El ni?o al que le crecieron las pel¨ªculas
Fernando Colomo, que ahora tiene 38 a?os, se aficion¨® al cine desde que usaba pantal¨®n corto, creci¨¦ndole luego las pel¨ªculas como la ropa, aunque no por ello perdiera su aire angelical de ni?o simpatic¨¢n que no hace da?o a nadie y que, adem¨¢s, tiene gracia. Cuenta las cosas como las ve, narra cuanto le ocurre.Ahora, por ejemplo, se ha ido a estudiar ingl¨¦s a la ciudad de Nueva York, y a la vuelta se ha tra¨ªdo para el festival de San Sebasti¨¢n una simp¨¢tica pel¨ªcula en la que cuenta las peripecias que all¨ª tuvo con el idioma y con los ligues, aunque como contrapartida no obtuviera, al parecer, ninguna idea o emoci¨®n realmente nuevas.
Hace ahora seis a?os apareci¨®, t¨ªmido y desconocido, en este mismo festival con su primera pel¨ªcula, Tigres de papel, y aunque trataba de cosas tristes, el p¨²blico se no con ganas aplaudiendo la fres.cura de aquellos personajes, tan frecuentes en la calle como extra?os en el cine. Se habl¨®, en consecuencia, de una escuela de Madrid o de Yucat¨¢n, que es el nombre de la cafeter¨ªa en la que diariamente se reunieron Fernando Trueba, ¨®scar Ladoire y, entre otros, el propio Fernando Colomo para, entre risas, inventar sus pel¨ªculas futuras.
Esp¨ªritu corrosivo
?Qu¨¦ hace una chica como t¨² en un sitio como ¨¦ste?, interpretado por Carmen Maura, fue el segundo t¨ªtulo de Colomo y, como es habitual en segundas obras, producto antes del desconcierto que del mismo esp¨ªritu corrosivo que hab¨ªa alimentado la obra anterior: el crecimiento y preocupaci¨®n que suponen saberse ya profesional del cine aument¨®, en el caso de Fernando Colomo, por su definitivo .rechazo de la arquitectura como medio de vida.
La mano negra, con Joaqu¨ªn Hinojosa, su tercera pel¨ªcula, transform¨® en f¨®rmula aquel estilo madrile?o, sin a?adir ni quitar nada o, en cualquier caso, evidenciando que s¨®lo a veces, y dif¨ªcilmente, detr¨¢s de la broma ingenua cabe una reflexi¨®n por muy entra?able que sea el producto.
Otros cineastas igualmente j¨®venes abundaron en la misma l¨ªnea de la que, finalmente, Feman? do Colomo pareci¨® distanciarse con cierta madurez en Estoy en crisis, que se present¨® el pasado a?o en este festival recibiendo de nuevo los aplausos de un p¨²blico que' celebra alegremente el reencuentro con la comedia.
El cine de humor espa?ol ha estado en manos, parad¨®jicamente, de los autores m¨¢s conservadores, exceptuando junto a Luis Berlanaa a otros directores menos popurares. Con la generaci¨®n de Fernando Colomo, el g¨¦nero se hizo cr¨ªtico o, al menos, ir¨®nico, renovador y, en cierto modo, testimonial.
La generaci¨®n de los que ahora tienen m¨¢s de 30 a?os s¨®lo se ha visto reflejada en las pel¨ªculas de Yucat¨¢n, aunque en la mayor¨ªa de los casos no haya sido m¨¢s que un reflejo epid¨¦rmico: casi todos tenemos, efectivamente, problemas con el pu?etero ingl¨¦s y con los ligues. Tambi¨¦n nos pasan otras cosas, pero a¨²n est¨¢n por decir en ese cine.
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