El castellano
Lo que vuelve con una nueva novela de Cela, de Delibes (en este caso es Cela quien saca Mazurca para dos muertos), es el castellano, un cuerpo de mil a?os, nada corrupto, algo que nos justifica como individuos, como colectividad y como cultura. Me preguntan en Barcelona qu¨¦ es el castellano. "Pues eso, ya ve usted, como el catal¨¢n, una onda que nos lleva, el pensamiento colectivo que piensa por nosotros, el hablar general que habla por m¨ª". De ah¨ª que el intento de impersonalizar o "internacionalizar" un idioma sea tan est¨²pido como el esperanto, o al menos parezca un idiotismo. El castellano vuelve en Juan Rulfo, que anuncia en Oviedo la reanudaci¨®n de su escritura. El castellano vuelve en cada libro de Delibes, o en esta ¨²ltima novela de Camilo -"espero envi¨¢rtela en estos d¨ªas, Paco", me dice en una carta-; el castellano vuelve a ser el castellano, y no "la lengua del Imperio", gracias a los latinich¨¦s (levanto por ti un vaso de vino, maestro Onetti, ma?ana voy a verte), ya que precisamente ellos han hecho un castellano anti / imperialista, un castellano contra otro imperio. Ni escritura geod¨¦sica ni prosa catastral en los grandes creadores de Latinoam¨¦rica, en los "cl¨¢sicos vivos" (perd¨®n por el t¨¦rmino publicitario) de Espa?a, como los que vengo citando y otros: Torrente Ballester, reactualizando sobre su actualidad permanente por una, nueva emisi¨®n / TVE de Los gozos y las sombras. (Estuve en Galicia y a Gonzalo le pesaba el coraz¨®n en el pecho, me dijeron, hasta tenerle postrado: esto doli¨® tanto m¨¢s por cuanto nuestros corazones, ¨²ltimamente, se hab¨ªan distanciado un poco). Otra vez en Madrid, asisto al estreno de la versi¨®n de La tempestad, de Shakespeare, por Nuria Espert y Lavelli. El texto castellano es de mi querido Terenci Moix (de quien acabo de recibir una reedici¨®n de Terenci del Nilo). Un personaje dice de otro, toc¨¢ndole la frente: "Pues el pulso le late". Espantosa tautolog¨ªa que le he explicado a la salida a Terele P¨¢vez (la genial, la maldita, la intemporal, y con la cual he venido al estreno). Si el pulso no late, es que no hay pulso. Eso no es castellano, querido Terenci. Como bien dice maestro Haro-Tecglen en sus cr¨ªticas, se cuida la escenograf¨ªa hasta el milagro, pero se deprecia la palabra, aunque sea de Shakespeare. Nebrija habl¨® de la lengua como compa?era del Imperio. Lo que ha dado vitalidad, hoy, al castellano, tras cuarenta a?os de cuarenta?ismo (y aqu¨ª no hay tautolog¨ªa, aunque lo parezca) es precisamente la funci¨®n de la lengua como enemiga del Imperio / imperialismo (literatura antifranquista en Espa?a, de Buero a Cela; literatura antiyanqui en Am¨¦rica, de Carpentier a mi querido Fernando del Paso). En la literatura universal hay tres grandes capic¨²as: RMR (Rilke); JRJ (Juan Ram¨®n); CJC (Cela). Cela public¨® hace diez a?os Oficio de tinieblas y nadie le entendi¨®, para qu¨¦ vamos a enga?arnos. Como ¨¦l le ha dicho a Maruja Torres, en espl¨¦ndida entrevista, en este matutino / manchego: "Se?ora, ?que no entiende usted mi libro? Ya lo entender¨¢n sus nietos". Y sus nietos literarios (los de Camilo, no los de la se?ora), ya lo entienden.Hablo de ese libro porque acabo de escribir un ensayo sobre ¨¦l para USA. No s¨¦ si el naciente / renaciente socialismo espa?ol est¨¢ muy al loro de lo que significa el renacer del castellano en Castilla, en Espa?a o en la Nueva Espa?a de Octavio Paz (cuyo Tiempo nublado me acompa?a en mis ¨²ltimos viajes).
Creo que los de la autonom¨ªa de Castilla, C¨¦sar Alonso R¨ªos y otros, me han esperado en vano hace unos d¨ªas. Yo voy a donde me manda C¨¦sar, pero ese d¨ªa andaba atareado / enamorado por Barcelona. Desde aqu¨ª les digo, si me dejan, que Castilla es el castellano, y no otra cosa, y que el gran castellano lo han escrito cordobeses como G¨®ngora, galaicos como Valle y aragoneses como Graci¨¢n. Una novela nueva de CJC, por eso, es mucho m¨¢s que una novela.
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