El primer genocidio de periodistas
En una nota sobre la desaparici¨®n de periodistas secuestrados en Argentina por los militares entre 1976 y 1980, el corresponsal de EL PAIS, Mart¨ªn Prieto, expresa su dolor y protesta porque el drama de esos hombres y mujeres fue ignorado por colegas nacionales e internacionales o por organizaciones de Prensa. Est¨¢ equivocado. Afirma Mart¨ªn Prieto: "Cayeron escalonadamente; sin alharacas internaciones..."; "... sospechosamente, el holocausto de la Prensa argentina ha pasado inadvertido"; "... el periodismo m¨¢s asesinado del mundo, ignorado su calvario por las organizaciones internacionales de Prensa...".Mart¨ªn Prieto parece no haber seguido con atenci¨®n este tema en su propio diario. Todos los periodistas del mundo estamos agradecidos a EL PAIS por sus numerosas informaciones, art¨ªculos editoriales, art¨ªculos firmados que ha dedicado al problema de los colegas desaparecidos en Argentina.
Denuncias reiteradas
Fui expulsado de Argentina el 25 de septiembre de 1979, despu¨¦s de 30 meses de c¨¢rcel. Al llegar el avi¨®n a R¨ªo de Janeiro, primera etapa de mi viaje, la polic¨ªa prohibi¨® a la Prensa entrevistarme. Un periodista brasile?o y una operadora telef¨®nica maniobraron lo suficiente para que yo pudiera formular declaraciones. Al d¨ªa siguiente la Prensa brasile?a y las agencias internacionales de noticias utilizaban por primera vez el concepto de genocidio de periodistas. El periodista Andrew Graham-Yooll public¨® varios art¨ªculos en Index on Censorship, as¨ª como un libro sobre la Prensa argentina. Index on Censorship es una revista editada, por el Fund for Free Expression, con sede en Londres, que ha mantenido una constante actividad sobre el tema.
En 1980, recib¨ª la Pluma de Oro de la Libertad de la Federaci¨®n Internacional de Editores de Diarios, y denunci¨¦ el genocidio ante 500 directores de diarios, de lo cual se hizo eco la Prensa mundial. Luego, en San Diego (EE UU), mantuve un serio altercado con la delegaci¨®n argentina a la conferencia anual de la Sociedad Interamericana de Prensa, donde fui creador invitado, precisamente porque acus¨¦ a los delegados de los diarios argentinos La Prensa, La Naci¨®n, Clar¨ªn, La Voz del Interior, El D¨ªa, Preg¨®n, de ocultar sistem¨¢ticamente la suerte corrida por nuestros colegas.
Exig¨ª en esa ocasi¨®n la aparici¨®n con vida de un periodista que acababa de ser secuestrado, esos mismos d¨ªas, por los militares en Buenos Aires. El delegado del diario en el cual trabajaba, Clar¨ªn, se negaba a reconocersu condici¨®n de periodista. Logr¨¦ que su madre fuera escuchada por la Asamblea, a pesar de la oposici¨®n de los delegados argentinos. La Asamblea exigi¨® del Gobierno argentino la aparici¨®n con vida del joven Jauretche, y esto salv¨® su vida.
Un grupo terrorista de cubanos exiliados, Alfa, 66, realiz¨® una campa?a contra mi presencia en San Diego, y dej¨¦ la ciudad ayudado por periodistas de M¨¦xico, Venezuela y Santo Domingo. Poco despu¨¦s, en Nairobi (Kenia) relat¨¦ el genocidio de periodistas argentinos ante la Conferencia del Intemational Press Institute, a la cual fui invitado durante una cena que hubo con sus directivos en la sede de EL PAIS en Madrid.
En una reuni¨®n de la Sociedad Interamericana de Prensa, en 1978, el senador Edward Kennedy formul¨® una apasionada denuncia del genocidio de periodistas, discurso que fue incluido en el Congressional Record. Numerosos discursos se pronunciaron en el Senado y la C¨¢mara de Representantes, todos incluidos en el Congressional Record, donde tambi¨¦n fue incluido mi art¨ªculo de la Review of Journalism. Despu¨¦s de la publicaci¨®n de este art¨ªculo se constituy¨® el Comit¨¦ para la Protecci¨®n de Periodistas, que preside el venerable Walter Cronkite, y cuya intervenci¨®n salv¨® de la c¨¢rcel a periodistas de diferentes pa¨ªses.
Todos los hechos, as¨ª como la presentaci¨®n del drama de los periodistas desaparecidos que hice ante las televisiones de Italia, Francia, Estados Unidos, Canad¨¢, Inglaterra, Holanda, Alemania, Austria, Espa?a, Israel, me exime de rebatir con m¨¢s datos otra afirmaci¨®n de Mart¨ªn Prieto: "La odisea de Jacobo Timerman ha venido injustamente a eclipsar la desaparici¨®n de sus 80 compa?eros".
Batalla contra el terrorismo
Se equivoca tambi¨¦n Mart¨ªn Prieto en sus juicios sobre los a?os en que he dirigido La Opini¨®n. Debiera leer ejemplares de esos tiempos y juzgar por s¨ª mismo. Mi batalla contra el terrorismo de izquierda no fue diferente a la batalla hecha contra todo tipo de terrorismo, y nada diferente a la que realiza la Prensa democr¨¢tica espa?ola contra el terrorismo vasco. Del mismo modo, he luchado contra el terrorisino de Estado en cualquiera de sus formas, de Jorge Videla a Mert¨¢jem. Beguin.
Haber criticado al terrorismo de izquierda o la criminal y corrupta presidencia de Isabel Per¨®n me ha convertido a los ojos de estos sectores en partidario de los militares; haber exigido durante la dictadura militar la utilizaci¨¢ir exclusiva de m¨¦todos l¨¦gales para combatir al terrorismo me convirti¨® ante los militares en partidario del terrorismo.
El corresponsal dice que fui detenido, torturado, expulsado. Es una pena que no informe a sus lectores de los motivos que tuvo la dictadura para hacerlo, adem¨¢s de confiscar mi diario La Opini¨®n, Diario Independiente de la Ma?ana, y colocarlo bajo la direcci¨®n de un militar.
Finalmente, Mart¨ªn Prieto hace el rid¨ªculo si cree que Oriana Fallacci acus¨® de cobardes a los periodistas presos, torturados o desaparecidos. Acus¨® de cobardes, por el silencio que mantuvieron, a los periodistas argentinos que ten¨ªa frente a s¨ª, hace un par de semanas, en Buenos Aires. Acus¨¦ a quienes estaban ah¨ª grit¨¢ndole a ella de no haber tenido la valent¨ªa.de haber gritado a los militares; les acus¨® de estar vivos, de estar contentos de haber sobrevivido, satisfechos de haber ejercido su profesi¨®n sin riesgos.
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