Reagan mantendr¨¢ a los "marines en L¨ªbano tras la matanza de Beirut, reivindicada por radicales isl¨¢micos
158 muertos, 83 heridos y m¨¢s de 60 desaparecidos, balance provisional
Conductores suicidas a bordo de camiones cargados con centenares de kilos de explosivos se lanzaron ayer a toda velocidad contra dos acuartelamientos de las tropas norteamericanas y francesas de paz en Beirut y causaron cerca de 200 muertos. Se trata de la acci¨®n de guerra m¨¢s sangrienta para Estados Unidos desde Vietnam. La matanza se la atribuy¨® un grupo isl¨¢mico desconocido. Reagan dijo estar "m¨¢s decidido que nunca" a mantener la presencia de los marines "para hacer frente a los que quisieran hacernos abandonar la regi¨®n". Ochocientos infantes de marina partieron esta madrugada de Camp Lejeune, en Carolina del Norte. El primer ministro franc¨¦s, Pierre Mauroy, asegur¨® que Francia no retirar¨¢ sus tropas de L¨ªbano. Por su parte, el senador Edward Kennedy calific¨® el hecho como un "Pearl Harbor terrorista en Oriente Pr¨®ximo". La Casa Blanca advirti¨® que actuar¨ªa con rigor contra los autores.
Al menos 158 oficiales y soldados de los contingentes norteamericano y franc¨¦s de la fuerza multinacional de paz destacada en L¨ªbano resultaron muertos, 83 m¨¢s heri dos y m¨¢s de 60 desaparecieron en dos espectaculares atentados perpetrados ayer en Beirut contra los acuartelamiento s que ocupaban ambos destacamentos. Las ta reas de rescate continuaban en la madrugada de hoy.En ambos casos, seg¨²n versiones oficiales, camiones de diferente tama?o, guiados por conductores suicidas y cargados con varios centenares de kilos de explosivos, lograron forzar a gran velocidad los controles de seguridad y acercarse hasta los edificios militares, donde hicieron explosi¨®n e hicie ron a su vez estallar los arsenales de los cuarteles, reducidos inmediatamente a escombros.
Los marines de guardia en el primer control de acceso a la zona sometida a la vigilancia norteamericana "lograron advertir por radio al cuartel general de la inminente llegada de un cami¨®n loco", revel¨® el portavoz del contingente estadounidense, comandante Robert Jordan. "Pero", a?adi¨®, "no tuvimos tiempo de evacuar el edificio".
El ¨²ltimo balance de la matanza, que se la ha atribuido el hasta ahora desconocido Movimiento de la Revoluci¨®n Isl¨¢rnica Libre, asciende a 146 marines muertos, 69 heridos y varias decenas de desaparecidos, presumiblemente muertos, seg¨²n fuentes oficiales.
Los portavoces franceses dieron un balance provisional de 12 soldados franceses muertos, 14 heridos y 53 sepultados que, en su mayor¨ªa, no saldr¨¢n vivos.
Las dos explosiones, registradas con tres minutos de intervalo poco despu¨¦s de las seis de la ma?ana (cinco de la ma?ana hora peninsular espa?ola), sacaron de sus camas a los beirut¨ªes cuando su fragor hizo saltar hechos a?icos Ios muros del acuartelamiento de los 1.600 infantes de Marina estadounidenses, junto al aeropuerto de Beirut y el edificio donde se alojaba una compa?¨ªa de paracaidistas franceses, muy cerca de la Embajada de Espa?a.
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1.500 kilos de explosivos convirtieron en ruinas los edificios que albergaban a los soldados franceses y norteamericanos
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En el doble ataque suicida se emple¨® tonelada y media de explosivos. El estallido de 1.200 kilos de bombas, seg¨²n las estimaciones de los expertos castrenses, redujo inmediatamente al largo edificio rectangular, de cuatro pisos, que los militares norteamericanos sol¨ªan llamar Hotel Beirut Hilton, a tan s¨®lo una altura de un par de metros de escombros, bajo los cuales quedaron sepultados unos 200 marines.
Sorprendidos en pleno sue?o despu¨¦s de haber asistido el s¨¢bado a la actuaci¨®n del grupo de m¨²sica country Megaband, llegado especialmente de Estados Unidos, o preparando el desayuno, los infantes de Marina no tuvieron tiempo para huir de un edificio en el que las municiones almacenadas provocaron nuevas explosiones en cadena y varios incendios. Todo era desolaci¨®n en las inmediaciones del cr¨¢ter de 30 metros de profundidad provocado por el estallido, donde los periodistas, guiados por el comandante Jordan, pudieron ver jeeps y camiones calcinados e impactos de metralla en las paredes de los edificios adyacentes, cuyas ventanas y puertas estaban tambi¨¦n destrozadas.
"Nunca he visto algo parecido desde la guerra de Vietnam", afirm¨® Jordan, cuyo uniforme y brazos estaban a¨²n manchados de sangre, mientras los socorristas norteamericanos y libaneses sacaban, al ritmo de uno cada tres minutos, cuerpos de los escombros.
Subidos en el tejado del edificio que alberg¨® hace a?os a la direcci¨®n de la Aviaci¨®n Civil libanesa, los equipos de rescate, provistos de picos y palas y ayudados por impresionantes excavadoras, se guiaban por los gritos de los sepultados para extraer de los escombros a j¨®venes marines mutilados, desfigurados, pero a¨²n con vida, y a cad¨¢veres de adolescentes imberbes pertenecientes a la elite de las Fuerzas Armadas norteamericanas.
El rostro del enemigo
En el suelo, a varias decenas de metros alrededor de lo que fue el cuartel general de la 24 Unidad Anfibia, se encontraban uniformes manchados de sangre, fotograf¨ªas de familia, cartas, casetes y hasta restos humanos de los marines fallecidos, que hicieron saltar las l¨¢grimas a m¨¢s de un superviviente.
"Si a¨²n supi¨¦semos qui¨¦nes son nuestros enemigos, qu¨¦ cara tienen, d¨®nde est¨¢n y d¨®nde podemos pelear con ellos, estar¨ªamos m¨¢s serenos", afirmaba indignado un teniente norteamericano. "Pero", prosegu¨ªa, "ante estos actos salvajes s¨®lo podemos reaccionar con nuestra impotencia rabiosa".
Tendidos en camillas en la autov¨ªa que conduce a la terminal del aeropuerto internacional de Beirut, a 250 metros del cuartel general, y tambi¨¦n bastante da?ada por la explosi¨®n, los heridos y muertos, entremezclados -generalmente vestidos con tan s¨®lo unos calzoncillos-, fueron transportados en ambulancias y camiones hasta la pista oeste, donde aterrizaban constantemente helic¨®pteros del portaviones Eisenhower, y les evacuaban hasta el barco-hospital Iwo Jima, o incluso hasta los hospitales militares brit¨¢nicos de la cercana isla de Chipre.
Tanto el contingente brit¨¢nico como el italiano de la fuerza multinacional enviaron inmediatamente al lugar de la tragedia a equipos m¨¦dicos, mientras la decena de buques de la Sexta Flota -incluido el acorazado New Jersey-, que navega permanentemente en aguas territoriales libanesas, recib¨ªan orden de acercarse a la costa de Beirut, en una impresionante demostraci¨®n de fuerza, a la que tambi¨¦n se sumaron nueve barcos de guerra de las marinas francesa, italiana y brit¨¢nica.
Poco despu¨¦s del atentado contra el cuartel general, los francotiradores reanudaron sus disparos contra las posiciones avanzadas norteamericanas en torno al aeropuerto, que tuvo que ser cerrado durante un par de horas.
S¨®lo unos 300 kilogramos de explosivos colocados a bordo de una camioneta, conducida tambi¨¦n por otro kamikaze, fueron necesarios, siempre seg¨²n los expertos militares, para convertir en cuatro metros de escombros la posici¨®n militar francesa denominada Drakkar, un edificio deun centro docente puesto por las autoridades a disposici¨®n de una compa?¨ªa del Sexto Regimiento franc¨¦s de Infanter¨ªa Paracaidista, del contingente galo que integra la fuerza multinacional.
Los soldados y gendarmes franceses, con los nervios al rojo vivo cada vez que o¨ªan los lamentos de sus compa?eros enterrados vivos ba o las ruinas, llegaron a amenazar con abrir fuego contra la muchedumbre de periodistas y curiosos que se concentraba al final de Ramat el Baida, y acabaron por efectuar alg¨²n que otro disparo al aire para alejarla.
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