Geralg Genta, el Picasso de la relojer¨ªa
Las mu?ecas m¨¢s distinguidas del mundo lucen un ejemplar de sus obras de arte
Sonr¨ªe cuando, para situar al profano en la mater¨ªa, le recuerda que los diarios de Singapur lo bautizaron como "el Picasso del arte de la relojer¨ªa". Impecablemente vestido, G¨¦rald Genta trabaja para que las mu?ecas m¨¢s distinguidas y millonarias del mundo luzcan un ejemplar con su firma estampada. No importa la cantidad de brillantes y de esmeraldas empleadas en la labor, sino el prestigio, el gui?o, la ca¨ªda de ojos aur¨¢tica que distingue a los cerca de 6.000 escogidos que comparten un trozo de su anatom¨ªa con la exquisitez.
Miles de horas emplea el equipo de Genta -un centenar de personas- que desde la Ginebra artesana, la misma que acogiera a los relojeros volterianos que hu¨ªan de la Francia absolutista, hacen una cantidad indeterminada de relojes -"imposible saber su n¨²mero" al a?o.Una sala de exposiciones hizo posible que el p¨²blico barcelon¨¦s pudiera contemplar durante 48 horas lo que los propios organizadores calificaron de "un sue?o de 2.000 millones de pesetas". En la on¨ªrica muestra, Genta expon¨ªa 39 de sus relojes, valorados en unos 260 millones de pesetas contantes y sonantes. La participaci¨®n del artesano suizo se ve¨ªa complementada por otros dos maestros joyeros: Vasar¨ª y Gi¨®.
G¨¦rald Genta explica con satisfacci¨®n que es un autodidacta. Rompi¨® con la tradici¨®n familiar y comenz¨® a colaborar con firmas como Piaget o Audemans Piguet, antes de decidirse, en 1973, a levantar su propio y artesano imperio, gracias a su imaginaci¨®n, a lo que denomina "nueva concepci¨®n de la relojer¨ªa". Continuador de los relojes mec¨¢nicos, seguramente iniciada por los ¨¢rabes e introducida en Europa por los cruzados que proven¨ªan de Tierra Santa, el contempor¨¢neo creador suizo afirma que para decorarlos se inspira "en la naturaleza".
Genta trabaja para el mismo p¨²blico que el m¨ªtico James Cox, cuyo reloj del Pavo real, actualmente en el museo Ermitage, de Leningrado, hac¨ªa las delicias del grupo de selectos e ilustrados amigos de Catalina la Grande. Pero los tiempos cambian y lo que antes era privilegio de pr¨ªncipes y otras potestades ahora puede ser adquirido por vasallos con buen gusto y con cierta, eso s¨ª, solvencia econ¨®mica. 350.000 pesetas bastan para hacerse con un deslumbrante Genta, aunque, si el exquisito paladar lo sugiere, se puede llegar a comprar el m¨¢s caro de los relojes expuestos en Barcelona,86.400.000 pesetas, que incluye brillantes y esmeraldas y un sugestivo complemento: un pulsador en oro amarillo y blanco para cambiar el calendario cuando as¨ª se requiere.
Los relojes de Genta van desde las esferas de n¨¢car, con calendarios perpetuos y las fases de la luna, hasta los que integran previsores ta?idos que cada cuarto de hora recuerdan delicadamente que el tiempo transcurre tambi¨¦n en las mu?ecas. Pero la m¨¢s cara de las creaciones se encuentra en la central ginebrina y est¨¢ valorada en un mill¨®n de d¨®lares. S¨®lo un establecimiento en cada pa¨ªs ofrece la exquisitez de las obras de Genta, quien le quita importancia al dinero mientras pasea orgulloso entre sus esferas multicolores y millonarias y conversa atentamente con el p¨²blico que asiste a su presentaci¨®n barcelonesa.
"Sus creaciones son la m¨¢xima expresi¨®n del refinamiento", explica un joyero. Lejos quedan firmas como Cartier, que lo hace seriado, y, por supuesto, los laboriosos, mecanizados y automatizados japoneses. G¨¦rald Genta es otra guerra. ?l quiere demostrar que el tiempo de la era tecnol¨®gica puede medirse de forma precisa y artesana. Quedan a m¨¢s de 2.000 a?os aquellos geniales calcleos que dividieron el d¨ªa y la noche en 12 horas, respectivamente. O los egipcios con sus clepsidras.
Al socialismo primitivo de la colectivizaci¨®n horaria, a la puntualidad de la revoluci¨®n industrial, le ha sucedido la elegancia de quienes pueden contemplar el impecable futuro con la precisi¨®n bien sujeta a sus mu?ecas.
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