Trasvase en Washington
EL INESPERADO cese de William Clark como consejero presidencial para la Seguridad Nacional, uno de los puestos m¨¢s pr¨®ximos al presidente Reagan, y su incorporaci¨®n al Gabinete como secretario del Interior, augura cierta reacomodaci¨®n de la pol¨ªtica exterior estadounidense en la v¨ªspera de jornadas decisivas. En principio, este hecho implica el trasvase de un hombre situado en un puesto clave de la pol¨ªtica exterior norteamerica hacia otra esfera, tambi¨¦n crucial, pero de pol¨ªtica interna, sobre todo por la conexi¨®n directa que existe entre esta Secretar¨ªa del Interior y cuestiones de pol¨ªtica social que pueden ser decisivas para la ya cercana campa?a electoral. Reagan fue elegido en 1980 sobre la base de una plataforma en la que promet¨ªa devolver a EE UU una posici¨®n de hegemon¨ªa en el mundo, a partir de la idea central de que hac¨ªa falta emplear con la URSS un lenguaje de fuerza e intransigencia, y, sobre todo, poner en marcha planes de rearme nuclear. Es probable que colocar¨¢ a finales de a?o algunos Pershing 2 y misiles crucero en Europa occidental; pero el coste pol¨ªtico ser¨¢ alto y sus relaciones con sus aliados europeos est¨¢n sufriendo ya un deterioro visible. En Oriente Pr¨®ximo y en Centroam¨¦rica, la pol¨ªtica exterior de se encuentra en una situaci¨®n dificil, con unidades militares propias complicadas en operaciones de diverso g¨¦nero; del plan Reagan para Oriente Pr¨®ximo ya nadie habla para no recordar su fracaso.William Clark, al frente del Consejo de Seguridad ha representado precisamente una visi¨®n antisovi¨¦tica maniquea, ha preconizado la presencia militar de EE UU en zonas conflictivas: en El Salvador, para ayudar al Ej¨¦rcito contra las guerrillas; en Honduras, para crear bases de apoyo a la lucha de los grupos somocistas contra el Gobierno sandinista. Los dem¨®cratas, desde los foros parlamentarios de Washington, han sabido explotar bien las dificultades de Reagan en Centroam¨¦rica, siguiend¨® una pol¨ªtica de dejar nadar a Reagan en sus peticiones de m¨¢s millones de d¨®lares para contener el comunismo en esa zona. De esta forma la pol¨ªtica de Reagan est¨¢ fracasando sola, sin que los dem¨®cratas tengan que sufrir la imputaci¨®n de que tal fracaso obedeci¨® a su obstrucci¨®n parlamentaria. As¨ª, los, dem¨®cratas han aleccionado a Reagan a nadar en aguas pol¨ªtica mente tan profundas para dificultar el retorno de los que en ellas se zambullen. Conviene recordar que Clark logr¨® eliminar a Thomas Enders, actual embajador en Madrid, de su cargo anterior como subsecretario de Estado para Am¨¦rica Latina; la raz¨®n fue que Enders preconizaba una pol¨ªtica m¨¢s flexible en Centroam¨¦rica, una pol¨ªtica de dos pistas (two track policy), que tuviese en cuenta la necesidad de negociaciones pol¨ªticas, adem¨¢s de la asistencia militar. En la actual coyuntura, una pol¨ªtica de dureza y de creciente intervenci¨®n militar va empujando a EE UU hacia una disyuntiva en la que se ve abocada al env¨ªo de soldados, hacia un nuevo Vietnam. Perspectiva que levanta oposici¨®n y protestas en la opini¨®n p¨²blica y en los medios parlamentarios, desde luego dem¨®cratas, pero tambi¨¦n en sectores republicanos.
El presidente Reagan, sobre todo cuando se prepara a entrar en la carrera electoral hacia una nueva presidencia, necesita, en cierto modo, recoger velas en algunos de los aspectos m¨¢s comprometidos de su pol¨ªtica internacional y presentar una imagen de mayor moderaci¨®n. El desplazamiento de Clark hacia la Secretar¨ªa del Interior, y el nombramiento de Robert McFarlane para sustituirle, responde a esa necesidad; sobre todo si se tienen en cuenta las fuertes presiones de la derecha m¨¢s radical para imponer, en lugar de McFarlane, a Jeanne Kirkpatrick, la intransigente delegada de EE UU ante la ONU. El Washington Post subraya que el nombramiento de McFarlane ha ca¨ªdo bien en el Departamento de Estado y ha suscitado cr¨ªticas en el Pent¨¢gono y en la CIA. En cuanto al New York Times, dice que McFarlane representa "el triunfo de la competencia sobre la ideolog¨ªa" y agrega que ¨¦ste "parece tener la habilidad y el temperamento adecuados para preparar, por fin, una actitud sobria del presidente en las relaciones con los rusos".
Por otro lado, el trasvase de Clark casi ha coincidido con una reaparici¨®n, en la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica exterior norteamericana, de Heriry Kissinger, que encabeza una comisi¨®n especial nombrada por el presidente para elaborar una pol¨ªtica a largo plazo para Centroam¨¦rica; este cargo puede ser un primer paso hacia papeles de mayor alcance. Esta incorporaci¨®n de Kissinger al equipo de pol¨ªtica exterior de Reagan tiende a dar una mejor imagen y una sensaci¨®n de mayor eficacia y competencia ante el electorado. Sin duda, las elecciones se juegan siempre sobre cuestiones de pol¨ªtica interior; pero es fundamental para un candidato a la presidencia que los problemas de pol¨ªtica exterior no sean fuente de excesivas inquietudes.
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