Prensa y Gobierno
O sea que vienen a por nosotros. La reforma del C¨®digo Penal que prepara el Gobierno me parece que nos va a coger en bragas, a los periodistas me refiero. Se anuncian penas m¨¢s duras para la Prensa -a m¨ª: que me registren- y la creaci¨®n del delito de "calumnias e injurias reiteradas". El Ministerio de Justicia nos lo pone crudo a las v¨ªboras de la press. Nos pueden inhabilitar entre seis meses y cuatro a?os. Uno, que no es otra cosa que un habilidosillo, a ver qu¨¦ hace inhabilitado, aparte jugar al parch¨ªs de memoria y sin parch¨ªs. Parece que la uced¨¦ se qued¨® corta y ahora nos van a decir una palabra m¨¢s alta que otra, a los periodistas, me refiero, o sea, s¨ª. A m¨ª esto me resulta una recuperaci¨®n que la democracia hace de las mejores cosas del franquismo. Con Franco ¨¦ramos m¨¢s brillantes. Con Franco murieron, aquella misma noche, muchos antifranquistas de profesi¨®n. Yo mismo escrib¨ªa para toda Espa?a unas cr¨®nicas bastante le¨ªdas, donde la Resistencia no era sino insinuaci¨®n, persuasi¨®n suasoria, sugerencia, cosa. Fern¨¢ndez Sordo me amenaz¨® incluso con ponerme un t¨¦lex en casa, ya que quer¨ªa ser mi primer lector y degustar antes que nadie el veneno mas¨¢nico que deste?¨ªa de mi prosa, para inhabilitarme o no. Una vez me lo dijeron:-Le vamos a quitar a usted el camet.
-Es que no tengo carnet.
De modo que segu¨ª escribiendo. Los carnets son una cosa que ata mucho. Como una esposa, salvo los cuernos. Pero lo que m¨¢s me ha dolido, osea, y lo digo con el coraz¨®n de mel¨®n en la mano, es el delito de "calumnias e injurias reiteradas". Comprendo que una legislaci¨®n fuerte y adversa nos fortalece, corno pas¨® con el tardofranquistrio, que fue cuando salimos V¨¢zquez Montalb¨¢n y yo y alg¨²n otro. Pero han pasado los a?os y uno ha hecho de la calumnia y la injuria reiterada su g¨¦nero literario. Lo dijo don Paco Quevedo: "D¨ªa llegar¨¢ en que se are con maridos en Castilla". Llamar cornudos a los maridos (que lo son o van camino de serlo) es, un suponer, calumnia/injuria que, apart¨® la gozada comanche, tiene morbo para el personal (me lo dicen las marquesas y los taxistas) y favorece la austera y sequiza agricultura castellana, que alguien tiene que arar la tierra, y los bueyes cantados por el joven poeta Llamazares, tan bellamente, parece que se niegan. Tengo que mirar bien a ver si en la reforma del C¨®digo Penal que prepara el Gobierno viene algo contra los bueyes o contra los maridos. Nuestros legisladores es que son capaces de todo. Pero volvamos a lo info. La calumnia, como me dijo C¨¦sar en Teide, entre la pitillera oro de Don Alfonso XIII y las cerillas de la cocinera, "es una adivinaci¨®n m¨¢gica". Claro, la calumnia no funciona si no es veros¨ªmil. Llamarles a Indibil o a Madonio maricones es algo que no funciona. Llamar cornudo a un intelectual, a lo mejor, s¨ª. En cuanto a la "injuria reiterada", el Libro de Estilo de este peri¨®dico no la acepta, pero yo soy el off/off de mi se?orito (el otro d¨ªa se lo dije al entrevistador del New York Times). Y aqu¨ª mi se?orito me deja injuriar/calumniar por libre al personal, porque luego las calumnias se corroboran con los n¨²meros y las auditor¨ªas, como las injurias. Mis caluinnias/injurias a Ruiz-Mateos son muy anteriores a la auditor¨ªa, admirado Boyer. Cuando el r¨ªo suena, agua sucia lleva. Si a m¨ª no me dejan llamar ladrones a los ladrones -espantosa calumnia- ni cornudos a los cornutos, estoy acabado como columnista.
Y que no me venga mi joven y querido Calomarde -toda una gran promesa- con que esto, m¨¢s que una columna, es una pir¨¢mide, porque me faraoniza y me somete al culto de los muertos. Volvamos a la preceptiva y a los g¨¦neros, que es que se han perdido las costumbres. Yo soy un calumniador/injuriador nato. Es mi g¨¦nero. Cuando hablo de cuernos o prevaricaciones, estoy acertando por azar objetivo. Lo m¨ªo es un periodismo otro. Me parece que estoy cogido.
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