Algo tan ex¨®tico como es un cl¨¢sico
Un grupo peque?o pero fiel de aficionados espera que los designios de la industria le permitan celebrar anualmente el estreno de un filme de Rohmer. Esta vez, el tercero de la serie, Comedias y proverbios, que, como el anterior, Le beau mariage, cede un lugar importante a los adolescentes. La extremada seriedad propia de esta edad es un buen bies para afrontar la comedia. Este n¨²cleo de incondicionales de Rohmer necesita pocas indicaciones para situarse. Bastar¨ªa con decirles que es un producto muy inequ¨ªvoco del autor, en el que la transparencia narrativa y formal esconde cada vez mejor un sofisticado juego intelectual rebosante de iron¨ªa y de alta cocina cultura.El problema radica en explicar los atractivos del cine de Rohmer a los ne¨®fitos. Problema aumentado por la coacci¨®n que puede crear en el cr¨ªtico la meditaci¨®n del proverbio de Chr¨¦tien de Troyes, que se inscribe en el frontispicio del filme: "Qui trop parole, il se mesfait" ("Quien mucho habla, se equivoca"). Quiz¨¢ lo primero que se tendr¨ªa que advertir es que el cine de Rohmer est¨¢ por encima de las modas y, m¨¢s concretamente, est¨¢ contra la moda. Y ello, por muchos motivos: es un cine de poco presupuesto y ninguna aparatosidad. Como en el teatro de c¨¢mara con pocos personajes y nada ex¨®ticos. Personajes que hablan, a menudo mucho; a veces, como casi todo el mundo, para decir lo contrario de lo que realmente desean expresar, y todo esto, sobre una elaborada cotidianeidad que se empe?a en reproducir p¨¦rfidamente los esquemas m¨¢s comunes de la gran tradici¨®n de la comedia. Ninguna grandilocuencia en la manera de filmar, ning¨²n punto fuerte en la dramaturgia, ning¨²n gui?o especialmente subrayado y ning¨²n efecto especial. Efectivamente, todos los efectos del cine de Rohmer son naturales. Nada hay tan natural en el cine como el efecto. Los actores, interpretando ante la c¨¢mara, producen el efecto de una persona que se explica delante nuestro, pero sin que nuestra presencia les modifique. Y as¨ª, cualquier reflexi¨®n sobre las artes de la representaci¨®n lleva a planearse el tema de la verdad y la mentira, como en el Cuento moral de Rohmer.
Pauline en la playa
Gui¨®n y realizaci¨®n: Eric Rohmer. Fotograf¨ªa: N¨¦stor Almendros. Int¨¦rpretes: Amanda Langlet, Arielle Dombaste, Pascal Greggory, Feodor Atkine. Producci¨®n: francesa, 1982. Estrenada, en versi¨®n original subtitulada en castellano, en Alphaville
?ste es el tema que sibilinamente se ha introducido en los cuatro banales, pero agitados, d¨ªas que Paulina pasa en la playa. En ellos tendr¨¢, como en un cupl¨¦, goces y penas de amores y la ocasi¨®n de ver a los adultos en acci¨®n. Como en toda pel¨ªcula o relato con adolescentes, se amaga un rito inici¨¢tico. Pero donde el profesor Rohmer puede escandalizar a m¨¢s de uno es al sostener que el rito inici¨¢tico de Paulina por el cual pierde la adolescencia para adquirir el status de adulto no pasa por la cama, sino por el descubrimiento de la mentira. Mentira piadosa, mentira imaginativa, un compromiso con la vida a cambio de una ruptura con la linealidad. Nunca ya nada volver¨¢ a ser en blanco y negro. Todo ser¨¢ siempre en color. Paulina jubila este descubrimiento en el ¨²ltimo plano del filme.
La peculiaridad del sabor Rohmer est¨¢ en el estimulante contraste entre unas formas incons¨²tiles, claras y fingidamente naturales y este trasfondo tan barroco, en el que se juega con los arm¨®nicos entre una situaci¨®n en la que la vida funciona como una representaci¨®n y la representaci¨®n se disfraza de vida.
En resumen, una propuesta inhabitual, que tendr¨ªa que movilizar a todos los que, saturados del men¨² audiovisual cotidiano, quieren emprender la aventura de degustar algo tan ex¨®tico como es un cl¨¢sico.
Babelia
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