Los problemas de Andropov
Generalmente, al analizar la rivalidad Este-Oeste se tiende a suponer un extraordinario poder¨ªo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y se teme que Europa occidental sea sometida a un proceso de finlandizaci¨®n, es decir, a la posibilidad de que Mosc¨² tenga una relaci¨®n predominante en la pol¨ªtica europea, con derecho a veto en los asuntos internos y exteriores, bajo la amenaza de imponer sus soluciones por la fuerza. Y es tan marcada esta imagen de arrasante superioridad de la URSS -herencia indudable de los ¨¦xitos del Ej¨¦rcito Rojo en la segunda guerra mundial- que son pocos los que se detienen a analizar los factores de su debilidad con respecto a Occidente.Y, sin embargo, si observamos con detalle comprenderemos que los problemas que actualmente enfrenta Andropov son mayores que los de Reagan, con el agravante que mientras Estados Unidos est¨¢ saliendo de su recesi¨®n la URSS enfrenta una serie de situaciones estructurales que se han mantenido latentes durante los ¨²ltimos 20 a?os. Algunas de ellas est¨¢n comenzando a estallar y las soluciones requieren medidas de tal profundidad y que afectan a tantos intereses que, por ello, aparecen como extraordinariamente dif¨ªciles de ser llevados a la pr¨¢ctica con celeridad.
El panorama econ¨®mico
Es sabido que toda pol¨ªtica de tipo militar requiere de una econom¨ªa s¨®lida que permita a un pa¨ªs asignar una parte importante de sus recursos a los gastos en material b¨¦lico. Es posible que un Estado destine un porcentaje mayor de su Producto Nacional Bruto (PNB) a estos objetivos en comparaci¨®n con sus rivales, pero finalmente la posibilidad total de los costos de la defensa depender¨¢ de la magnitud de su sistema productivo.
En la actualidad, la desproporci¨®n entre los pa¨ªses occidentales y la URSS es abrumadora. Es as¨ª que Estados Unidos tiene un PNB que equivale a m¨¢s del 24% del total mundial, que la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE) est¨¢ en una situaci¨®n similar y Jap¨®n -que al decir de algunos especialistas habr¨ªa superado al PNB de la URSS convirti¨¦ndose en la segunda econom¨ªa del mundo- cuenta con cerca del 11% del total mundial. La Uni¨®n Sovi¨¦tica dispone de una cuota del PNB mundial que fluct¨²a entre un 10% a un 11%. En otras palabras, la superioridad econ¨®mica de los principales pa¨ªses industriales capitalistas, con respecto a la URSS, es cercana a una proporci¨®n de seis a uno. Y habr¨ªa que agregar una serie de Estados rivales de Mosc¨², como son los miembros de la ASEAN, Rep¨²blica Popular China o Corea del Sur.
Por otra parte, el dinamismo y la tasa de crecimiento es mayor en los pa¨ªses con econom¨ªa de mercado que en los pertenecientes al socialismo real. Basta recordar la etapa de los milagros econ¨®micos de Europa occidental en la d¨¦cada de los sesenta y los casos similares de Jap¨®n, Corea del Sur y sureste asi¨¢tico. En estas condiciones, el modelo sovi¨¦tico de desarrollo -que se ofreci¨® como una alternativa a los pa¨ªses del Tercer Mundo en la d¨¦cada de los cincuenta- ha perdido prestigio. Incluso pa¨ªses con reg¨ªmenes dominados por el partido comunista, como Ruman¨ªa, Yugoslavia y Rep¨²blica Popular China, han adoptado pol¨ªticas econ¨®micas que reconocen elementos del sistema de econom¨ªa de mercado y se han alejado de la ortodoxia sovi¨¦tica.
Es indudable que esta p¨¦rdida de prestigio ideol¨®gico, por parte de la URSS, la obliga a actuar, simplemente, como una gran potencia. Y para ello debe recurrir a la concesi¨®n de ayuda militar o cr¨¦ditos que le permitan captar la simpat¨ªa de los pa¨ªses subdesarrollados. Como es de suponer, esta estrategia est¨¢ limitada por los recursos que puedan sustraerse al PNB. Hay aqu¨ª, pues, una seria desventaja de la URSS frente a sus rivales debido al menor tama?o de su econom¨ªa.
Durante la d¨¦cada de los setenta, la Uni¨®n Sovi¨¦tica permiti¨® a los pa¨ªses de Europa del Este y a Cuba comprometerse en pr¨¦stamos de la banca occidental, como un medio de acelerar la modernizaci¨®n de sus aparatos econ¨®micos y as¨ª reducir la brecha con Estados Unidos y la CEE. Sin embargo, los pa¨ªses mencionados no fueron capaces de establecer una industria productora de art¨ªculos de calidad y a precios comparables con los provenientes de los Estados capitalistas. Cuando se produjo la recesi¨®n de los ¨²ltimos a?os y cesaron los cr¨¦ditos bancarios, Cuba, Polonia y los dem¨¢s pa¨ªses de Europa del Este se encontraron con serias dificultades para pagar sus deudas, debido fundamentalmente a la carencia de productos de exportaci¨®n que generen divisas.
El dif¨ªcil cuadro financiero ha hecho resurgir las ideas de algunos acad¨¦micos sovi¨¦ticos que propugnan por una mayor liberalizaci¨®n del sistema econ¨®mico como un medio de aumentar la productividad del sistema. Pero estos programas suponen una disminuci¨®n del control de los bur¨®cratas del partido y una mayor autonom¨ªa de los tecn¨®cratas y del sector gerencial encargado del aparato industrial. Cabe recordar que ideas similares fueron desarrolladas, en la d¨¦cada de los sesenta, por el sovi¨¦tico Liberman y aplicadas en Checoslovaquia por Ota Sik. Precisamente, las consecuencias pol¨ªticas de la liberalizaci¨®n econ¨®mica llevaron a la primavera de Praga y a la posterior intervenci¨®n militar en Checoslovaquia.
Hay que se?alar, en todo caso, que a Hungr¨ªa se le ha permitido una mayor libertad econ¨®mica interna y ello ha producido una mejor¨ªa importante en el nivel de vida de los h¨²ngaros. Pero es obvio que es mucho m¨¢s dif¨ªcil aplicar estas recetas a una econom¨ªa tan grande y controlada como la sovi¨¦tica sin provocar consecuencias pol¨ªticas imprevisibles.
En la actualidad, la URSS est¨¢ destinando un 16% de su PNB a los gastos de defensa y con ello logra mantener un poder¨ªo comparable al de Estados Unidos. Sin embargo, los gastos de EE UU son de un 6,2% de su PNB; los de Alemania Occidental, 3,4% Francia, 4,1%; Reino Unido, 5,6%, y Jap¨®n no alcanza al 1% de su PNB. Es cierto que el sistema pol¨ªtico de la URSS le puede permitir aumentar sus gastos de defensa mientras que los Estados de Occidente, debido a su mayor libertad interna, cuentan con serias oposiciones de sus opiniones p¨²blicas a una pol¨ªtica de militarizaci¨®n. Pero, por otra parte, Estados Unidos y Jap¨®n ya est¨¢n aumentando sus presupuestos militares y destinan una cuota creciente a recursos en investigaci¨®n. Como consecuencia, se est¨¢ entrando en una nueva etapa -que la Prensa ha denominado el armamento de una guerra de las estrellas- que supone el uso de la tecnolog¨ªa espacial en los combates del futuro. Esta nueva modalidad supone grandes gastos y, pareciera que la URSS tiene serias dificultades para seguir en la carrera.
Hay que recordar, tambi¨¦n, que la Rep¨²blica Popular China est¨¢ en una pol¨ªtica de modernizaci¨®n acelerada con el fin de convertirse en gran potencia a fines del presente siglo. Y uno de los alicientes principides de este esfuerzo es el de aumentar su potencial b¨¦lico en relaci¨®n con la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Durante la d¨¦cada de los setenta, aprovechando la pasividad internacional de Estados Unidos -consecuencia del trauma de Vietnam-, la Uni¨®n Sovi¨¦tica asumi¨® una polItica de expansi¨®n militar, ya sea directamente o por medio die sus aliados. En la actuallldad est¨¢ sufriendo las consecuencias y enfrenta, simult¨¢neamente, varios problemas de guerrillas -en Angola, Camboya y Afganist¨¢n- con los consiguientes costos en prestigio pol¨ªtico y en recursos financieros.
El panorama demogr¨¢fico
La cantidad de pciblaci¨®n es un factor importante ya sea como un medio de asegurar el control sobre pueblos m¨¢s d¨¦biles o para mantener ej¨¦rcitos numerosos. Tradicionalmente, el m¨¦todo de combate de los rusos se bas¨® en la existencia de grandes cantidades de soldados que aspiraban a la victoria gracias al n¨²mero. En las dos guerras mundiales, los enemigos de Rusia dispon¨ªan de una tecnolog¨ªa b¨¦lica superior y este factor se trataba de neutralizar mediante el empleo de masas de combatientes.
La URSS, como es sabido, no es un Estado constituido por un pueblo homog¨¦neo. Por el contrario, est¨¢ integrado por diversas naciones de distinta raza, cultura, lengua y origen religioso.
El elemento ruso es el responsable del mantenimiento de la unidad del Estado. En las dos guerras mundiales se produjeron problemas con los pueblos no rusos y m¨¢s de una comunidad nacional apoy¨® al invasor.
La URSS tiene una poblaci¨®n aproximada de 270 millones, de los cuales m¨¢s de la mitad no son rusos. La tasa de crecimiento es baja, en especial en los eslavos, y se calcula que en el a?o 2000 la Uni¨®n Sovi¨¦tica tendr¨¢ unos 340 millones de habitantes, con gran mayor¨ªa de los no rusos. La Rep¨²blica Popular China tendr¨¢, en ese mismo a?o, entre 1.200 millones a 1.600 millones de habitantes.
Los pa¨ªses de la OTAN tienen una poblaci¨®n que es casi el doble de la sovi¨¦tica, y habr¨ªa que agregar a otros Estados como Jap¨®n, Corea del Sur, Filipinas o Taiwan, que tienen que ser incluidos en todo c¨¢lculo general ante un eventual enfrentamiento.
Los desaf¨ªos
Esta breve enumeraci¨®n de problemas permite comprender la magnitud de los desaf¨ªos que enfrenta Andropov, y para ello requiere de un respiro internacional que le permita tomar medidas de reforma. Por otra parte, el mantenimiento de un cuadro exterior con tantos focos de tensi¨®n -como Angola, Afganist¨¢n, Camboya o Polonia- limita seriamente las posibilidades de una reducci¨®n de los gastos de defensa con el fin de reordenar la econom¨ªa.
Tal como se ha mencionado, una reforma del sistema productivo -que permita una mayor liberalizaci¨®n- choca con una serie de grupos de inter¨¦s, entre ellos la burocracia del partido y los militares, de cuyo apoyo depende el liderazgo de Andropov en la URSS. De ah¨ª la dificultad de una estrategia de cambio.
Por todos estos antecedentes se comprenden los zigzagueos de la pol¨ªtica exterior sovi¨¦tica, que pasa de la amenaza a la b¨²squeda de negociaciones que permitan reducir los altos gastos en defensa. Llama la atenci¨®n el abandono de la estrategia pacifista -que usara la URSS durante la d¨¦cada de los cincuenta-, y posiblemente se deba al temor que los movimientos pacifistas de Occidente tengan eco dentro de la URSS y con ello sur an situaciones de contestaci¨®n al sistema.
Es, precisamente, la percepci¨®n de las serias dificultades que enfrenta Andropov el mejor argumento que emplean quienes estimulan el aumento de los gastos de defensa de EE UU y el incremento de la presi¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica sobre la URSS. Sin embargo, es un juego peligroso, ya que puede dar lugar a reacciones desesperadas y con ello al estallido del conflicto total. Por ello, es conveniente una estrategia de disminuci¨®n de tensiones que pueda permitir un respiro a la URSS, un reordenamiento de su econom¨ªa y el mantenimiento del proceso de integraci¨®n al comercio mundial, tal como se diera con la distensi¨®n.
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