Sim¨®n Bol¨ªvar, Sim¨®n
Al filo del siglo, la doctrina de Sim¨®n Bol¨ªvar vuelve a cobrar una exacta dimensi¨®n de futuro. El grito de liberaci¨®n, que proclamaba la guerra civil contra el despotismo centralista, se ha transformado hoy en el m¨¢ximo proyecto de integraci¨®n de las naciones latinoamericanas. Bol¨ªvar hoy no es s¨®lo el nombre hist¨®rico de una gesta gloriosa. No es s¨®lo un ejemplo y un s¨ªmbolo. Es una doctrina viva y fulgurante que tiene como meta y raz¨®n el futuro del continente americano: un proyecto de independencia real, de libertad real y democracia real, tres pilares b¨¢sicos en los que se asienta la lucha por la integraci¨®n continental. Hace algunos a?os, en las Naciones Unidas, fue tambi¨¦n un venezolano quien daba los primeros pasos dial¨¦cticos al reivindicar de forma distinta la doctrina integracionista y continental, dejando de lado la voracidad de Monroe y apoy¨¢ndose en el ejemplo ut¨®pico y en la doctrina de Sim¨®n Bol¨ªvar. Ram¨®n Escovar Salom acu?¨® entonces el t¨¦rmino de Comunidad Interatl¨¢ntica de Naciones y, por primera vez, inclu¨ªa en el proyecto bolivariano a Espa?a y a Portugal.Estamos pasando tiempos de crisis y a?os de locura belicista. Am¨¦rica Latina se desangra en el epicentro de su geograf¨ªa. Desaparecidos, dictaduras, nacionalismos excesivos, hispanismo ret¨®rico y soterrado o a flor de piel son las peores secuelas de una historia marcada por la tradici¨®n caudillista y por la tergiversaci¨®n de una doctrina a trav¨¦s de la cual Am¨¦rica Latina alcanz¨® su independencia. Ahora se cumplen 200 a?os del nacimiento en la ciudad de Santiago Le¨®n de Caracas de Sim¨®n Bol¨ªvar, El Libertador, que vio con sus propios ojos c¨®mo cercanos, deudos, amigos y enemigos que ayer fueron sus generales imped¨ªan con sus trifulcas tribales el sue?o de la comunidad americana. Olvidado de sus validos y mariscales, en el destierro y la pobreza, Bol¨ªvar sigui¨® creyendo en el sue?o ut¨®pico de la integraci¨®n continental. La Declaraci¨®n de Caracas, redactada con motivo de la celebraci¨®n del Congreso de Pensamiento Pol¨ªtico Latinoamericano, profundiza y se incardina en la utop¨ªa bolivariana al exhortar a los pueblos latinoamericanos,a solucionar de forma pac¨ªfica sus controversias pendientes de arreglo. Y a los gobernantes del continente, sea cual sea su presente y su futuro, la Declaraci¨®n de Caracas los llama sin m¨¢s tardanza a un prop¨®sito esencial: fundar una Comunidad Latinoamericana de Naciones, dotada de instituciones y poderes integracionistas que impidan para siempre la opresi¨®n, el fraude y la injusticia econ¨®mica y social que hoy campa por sus respetos en todo el continente.
Es verdad que las dificultades no ser¨¢n solventadas de un plumazo espectacular y paradisiaco. Un nacionalismo retr¨®grado y pacato, cerril y provinciano, pervive incluso en las mentes m¨¢s l¨²cidas de Am¨¦rica. Es cierto que la intolerancia anida en la m¨¦dula de unos y otros, y que el enfrentamiento ideol¨®gico y el fascismo visceral de los contrarios exige el sacrificio de cientos de miles de latinoamericanos que respiran su ¨²ltimo aliento entre torturas, desapariciones y fusilamientos a sangre fr¨ªa. Es necesario adem¨¢s impedir a toda costa que Am¨¦rica Central se convierta en un nuevo Vietnam, de manera que las tesis belicistas que mantienen unos y otros pierdan rigor de realidad a la luz transparente del di¨¢logo entre las partes, y la voluntad de la mayor¨ªas por erradicar la guerra de todas las tierras latinoamericanas.
En esta situaci¨®n hist¨®rica, la figura y la doctrina de Sim¨®n Bol¨ªvar se vigorizan y acuden a atajar la triste realidad del sumidero de injusticia y muerte que es Am¨¦rica Latina. El grito de integraci¨®n bolivariano ya no es un documento de guerra a muerte. Los tiempos, terribles en la torpeza de muchos l¨ªderes y pol¨ªticos cuyo grado de culpabilidad queda siempre al descubierto, transforman la voz de Sim¨®n Bol¨ªvar sin mancharla ni romperla. S¨ªmbolo de la utop¨ªa integracionista, la doctrina de Bol¨ªvar insiste en gritar hacia adelante contra todos los elementos: "Si la naturaleza se nos opone, iremos contra ella y lograremos que nos obedezca". En dos direcciones camina, pues, el pensamiento pol¨ªtico latinoamericano, reunido por primera vez en Caracas en los ¨²ltimos d¨ªas del pasado mes de junio: en la pacificaci¨®n y libertad democr¨¢tica de los pueblos de Am¨¦rica y en la voluntad integracionista del continente. Espa?a y Portugal, por su parte, deben jugar el papel de embajadores hist¨®ricos en este torneo entre la paz y la civilizaci¨®n, por un lado, y la guerra y la barbarie, por otro. Con la misma dureza que algunos hacen o¨ªr sus amenazas y armas de guerra, todos los Gobiernos democr¨¢ticos de Am¨¦rica Latina, Espa?a y Portugal deben establecer los puntos de tolerancia en los que sea posible el di¨¢logo y el entendimiento entre los pueblos y quienes los gobiernan.
S¨®lo as¨ª ser¨¢ posible entender la doctrina prof¨¦tica de Sim¨®n Bol¨ªvar, convertida finalmente Am¨¦rica Latina en una comunidad de pueblos libres que representar¨¢n en el mundo una de las m¨¢s importantes culturas y la de mayor vitalidad en los finales de este siglo de muertes, guerras y desprop¨®sitos. Una comunidad de naciones, como dijo el intelectual venezolano Adriano Gonz¨¢lez Le¨®n, desde los Pirineos hasta la Patagonia. Una comunidad de naciones por encima de las ideolog¨ªas, caudillos, fronteras nacionales, monarqu¨ªas y rep¨²blicas. Una comunidad interatl¨¢ntica de naciones que deje o¨ªr su voz de paz por encima de la arrogancia de las grandes potencias belicistas, que son las primeras empe?adas en impedirla. ?sa es hoy la doctrina de Sim¨®n Bol¨ªvar, parad¨®jicamente la misma que la de la Corona espa?ola contempor¨¢nea, democr¨¢tica y constitucional. Parad¨®jicamente, y ¨¦sa es la grandeza de los tiempos que vivimos, Juan Carlos I y Sim¨®n Bol¨ªvar se han visto este a?o unidos en un mismo esfuerzo, al otorg¨¢rsele al Rey de Espa?a el premio que lleva el nombre del Libertador. Por algo ser¨¢: por algo tan claro y transparente que no deja lugar a duda alguna. Este a?o tambi¨¦n los l¨ªderes y pol¨ªticos latinomericanos se han reunido en Caracas para algo m¨¢s que una celebraci¨®n ret¨®rica, a la que tan dados somos los hisp¨¢nicos. Saben a ciencia cierta que la ¨²nica posibilidad de digna supervivencia de sus pueblos se encuentra en la integraci¨®n, en resolver sus problemas pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales conjuntamente, al margen de la guerra y a trav¨¦s del di¨¢logo.
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