La manifestaci¨®n contra Pinochet
El PSOE promocion¨® anteayer en Madrid una manifestaci¨®n voluminosa contra la dictadura chilena. A la aglomeraci¨®n multitudinaria se sumaron las fuerzas conservadoras -excepto Alianza Popular, que envi¨® a sus huestes juveniles- y el amplio abanico de. la izquierda. Fue probablemente la primera comparecencia del PSOE en la calle desde el 28-O, y la experiencia fue un ¨¦xito de p¨²blico. Sirvi¨® tambi¨¦n la experiencia para demostrar que el Gobierno socialista va a ser atacado muy dura mente por los flancos. Fraga, por un lado, necesita abrirse paso a codazos incluso, por la selva -pol¨ªtica, mientras la izquierda neta, la que no va acompa?ada de adjetivos suavizantes, empieza a aprovechar todas las oportunidades para ensanchar su reducido espacio. Al silencio en la manifestaci¨®n de los representantes conservado res, como ?scar Alzaga, l¨ªder del PDP, o Pedro Schwartz, liberal adosado a Alianza Popular, respondi¨® la izquierda comunista y la extraparlamentaria con sonoras afirmaciones guturales. Segundos antes de tomar la palabra el vicepresidente, Alfonso Guerra, se produjo una sinfon¨ªa coral anti OTAN. Era un recordatorio al n¨²mero dos del Gobierno de las pro mesas electorales de su partido. El grito sostenido de "OTAN, no; bases, fuera" ven¨ªa- a demostrar que la OTAN va a ser uno de los problemas m¨¢s duros a los que habr¨¢ de enfrentarse el Gobierno socialista.En la madrile?a calle de Bravo Murillo, hirviente de afanes de libertad y de democracia, no se analizaba anteayer una situaci¨®n in ternacional que podr¨ªa caracterizarse sin demasiado simpl¨ªsmo de militarizaci¨®n creciente. Una militarizaci¨®n que no viene dada sola mente por la escalada armamentista, sino tambi¨¦n, y muy especial mente, por el protagonismo, cada d¨ªa m¨¢s acentuado, del poder mili tar en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y en Estados Unidos. El deterioro del poder civil en Washington se pone de manifiesto en los hombres que lo vienen ostentando ¨²ltimamente. A las tribulaciones del pobre Nixon, deshecho y desequilibrado por dos reporteros, avispad¨ªsimos, sucede ahora la imagen de un vaquero prolijo y rampl¨®n del celuloide rancio. ?Es seria la figura presidencial de Reagan en un pa¨ªs que pretende mantener su predominio sobre el planeta? Observadores intuitivos sugieren ya claramente que en Estados Unidos se gobierna desde la Casa Blanca con el o¨ªdo muy atento a las directrices del Pent¨¢gono.
?Y en la Uni¨®n Sovi¨¦tica? El incidente del avi¨®n surcoreano, derribado por una orden militar no consultada antes con el Kremlin, ha situado al poder civil en una posici¨®n que bordear¨ªa el rid¨ªculo si no fuera dram¨¢tica. Los esfuerzos de Gromiko, ministro sovi¨¦tico de Asuntos Exteriores, para justificar el derribo del avi¨®n surcoreano sin, al mismo tiempo, aumentar las tensiones entre Washington y Mosc¨², no se han analizado suficientemente. Pero tiene importancia al menos como indicio revelador, que Gromiko, durante su reciente visita a Madrid, se entrevistase con su colega norteamericano, Shultz, en la Embajada de Estados Unidos. Existen en Madrid edificios y salones en los que podr¨ªan haber dialogado los dos ministros. ?Por qu¨¦ hacerlo entonces en la embajada de uno de ellos, presumiblemente en la del m¨¢s fuerte? La explicaci¨®n m¨¢s l¨®gica, o al menos una explicaci¨®n que palie la falta de explicaciones, ser¨ªa el deseo de Gromiko de dar satisfacciones t¨¢citas a la comunidad internacional. El tr¨¢gico final del avi¨®n surcoreano no se ha debido a la pol¨ªtica exterior de la URSS, sino a una decisi¨®n re pentina del poder militar sovi¨¦tico. De alg¨²n modo, Gromiko se ha br¨ªa mostrado apesadumbrado tanto por el hecho en s¨ª como por las consecuencias de un desplaza miento de las decisiones fuera del Kremlin. ( ... )
, 13 de septiembre
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