Drogas y 'gays'
Hay d¨ªas en que EL PAIS viene divertid¨ªsimo. Suele coincidir con esas ocasiones en que incluye reportajes que parecen trasvasados desde la redacci¨®n de El Caso. Pero ocurre que no deber¨ªa ofrecerlos como algo de contenido m¨ªnimamente veraz. Por ejemplo, Los marginados, amargos reyes de la noche, publicado el d¨ªa 31 de julio, firmado por Antonio Rosas.?Sexo duro en Leather? Ese club, como tantos otros, no tiene de lo que se entiende por duro m¨¢s que los cuatro consabidos dibujos de Tom de Finlandia, un tapacubos abollado y una cadena de Vespa. Narcisismo y violencia hay bastante m¨¢s en una reuni¨® de ejecutivos. Y es que aqu¨ª lo que nos une no son los arreos de cuero claveteado imaginados -que no vistos- por el periodista, sino la cl¨¢sica y espa?ol¨ªsima mantilla.
Pero a¨²n nos emociona m¨¢s Antonio Rosas cuando, en plan l¨ªrico, asegura que "en el Phalos, con un ambiente selecto, se masca el vicio porque el bujarr¨®n (viejo homosexual, aclara did¨¢ctico) trata de comprar los favores de una nube de adolescentes". Realmente, este chico promete. Es, por lo menos por lo menos, de la escuela de Tico Medina. Porque observe el atento lector qu¨¦ prosa sugerente, qu¨¦ modo el suyo de empaparse de la personalidad del reportajeado.
El trabajo de Rosas deja de tener gracia (aunque maldita sea) cuando trata de identificar homosexualidad y droga dura. Eso es falso y adem¨¢s una canallada. Que hay homosexuales que se drogan es innegable; pero en lo que se conoce como el ambiente no se pasa del porro o de estimulantes, como el popper o el Optalid¨®n. Eso lo sabe muy bien la polic¨ªa, que nunca ha cerrado un club gay por tal motivo; pero no lo saben los lectores en general y EL PAIS no tiene derecho a enga?arlos, ni tampoco a hacer que periodistas como los citados y otros -entre ellos Andr¨¦s Manzano, autor de un informe ejemplarmente respetuoso con los marginados de los albergues municipales- avalen, aunque sea de modo indirecto, la credibilidad inexistente de alguien como Antonio Rosas. /
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