Rumor de sables
Mientras una absoluta mayor¨ªa de argentinos, ansiosa, casi desesperadamente, votaba ayer por la democracia como sistema de convivencia en libertad, un grupo minoritario -que hasta el momento no alcanza a m¨¢s de 10 civiles y un par de contactos militares- se prepara ya para dar un nuevo golpe de Estado.La conspiraci¨®n, de la que tienen conocimiento s¨®lo cuatro periodistas, ser¨¢ denunciada la semana pr¨®xima por la Prensa independiente. A pesar del probable desmentido oficial y la imposibilidad de probar el car¨¢cter golpista de las reuniones, se conocen los nombres de los involucrados, entre los que figuran algunos funcionarios del ¨²ltimo Gobierno militar.
Los trabajos realizados dan por segura la desestabilizaci¨®n del proceso democr¨¢tico, en especial si se concreta la victoria electoral del peronismo. Para preservar la desgastada imagen de las Fuerzas Armadas, en los an¨¢lisis se considera la alternativa de que sea un civil quien presida el futuro Gobierno militar.
La demoledora evidencia descubre el verdadero nudo del conflicto social argentino. Por debajo de la esperanza depositada en cada voto, cada uno de los habitantes de este pa¨ªs permanece acorazado bajo un pesado escepticismo. La noticia del golpe no har¨¢ m¨¢s que reforzar la certeza de que aqu¨ª lo ¨²nico que se transfiere es el gobierno, no el poder.
A la democracia no le queda m¨¢s espacio que el que pueda ganar con sus propios pasos. S¨®lo as¨ª podr¨¢ contar con la ¨²nica garant¨ªa que tiene un r¨¦gimen de gobierno civil: la movilizaci¨®n popular.
Un pueblo hambriento, perseguido y enga?ado como el argentino est¨¢ ya dispuesto para ser convocado, pero antes requiere, como condici¨®n ¨²nica, que el partido elegido, apoyado por las otras fuerzas pol¨ªticas en el marco de un acuerdo social, de respuesta inmediata a las necesidades urgentes que no son, como se cree, econ¨®micas, sino morales.
Es en este punto donde estar¨¢n puestas todas las expectativas desde el d¨ªa en que el nuevo presidente pronuncie su discurso de asunci¨®n del mando.
Por iniciativa de la Democracia Cristiana, los partidos pol¨ªticos firmaron ya la llamada Carta Democr¨¢tica, documento que los compromete a la defensa del nuevo sistema de libertades.
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