"Los norteamericanos "llegaron y bombardearon todo..."
"1983. A?o de la Educaci¨®n Pol¨ªtica y Acad¨¦mica". As¨ª reza un gran cartel a la entrada de San Jorge, la hermosa capital de una bella Granada. El mensaje estaba destinado a sus habitantes por el sumamente popular l¨ªder asesinado Maurice Bishop. Quiz¨¢ EE UU y Cuba pudieran haber aprendido la lecci¨®n. Lo ocurrido en los ¨²ltimos d¨ªas puede aclarar el futuro: "Si Estados Unidos no hubiera invadido la isla, el pueblo granadino hubiera salido por s¨ª solo de sus problemas", coment¨® el fot¨®grafo personal de Bishop, un brit¨¢nico residente desde tiempo en la isla y un testigo de excepci¨®n. El caso es que, a estas alturas, no cabe duda de que la invasi¨®n ha resultado ser popular entre la poblaci¨®n.
ENVIADO ESPECIALGranada parece un lugar paradisiaco, al menos para los turistas. Estos ¨²ltimos d¨ªas, algunas tiendas de alimentaci¨®n han sido saqueadas, pero en Saint George no parece haber ya peligro para las vidas humanas. Salvo una humareda ocasional en una colina, este enviado especial no asisti¨® a ning¨²n incidente de importancia en su primera visita a la isla.
La capital est¨¢ virtualmente intacta, salvo la residencia del primer ministro y el fuerte Ruppert, donde Bishop fue finalmente acribillado a tiros. Los chal¨¦s escalonados sobre la colina que baja al puerto le daban un aspecto envidiable a esta peque?a ciudad, donde aprieta el calor y los m¨¢s j¨®venes de los habitantes van despechugados o en camisetas de brillantes colores, y donde no falta el transistor ocasional o el casco de un minimagnet¨®fono.
Al parecer, la parte m¨¢s dura de la lucha ha terminado. Las tropas norteamericanas han conseguido s¨®lo asegurar tres zonas: al Sureste, la capital y el aeropuerto de Punta Salinas, construido por los cubanos; y al Noreste, el antiguo aeropuerto de Pearls. En Punta Salinas es un constante ir y venir el de todos estos aparatos militares, con bater¨ªas antia¨¦reas instaladas como esperando algo que quiz¨¢ nunca vendr¨¢. Una vez evacuados gran parte de los extranjeros, la vida aqu¨ª parece de lo m¨¢s normal, al menos cerca de la ciudad.
"Bombardearon todo"
Hay unos 5.000 soldados norteamericanos en tierra y otros 10.000 en los barcos que rodean a esta isla de 11.000 habitantes que no tendr¨¢ m¨¢s de veinte kil¨®metros de largo. A esto hay que sumar trescientos soldados de los seis pa¨ªses del Caribe que apoyaron la invasi¨®n. En general, los norteamericanos han sido bien acogidos. La gente les sonr¨ªe y les habla. Ello no obsta para que un granadino comentara que "los norteamericanos llegaron y bombardearon todo ... ; no est¨¢ bien invadir un pa¨ªs independiente".El d¨ªa de la invasi¨®n, el martes pasado, un soldado granadino estaba ayudando a los invasores a descargar cajas de armas en el aeropuerto cuando arranc¨® su land rover y un soldado norteamericano le dispar¨®, "seguramente por nerviosismo"; a pesar de esto, el granadino, convaleciente en el hospital general de Saint George, se?ala que "nos liberaron del problema que ten¨ªamos". Con la invasi¨®n tambi¨¦n fueron puestos en libertad los presos pol¨ªticos y comunes que se encontraban en la c¨¢rcel.
?Est¨¢ Espa?a en Cuba?", pregunt¨® una jovencita a algunos periodistas que dec¨ªan venir de aquel pa¨ªs. La ni?a comentaba que "los americanos son buenos todos. Los cubanos, unos s¨ª y otros no". El n¨²mero de cubanos en la isla era dif¨ªcil de concretar. Este enviado especial a¨²n no ha podido comprobar con sus ojos lo que hab¨ªa en los famosos almacenes de armas, pero desde luego ha visto fusiles sovi¨¦ticos AK-47 y de otro tipo, en n¨²mero de unos 500, que proven¨ªan de casas particulares o dep¨®sitos.
"Sin duda alguna, el aeropuerto no estaba dise?ado para ser una base militar", coment¨® el citado fot¨®grafo personal de Bishop, que acud¨ªa una vez por semana a Punta Salinas para fijar con su c¨¢mara el desarrollo de unos trabajos emprendidos con ayuda cubana para conseguir una pista de unos 3.000 metros destinada principalmente al turismo. El caso es que otros granadinos indican que los cubanos .nos enga?aron". Los militares norteamericanos afirman una y otra vez que Cuba quer¨ªa exportar la revoluci¨®n y la guerrilla al resto del Caribe y a Centroam¨¦rica a trav¨¦s de Granada.
El coronel que lleg¨® de Cuba
Seguramente previendo la invasi¨®n, el d¨ªa antes lleg¨® a Granada un coronel cubano -hoy en manos de los norteamericanos- para preparar la resistencia. Una resistencia que parec¨ªa abocada al fracaso. De ah¨ª que diversos observadores condenen tanto a los norteamericanos como a Fidel Castro, que envi¨® a estos cubanos al pat¨ªbulo para hacer de ellos m¨¢rtires del Caribe. "Los norteamericanos, encontrando ah¨ª cierta excusa, se obsesionaron, perdieron la visi¨®n de su objetivo y comenzaron a luchar contra los cubanos -entrenados para la guerra a pesar de su car¨¢cter de t¨¦cnicos y obreros - y no contra el Consejo Militar de la isla, que era lo importante", se?al¨® el fot¨®grafo de Bishop, que prefiere conservar su anonimato.As¨ª, remontando la historia a trav¨¦s de los relatos de los habitantes, se llega a la conspiraci¨®n contra Bishop, un hombre que gozaba de extrema popularidad, a pesar de su sistema dictatorial. Pero Bishop quiso instaurar un socialismo que mantiene las vallas en los campos y un 60% de la econom¨ªa en manos privadas. Bajo su mandato, desde que tomara el poder en 1979, desarroll¨® la pesca comercial -hasta entonces, inexistente en la isla- y redujo sustancialmente el paro en este pa¨ªs pobre, dedicado sobre todo a una agricultura irregular dependiente del mercado internacional.
Como se recordar¨¢, Bishop fue depuesto por, supuestamente, en primer lugar, el viceprimer ministro, Bernard Coard, y el jefe del Ej¨¦rcito Revolucionario Popular, Hudson Austin. Fueron 7.000 granadinos los que liberaron a Bishop, poniendo a los ni?os a la cabeza de la comitiva. El Ej¨¦rcito no os¨¦ realmente disparar. Hasta que poco despu¨¦s lo hizo en el fuerte Ruppert, donde se encontraban Bishop y unas 400 personas ante la puerta. El Ej¨¦rcito, seg¨²n un testigo ocular, dispar¨® primero con una tanqueta y luego con r¨¢fagas de ametralladora. A¨²n se desconoce el n¨²mero de muertos. Al hospital general llegaron 59 heridos, dos de ellos murieron poco despu¨¦s.
"Lo m¨¢s probable, indica el fot¨®grafo de Bishop, "es que Coard y Austin hubieran organizado un golpe desde tres meses antes. Bishop lo previ¨® demasiado tarde, pero lleg¨® a pasar mensajes a sus fieles a trav¨¦s de su jefe de seguridad".
Bishop hab¨ªa formado tambi¨¦n una milicia popular -unos 5.000 hombres, es decir, uno de cada 20 habitantes- paralela al Ej¨¦rcito. Previendo lo que iba a ocurrir, una semana antes del golpe el Ej¨¦rcito retir¨® las armas de los campamentos de las milicias, impidiendo as¨ª que el pueblo se armara. Es m¨¢s, la noche antes de la invasi¨®n, el Ej¨¦rcito llev¨® en camiones armas hacia el monte, previendo que tendr¨ªa que replegarse hacia el interior. La invasi¨®n no fue, pues, una sorpresa, y es posible que los cubanos hubieran tra¨ªdo armas para esa eventualidad.
Pero para alguna gente en Granada, tras el asesinato de Bishop, el Ej¨¦rcito cay¨® en tal impopularidad qu¨¦ el pueblo, aun sin armas, hubiera acabado con ¨¦l. "Si Estados Unidos no hubiera invadido, seguramente los granadinos hubieran terminado por s¨ª mismos con su propio problema", se?al¨® el fot¨®grafo. No se sabe exactamente cu¨¢ntos hombres estaban en el Ej¨¦rcito. Unos dicen que 500, otros que 1.000: Coard se ha entregado tras un chivatazo. Austin fue detenido posteriormente. Pero, tras la invasi¨®n, casi todos los granadinos a los que hablo tienen una sola palabra en su boca: democracia.
Algunos miembros del Ej¨¦rcito revolucionario se han quitado el uniforme y se mezclan de paisano con la poblaci¨®n. Por eso algunos testigos de la muerte de Bishop no quieren a¨²n contar todo lo que pas¨®, temen por su vida. Por eso algunos piensan que el Ej¨¦rcito norteamericano no puede retirarse muy pronto y ceder su lugar a una fuerza multinacional, pues el Ej¨¦rcito granadino no est¨¢ bajo control.
Dado el tipo de terreno monta?oso, fuerzas norteamericanas pueden a¨²n tardar en peinar toda la isla. Un capit¨¢n se entreg¨® ayer. Hab¨ªa que ver su cara de terror. Entretanto, varias familias han quedado profundamente divididas, cuando el hijo era partidario del Consejo Militar que presidi¨® Austin, tras el asesinato de Bishop, y el padre partidario del antiguo r¨¦gimen. Y corren rumores de chivatazos contra los colaboradores del Consejo Militar. El gobernador general de Granada, sir Paul Scoon, representante de la reina Isabel II de Inglaterra, va a tener grandes dificultades en restablecer una vida pol¨ªtica normal en la isla.
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