Salir de casa
Las manifestaciones crean dependencia. Hay toda una generaci¨®n de espa?oles que cada cierto tiempo necesita desfilar detr¨¢s de una pancarta a una velocidad aproximada de 2 kil¨®metros por hora, disfrazada de muchedumbre y recitando pareados. No excluyo en el contumaz de las manifestaciones dolencias ideol¨®gicas, carencias econ¨®micas, iras sindicales o desgarro por las enormes injusticias del momento. Pero a la hora de interpretar estos acontecimientos ser¨ªa un error imperdonable orillar el hecho de la adicci¨®n f¨ªsica y ps¨ªquica a este tipo de actos.Aquel espeso reunionismo de la era de la resistencia ha derivado en estas muy rituales Procesiones pol¨ªticas que peri¨®dicamente interrumpen el tr¨¢fico de nuestras ciudades. Recuerdo el caso de un militante que fue expulsado sin contemplaciones de su partido marxista-leninista porque se declar¨® a favor de la lucha de clases, pero en contra de las reuniones; lo cual se entendi¨® como una muy sutil manera de poner en solfa la estrategia revolucionaria.
Lo formul¨® alguien: si celebras suficientes reuniones durante un per¨ªodo de tiempo suficientemente largo, las reuniones acaban siendo m¨¢s importantes que los problemas que tratabas de resolver. Con las manifestaciones ocurre lo mismo. El tiempo y la insistencia han logrado convertir estos acontecimientos callejeros en hechos espl¨¦ndidamente intransitivos. Salimos a la calle con la careta antimisil, la bicicleta ecol¨®gica, el consenso antigolpista o las pegatinas del "no, gracias", y despu¨¦s, del primer kil¨®metro, ronco, consonante y euf¨®rico ya no sabes muy bien qu¨¦ rayos pintas en medio de esa, algarab¨ªa de dudosa influencia pol¨ªtica.
Se quejan estos d¨ªas los papistas del nulo resultado cat¨®lico de aquellas manifestaciones del Totus Tuus, hace ahora un, a?o. Olvidan que las manifestaciones -tanto montan las p¨ªas como las imp¨ªas- carecen de memoria, se agotan a medida que avanzan hacia la gran explanada de la disoluci¨®n y se acaban convirtiendo en un fin que se muerde la cola. De regreso a casa, experimentadas la conocida sensaci¨®n amarga de que ya has vivido ese mismo instante, con pelos y se?ales, un mont¨®n de veces. S¨®lo se manifiesta la manifestaci¨®n de la misma manera que antes s¨®lo se reun¨ªa la reuni¨®n.
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