El valor del bosque

Antes de leer el trabajo del profesor Parra en EL PA?S, ya compart¨ªa alguna de sus teor¨ªas sobre las responsabilidades de la deforestaci¨®n cuasi total de Espa?a. DesPasa a la p¨¢gina 14

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pu¨¦s de leer el art¨ªculo del se?or Fern¨¢ndez Tom¨¢s, en EL PA?S del 16 de septiembre, estoy completamente seguro de cuantas valientes y, razonadas afirmaciones vierte el se?or Parra en su mencionado art¨ªculo. La falta de argumentos, como siempre, se suple con la descalificaci¨®n, la burda iro n¨ªa, el sarcasmo y el lugar com¨²n. El se?or Fern¨¢ndez Tom¨¢s maneja mucho los porcentajes y las es tad¨ªsticas, pero no responde con argumentaciones te¨®ricas, incluye a, toda Espa?a dentro del clima mediterr¨¢neo y pone como ejem plo que tambi¨¦n hay incendios en C¨®rcega y Cerde?a, como si sto fuese un consuelo de tontos.

?C¨®mo se comprende que haya desaparecido pr¨¢cticamente la floresta noble de casi toda la geograf¨ªa espa?ola? ?C¨®mo se comprende que se permita la desaparici¨®n de millones de encinas en Extremadura y otros lugares, extra?¨¢ndose despu¨¦s del cambio de las condiciones clim¨¢ticas? ?C¨®mo se explica que se construya una presa sin antes acondicionar la cuenca hidrol¨®gica que la alimenta, sobre todo forest¨¢ndola para evitar el aterramiento del embalse, como ha sucedido en algunos y pasar¨¢ en todos? ?C¨®mo se permite la exportaci¨®n de carb¨®n de madera en un pa¨ªs paup¨¦rrimo en ¨¢rboles? ?C¨®mo no se explica por nadie que la mejor de las medidas, cuando a¨²n es tiempo, contra las avenidas es la forestaci¨®n de la cuenca cuyo r¨ªo amenaza hoy cuando en otro tiempo normalmente, nada grave ocurr¨ªa? ?C¨®mo es posible que por parte de las autoridadles no se programe informaci¨®n eidiatistiva sobre estos asuntos vitales para el pa¨ªs, y digo vitales porque estamos en el l¨ªmite soportable de las tierras sin alimento vegetal antes de convertirse en un pa¨ªs subdes¨¦rtico con todas las dram¨¢ticas consecuencias? ?Han meditado los responsables consiguientes -todos somos responsables- en la comparaci¨®n de sobrevolar cualquier pa¨ªs europeo y, peor a¨²n, de algunos del norte de ?frica y la desoladora contemplaci¨®n de nuestra querida piel de toro?

Es evidente que todo esto no es culpa del Icona, ni taja siquiera de nuestros, selvicultores; es de todo el pa¨ªs, donde no se conciencia del valor inmenso del ¨¢rbol. /