearse preguntas respecto a lo que el peronismo represent¨® como populismo paradigm¨¢tico. Pero resulta incuestionable que durante los a?os en que Per¨®n estuvo al frente de los destinos de Argentina se produjo una redistribuci¨®n de renta como seguramente no se ha dado en ning¨²n otro pa¨ªs latinoamericano. Y, comparativamente, esa es la gran tragedia de Brasil, un pa¨ªs donde, habiendo por doquier la alegr¨ªa de ser brasilero, se perpet¨²a, sin embargo, el problema de siempre, irresuelto, desde luego, por su pretendido milagro econ¨®mico: el desequilibrio en la distribuci¨®n de riqueza y renta y las ingentes bolsas de pobreza de los Estados del noreste, y tambi¨¦n de las periferias de las grandes ciudades como S?o Paulo, R¨ªo de Janeiro, etc¨¦tera. Los brasile?os no ocultan su estupor al ver c¨®mo en medio de tantas riquezas naturales, de tantas potencialidades, no son capaces de alimentar bien a sus hijos, de darles escuelas y asegurarles el trabajo de hoy,y de ma?ana: La pregunta de c¨®mo resolver ese primum vivere balbucea por igual en el pensamiento de estudiantes y maestros en un mundo abigarrado y aparentemente an¨¢rquico lleno de tensiones larvadas. As¨ª lo constat¨¦, una vez m¨¢s, en las conversaciones (enmarcadas en el proyecto del VII Congreso Mundial de Economistas, a celebrar en Madrid en septiembre) que tuve ocasi¨®n de mantener con colegas brasile?os como Fernando Cardoso y Celso Furtado.
Es cierto que el proceso de aceptaci¨®n de la democracia presenta una senda aparentemente m¨¢s despejada en Brasil que en Argentina. Pero restan muchas inc¨®gnitas sobre lo que har¨¢ el partido de los militares. Es seguro que Figueiredo, como presidente, cuenta con m¨¢s prestigio pol¨ªtico y popular que Bignone en Argentina. Pero lo que se plantea en el fondo es si Brasil -que no tuvo un Bismarck, a pesar de sus Getulio Vargas, sus Castelo Blancos, etc¨¦tera- dispone realmente de una burgues¨ªa emprendedora y progresista capaz de modernizar el pa¨ªs, de ordenar su administraci¨®n y de llevar a cabo la gran tarea de la redistribuci¨®n; todo ello para lograr una razonable, si no igualdad inmediata, s¨ª proximidad de oportunidades.
Por ¨²ltimo, el tercero de los jalones del viaje: Venezuela. Su nombre contin¨²a suscitando en muchos el pensamiento de un r¨ªo de oro negro, de prosperidad sin fin, de ciudadanos que no pagan impuestos "porque el Estado ya recauda suficiente a trav¨¦s de las regal¨ªas". Pero ninguna de esas suposiciones ha resistido la erosi¨®n de los tiempos dif¨ªciles. El escenario es muy otro. Ahora Venezuela se encuentra en la mayor de sus crisis industriales desde 1945, con la moneda devaluada, con un 53%. de capacidad ociosa en la industria, con un futuro econ¨®mico lleno de nubarrones tras el derroche rutilante y enga?oso de ayer. Por lo dem¨¢s, la campa?a electoral, que dura casi dos a?os, incide en el ambiente de crisis por la falta de decisiones de una Administraci¨®n saliente ya con un pie en el estribo.
En el marco de la celebraci¨®n del bicentenario de Sim¨®n Bol¨ªvar, el Congreso de la Republica organiz¨® un Seminario sobre pensamiento pol¨ªtico latinoamericano. En ¨¦l los castellanohablantes reunidos en Caracas escuchamos, y emitimos, en ocasiones el grito desbordado de la ret¨®rica, de las palabras por encima de las ideas y realidades. Pero tambi¨¦n se dejaron sentir los sue?os de hoy: la verdadera emancipaci¨®n, no tan distinta de la que se plante¨® el propio Bol¨ªvar en sus Cartas de Jamaica. Hablaron los representantes de Puerto Rico, a¨²n colonizado; los portavoces de Chile, a¨²n sometidos a la dictadura inicialmente promovida por la CIA. Las palabras llevaban en sus sintagmas la fuerza del anhelo de libertad y el deseo de recuperaci¨®n de los valores propios como ¨²nicos amalgamantes del intento de una cierta dignidad frente a Washington DC y ante el mundo.
Estas meditaciones est¨¢n escritas muy al pronto, reci¨¦n llegado. Pero no pod¨ªa por menos de ponerlas en negro sobre blanco. Porque Espa?a sigue sin es-
Pasa a la p¨¢gina 10
Espa?a y Am¨¦rica en los 200 a?os de Bol¨ªvar
Viene de la p¨¢gina 9
tar suficientemente presente en las m¨¢s de las preocupaciones a que me he referido.
El Encuentro en la democracia, celebrado en mayo en Madrid, tuvo, a mi juicio, mucho de apresurado y poco de previsor, y menos a¨²n hubo de seguimiento ulterior de los temas abordados, aparte de las cribas de que se hizo gala en la selecci¨®n de invitados. En cuanto a la otra orilla, creo que el pensamiento latinoamericano no se hallar¨¢ a s¨ª mismo mientras no fructifique la semilla del reencuentro entre Espa?a y Am¨¦rica. Esa es una gran tarea que, en el ¨¢rea de sus funciones, el rey Juan Carlos I ha asumido con decisi¨®n. Pero m¨¢s all¨¢ no ser¨¢ simplemente la obra de uno o m¨¢s secretarios de Estado ni el resultado de un Ministerio de Asuntos Exteriores que quiere festejar al imperio norte y que al propio tiempo pretende conquistar el prestigio al sur del r¨ªo Grande. Un designio como este ¨²ltimo s¨®lo ser¨¢ factible, creo, con la verdadera independencia y la neutralidad de Espa?a.
En definitiva, seguimos sin un programa cabal de relaciones con Latinoam¨¦rica. Contin¨²an las improvisaciones y la falta de persistencia en muchos temas importantes. De lo que podemos estar seguros es de que si algo se logra ser¨¢ resultado de una obra tenaz, de un pensamiento imaginativo, de una b¨²squeda de todos y para todos. Sin resentimientos, sin partidismos ni autoestimaciones egol¨¢tricas; de lo cual, por desgracia, todav¨ªa hay tantos contraejemplos. En los 200 a?os de Bol¨ªvar (a quien las dudas y nostalgias acosaron al final de sus d¨ªas al pensar en el futuro de las relaciones de la Am¨¦rica emergente con Espa?a) ser¨¢ preciso reflexionar de nuevo sobre lo mucho a hacer en lo inmediato.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Sim¨®n Bol¨ªvar
- Opini¨®n
- Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana
- Dictadura argentina
- Argentina
- Venezuela
- Personas desaparecidas
- Dictadura militar
- Casos sin resolver
- Pol¨ªtica exterior
- Casos judiciales
- Brasil
- Dictadura
- Sudam¨¦rica
- Historia contempor¨¢nea
- Latinoam¨¦rica
- Gobierno
- Administraci¨®n Estado
- Empresas
- Historia
- Am¨¦rica
- Econom¨ªa
- Justicia
- Pol¨ªtica
- Finanzas