Cerha conmemora el centenario de Webern
No se puede decir del festival salzburgu¨¦s, que se clausura ma?ana, que brille por su amor al vanguardismo o a la novedad. El festival tiende al conservadurismo: Mahler tard¨® mucho en ser habitual de la programaci¨®n; en la d¨¦cada de los sesenta, cuando el m¨²sico se impone ya en toda el ¨¢rea inglesa y alemana, el cartellone de Salzburgo s¨®lo recoge tres interpretaciones de sus sinfon¨ªas durante esos 10 a?os; la Octava, por el pionero Mitropoulos, en 1960; la Primera, por Solti, en 1964, y la Segunda, por Abbado, en 1965. Los tiempos, desde luego, han cambiado mucho, y en la edici¨®n de 1983 hallamos a Mehta interpretando la Tercera y a Levine enfrent¨¢ndose a la intrincada S¨¦ptima.Hay que se?alar que el actual secretario general del festival, Otto Sertl, viene manteniendo en los ¨²ltimos a?os una pol¨ªtica mucho m¨¢s aperturista de estrenos y encargos a compositores. Por ello no ha causado sorpresa la conmemoraci¨®n que el festival ha consagrado a la figura de Anton Webern, uno de los miembros de la trinidad vienesa en el primer tercio del siglo junto a Sch?nberg y Alban Berg. Con motivo del centenario de Webern -que transcurre casi ignoto en nuestra vida musical-, Salzburgo dedic¨® dos conciertos a sus composiciones, con interpretaciones del conjunto Die Reihe, bajo la direcci¨®n de Friedrich Cerha.
JOS? LUIS P?REZ DE ARTEAGA, Salzburgo
ENVIADO ESPECIAL
La elecci¨®n de Cerha, el hombre que complet¨® el acto III de la Lulu, de Berg, ap¨®stol del serialismo vien¨¦s en sus propias composiciones, prob¨® ser un acierto inmenso. Cerha no s¨®lo es un soberbio director de orquesta; tambi¨¦n su faceta de creador -recordemos su ¨®pera Baal, inspirada en Brecht, estrenada aqu¨ª en Salzburgo en 1981- le permite tener una visi¨®n interna del hecho musical: en la traducci¨®n sonora de Cerha la siempre racional discursiva, superconcentrada, de Webern surge con la m¨¢xima l¨®gica, como el esplendoroso triunfo de la inteligencia. Con todo, este artista no tiene miedo de sacar a la luz arrebatos de emoci¨®n, de rebeld¨ªa o de violencia presentes en la m¨²sica weberniana, con lo que se libera de la acusaci¨®n de excesivo cartesianismo tantas veces vertida contra Boulez, tambi¨¦n creador-int¨¦rprete de estas obras.
Con excelente criterio, Cerha mont¨® la doble retrospectiva con el acompa?amiento de partituras coet¨¢neas de las obras de Webern. As¨ª, junto a los Cuatro Lieder del Op. 13, o a los tres Lieder con orquesta, de 1913-1914, la d¨²ctil Reri Grist interpret¨® los Tres poemas de Mallarm¨¦, de Ravel (1913), los Dos poemas de Balmont (1911) y las Poes¨ªas de la l¨ªrica japonesa (1912-1913), de Stravinski, y el singular lied de Sch¨®riberg Hojas del coraz¨®n, de 1911. En este primer concierto ofreci¨® Cerha un estreno absoluto, el de los Ochofragmentos orquestales, de Webern, de 1911-1913, cuyo manuscrito ha recuperado el fundador de Die Reihe: se trata de una microc¨®smica secuencia, de apenas dos minutos, de la que se destaca el quinto fragmento, un mini-passacaglia en el que el campan¨®logo hace las veces de bajo continuo. Ante el entusiasmo del p¨²blico Cerha hubo de repetir Cinco piezas para orquesta, Op. 10.
En el segundo concierto se brind¨® una panor¨¢mica del quehacer de Webern. desde 1913 (Tres piezas para cuarteto de cuerda y soprano) hasta 1936 (Variaciones para piano, Op. 27). Tambi¨¦n en esta sesi¨®n hubo una p¨¢gina de audici¨®n inusual, la transcripci¨®n hecha por Weberri en 1920 para conjunto de c¨¢mara de sus Seis piezas para gran orquesta, Op. 6, de 1909: la capacidad del m¨²sico para la transcripci¨®n resulta ser, una vez m¨¢s, asombrosa, pues reducir el inmenso contingente original a un peque?o grupo, con armonium, piano, gong, campan¨®logo y bombo, quinteto de cuerdas y maderas individuadas, es casi un milagro; todo ello sin que la obra pierda su tremenda fuerza expresiva. Cerha cerr¨® su participaci¨®n en Salzburgo con la interpretaci¨®n del Pierrot lunaire, de Sch¨®nberg, la obra que -desde la fundaci¨®n de Die Reihe en 1958, hace ahora 25 a?os- ha sido firma y sello de la uni¨®n de este gran vien¨¦s con sus antepasados.
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