Fernando Fern¨¢n-G¨®mez: "S¨®lo aspiro a que el p¨²blico se distraga"
Estrena hoy en Madrid su obra 'Del rey Ord¨¢s y su infamia'
Con el estreno, esta noche, de Del rey Ord¨¢s y su infamia, en el Palacio del Progreso, de Madrid, Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, autor de la obra y director de este montaje -que tiene como protagonistas a Jos¨¦ Luis Pellicena, Enma Cohen, Inma de Santis y Jos¨¦ Pedro Carri¨®n-, se enfrenta con una nueva y estimulante experiencia teatral. El p¨²blico, que ha aplaudido hasta la saciedad Las bicicletas son para el verano, se encontrar¨¢ tambi¨¦n con un Fern¨¢n-G¨®mez muy distinto, m¨¢s distanciado y decididamente ir¨®nico, s¨®lo preocupado, dice, "porque el p¨²blico se distraiga".Un sal¨®n bastante amplio, contiguo a los camerinos, con dos a?ejos divanes de terciopelo rojo y fuelles resoplantes; en el cielo raso, una bombilla desnuda cuelga de un cable retorcido y mohoso. "Eso es Espa?a", se?ala Fern¨¢n-G¨®mez, al tiempo que desempaqueta resignadamente la cena que se ha tra¨ªdo para consumirla en una pausa del ensayo general: dos empanadillas y un emparedado de jam¨®n y queso envuelto en papel de esta?o. "Esto es espantoso. Qu¨¦ mal comemos los c¨®micos. Y este saloncito, que es el ¨²nico que queda en un teatro de Madrid, ?no crees que podr¨ªa estar acondicionado de una manera decente, no s¨¦, por lo menos limpio? Cualquiera trabaja en mejores condiciones que un c¨®mico: los periodistas, los empleados de banca, los funcionarios".
En la voz de Fernando Fern¨¢n-G¨®mez est¨¢n contenidos m¨¢s de cincuenta a?os de la historia del teatro. Y tantos, tantos de cine. Tenerle cerca, hablar con ¨¦l, o¨ªrle, sobre todo, me ha parecido siempre un privilegio. Mientras cuenta en qu¨¦ consiste la obra que estrena. Y poco antes, durante el ensayo, vi¨¦ndole dirigir con infinita paciencia y una casi milagrosa capacidad para percibir a la vez todo lo que est¨¢ sucediendo, todo lo que est¨¢ fallando en el escenario, que es como una estilizaci¨®n de una pel¨ªcula de Walt Disney. Arti?ano, autor del decorado y de los trajes -otra regia virguer¨ªa con toques de Mickey Mouse-, se ha lucido dando a la pieza la elivoltura exacta que requer¨ªa esta visi¨®n del Romance de Delgadina, que es la obra de Fern¨¢n-G¨®mez.
Cuentan que no le apetec¨ªa nada dirigir, por ser la obra suya: "No entraba en mis c¨¢lculos, porque el montar una obra de teatro ahora es una cosa muy complicada, hay que manejar muchos medios y muchas gentes, y hay que ser muy duro, muy autoritario, y nada de eso va con mi manera de ser. Preferir¨ªa escribir las obras en casa a tener que realizar esta labor un poco de capataz. Pero, por una serie de circunstancias, lo tengo que hacer. Y lo llevo, lo voy tolerando, hay ratos agradables, pero son m¨¢s los desagradables: la premura de tiempo, el pensar que si te retrasas ocasionas un perjuicio grande a la empresa, que si vas con prisas las cosas no van a quedar tan bien como quisieras, el que no se me ocurran bastantes cosas que enriquezcan el espect¨¢culo... Lo paso regular".
Recuerdo del romance
Del rey Ord¨¢s y su infamia parte de aquel Romance de Delgadina que nos contaban cuando ¨¦ramos ni?os, acerca de un rey que ten¨ªa a su hija encadenada en lo alto de una monta?a. No nos contaban por qu¨¦, pero pod¨ªamos barruntar que, como a la Piel de asno de Perrault, pap¨¢ no la quer¨ªa precisamente con buenas intenciones. "Hace bastantes a?os, no s¨¦ si cuando dirig¨ª El p¨ªcaro para Televisi¨®n o cuando hice una serie de discos titulada La palabra, tuve que repasar el romancero, y entonces encontr¨¦ uno que no conoc¨ªa, el del incesto del rey Ord¨¢s, bueno, un incesto que s¨®lo existe en la mente del padre, y me pareci¨® que era un buen tema para desarrollarlo en teatro, porque el romance es muy corto y es una pura narraci¨®n. No lo hice entonces porque con la censura era impensable hablar de un incesto, pero me volv¨ª a acordar de esto despu¨¦s de escribir Las bicicletas... y, sobre todo, al ver que esta obra, pese a ser premio Lope de Vega, no se estrenaba. Cre¨ª que era el momento de escribir una obra que no se pareciera en nada a la otra. Y me acord¨¦ del romance. Puse manos a la obra, hace de ello unos tres a?os. Otra raz¨®n para liacerlo fue que yo siempre he tenido una gran afici¨®n por las historias antiguas, folletinescas, las comediasy novelas que se llaman de ¨¦poca".Fernando Fern¨¢n-G¨®mez dice que, al espectador ole hoy, tal como est¨¢ tratada la comedia, "lo ¨²nico que puede hacerle es entretenerle, divertirle, y con ¨¦sa es con la aspiraci¨®n que lo he hecho. Un drama tan espantoso como parece que deber¨ªa ser el incesto entre un padre y una hija tratado en un romance, yo he pensado que, visto por una mentalidad media de ahora, s¨ª podr¨ªa servir como materia de entretenimiento". Le digo que Enma Cohen, que hace de Amaranta de Padilla, la lista y muy enamorada amante del rey, me comentaba que, si alg¨²n sentido global tiene Del rey Ord¨¢s y su infamia, es que trata de si el pueblo debe conocer lo que ocurre, de si debe estar informado de lo que: les pasa a quienes le mandan. "Bueno, sin hablar de t¨¦rminos como subtexto o segunda lectura, que me parecen horrorosos, la verdad es que uno de los temas de la obra, aunque el autor al final no toma partido, es si un suceso, si es inmoral, se debe contar o no".
Se le ha acabado el botell¨ªn de cerveza y a¨²n le queda medio bocadillo por empujar. "Tengo otra", y se precipita al camerino. Desde aqu¨ª le oigo gritar: "?Maldici¨®n! Se la han bebido!". Y, cuando regresa: "Pero no lograr¨¢n hundirme. Tengo whisky". Y suelta una carcajada mal¨¦vola, perfectamente teatral.
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