El asesinato de la realidad
Seg¨²n mis noticias, los americanos atacan la jungla de Granada a bordo de helic¨®pteros que emiten la Cabalgata de las Walkirias, imitando la famosa secuencia del filme Apocalipse Now. La profec¨ªa de Oscar Wilde se ha cumplido. Wilde hab¨ªa asegurado, en una de sus m¨¢s desconcertantes paradojas, que la naturaleza sigue al arte; ahora empezamos a entenderlo.Tambi¨¦n hab¨ªa proclamado que es m¨¢s dificil la cr¨ªtica que la creaci¨®n: "No hay creaci¨®n art¨ªstica digna de este nombre sin la facultad cr¨ªtica, ese afinado esp¨ªritu de preferencia y delicado instinto de selecci¨®n, a trav¨¦s del cual el artista nos presenta la vida, confiri¨¦ndole una perfecci¨®n moment¨¢nea. Tal esp¨ªritu de selecci¨®n, ese sutil tacto de omisi¨®n" -aqu¨ª Wilde repite a Walter Pater- "es realmente la facultad cr¨ªtica en uno de sus talantes m¨¢s earacter¨ªsticos, y nadie desprovisto de esta facultad podr¨¢ crear art¨ªsticamente. En general, los cr¨ªticos -me refiero, naturalmente, a los mejores, aquellos que escriben para dia" rios de seis peniques- suelen ser m¨¢s cultivados que los autores a quienes deben glosar. Es lo que se pod¨ªa esperar, porque la cr¨ªtica exige una cultura infinitamente mayor que la creaci¨®n".
La m¨¢s reciente escuela de cr¨ªtica literaria parece haberse tomado en serio las intuiciones de Wilde; Geoffrey Hartman, arrebatado por el entusiasmo deconstructivo, afirma que la labor creativa principal ha pasado del artista literario al cr¨ªtico. La historia de esta excitante inversi¨®n pasa, naturalmente, por Francia.
Sepultados Marmontel y Saint-Beuve en las librer¨ªas de viejo, arrasados los simbolistas por la marea materialista del realismo socialista, emerge en los a?os sesenta un paradigma cient¨ªfico que se intenta aplicar a la cr¨ªtica literaria: es el estructuralismo, hijo de la ling¨¹¨ªstica y la antropolog¨ªa. Estructura es la configuraci¨®n de posiciones relativas de elementos dentro de un conjunto; los-elementos pueden cambiar, pero sus posiciones relativas se mantienen. Se ha comprobado que cada siete a?os las c¨¦lulas del labio de la amada no son, como tem¨ªa Hafiz, polvo en el camino, sino regenerados in situ: hay un cambio de elementos en una permanencia de estructura. Para el estructuralismo, lo primordial son las relaciones posicionales, no los elementos que las ocupan, que pueden cambiar y cambian, sin que suceda nada, porque la estructura no se altera.
El bi¨®logo von Bertalanffy estableci¨® en EEUU un estructuralismo denominado Teor¨ªa General de Sistemas, el cual postula como b¨¢sica la noci¨®n isomorfismo, que es la igualdad de estructuras -entre dos fen¨®menos distintos, dispares incluso, pertene-ciendo a ¨¢mbitos de experiencia tan alejados como biolog¨ªa y econom¨ªa, literatura o mitolog¨ªa, antropolog¨ªa y ling¨¹¨ªstica. LeviStrauss, antrop¨®logo franc¨¦s que trabaj¨® en Suram¨¦rica, ilustr¨® el isomorfismo entre las leyes de parentesco de las sociedades primitivas y las leyes sem¨¢nticas postuladas por el ling¨¹ista Roman Jakobson. La b¨²squeda de isomorfismos es un camino hacia la unificaci¨®n de las ciencias para conseguir un lenguaje com¨²n a todas ellas que formalice relaciones estructurales, dejando que cada ciencia particular llene esos andamios isomorfos con ros elementos propios de cada una: c¨¦lulas, pesetas, ciudadanos, ¨¢tomos, fonemas o indios.
Saussure hab¨ªa se?alado que el lenguaje es un sistema de relaciones en el cual la unidad fon¨¦tica o sem¨¢ntica no tiene entidad propia, sino que su identidad depende de las dem¨¢s. Es el lugar que ocupa esa unidad lo que determina su valor. "El lenguaje es una forma, no una sustancia", lema saussuriano que fundamenta el estructuralismo aplicado a lo literario y, por extensi¨®n, a las
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dem¨¢s artes. Los resultados parecen desproporcionados al esfuerzo: la productividad en comprensi¨®n que resulta del esfuerzo mental cr¨ªtico es ¨ªnfima. Leyendo las 40 dificultosas p¨¢ginas del an¨¢lisis estructural de Michael Rifaterre sobre el poema de Baudelaire Los gatos no se penetra, por desgracia, en el nirvana de: la comprensi¨®n po¨¦tica, sino en el del agotamiento neuronal. Sucede algo parecido a los intentos de la semi¨®tica por aplicar la teor¨ªa matem¨¢tica de la informaci¨®n a la cr¨ªtica de las artes pl¨¢sticas: la enorme complicaci¨®n del m¨¦todo no se corresponde con la escasa penetraci¨®n de las intuiciones obtenidas.
Pero la puerta estaba abierta para la gran inversi¨®n, llevada a cabo por la teor¨ªa de la deconstrucci¨®n, basada en los trabajos de Jacques Derrida. El sistema no es de f¨¢cil definici¨®n: si se pregunta a un practicante de la deconstrucci¨®n lo que ¨¦sta pueda ser, no s¨®lo no la definir¨¢, sino que considerar¨¢ tal demanda como una manifestaci¨®n del logocentrismo que el deconstructor se propone dec¨®nstruir. Logocentrismo significa la veneraci¨®n t¨ªpica de la tradici¨®n occidental por conceptos como. verdad, racionalidad, l¨®gica y la palabra. La deconstrucci¨®n es un conjunto de m¨¦todos para enfrentarse a los textos, una serie de estrategias textuales dirigidas a la subversi¨®n de las tendencias logoc¨¦ntricas. J. Culler lo explica as¨ª:, "Deconstruir un discurso es mostrar c¨®mo socava la filosof¨ªa que presenta, o las oposiciones jer¨¢rquicas en que se basa, por medio de la identificaci¨®n en el texto de las operaciones ret¨®ricas que producen los supuestos fundamentos del argumento, la premisa o concepto claves". Entre las estrategias m¨¢s utilizadas se cuentan: detectar las oposiciones dualistas t¨ªpicas del pensamiento occidental, como hablar/ escribir masculino/femenino, verdad/ficci¨®n, literal/metaf¨®rico, significado/significante, realidad/apariencia. Seg¨²n los deconstructivistas, al t¨¦rmino de la izquierda se le ha conferido arbitrariamente un rango de superioridad sobre el de la derecha, que se considera como una complicaci¨®n, negaci¨®n, manifestaci¨®n o disrupci¨®n del primero. El deconstructivo invierte las prioridades y trata de mostrar que el segundo t¨¦rmino es la condici¨®n de posibilidad del primero, lo cual lleva a curiosos resultados, como por ejemplo: hablar es una forma de escritura, entender es una forma de ignorar, lo que creemos lenguaje significativo es s¨®lo un libre juego de significantes sobre un. proceso interminable de textos engarzados a otros textos. Otras estrategias consisten en un desplazamiento general del sistema, para resituar las cosas deformadas por la oposici¨®n du¨¢lista; detectar ciertas palabras clave en el texto que desvelan el juego, como pagergon en Kant, suplemento en Rousseau, himen en Mallarm¨¦; fijarse detenidamente en aspectos marginales del texto porque son indicios de lo que en ¨¦l es realmente importante.De este modo el cr¨ªtico deconstructivista no pretende probar o refutar, establecer o confirmar y menos aun alcanzar la verdad. Precisamente toda esta familia de conceptos pertenece al logocentrismo que intenta desterrar; lo que se propone es socavar, o cuestionar, o superar, o romper, o revelar complicidades. 'Los resul¨ªados de todo esto est¨¢n por ver; la producci¨®n de Derrida ha sido calificada por Michel Foucault de "oscurantismo terrorista"; para J. R. Searle este m¨¦todo atrae a los cr¨ªticos de textos de ficci¨®n porque es reconfortante o¨ªr que, despu¨¦s de todo, todos los textos son ficci¨®n, y que la pretensi¨®n de que la ficci¨®n difiere de la ciencia y la filosofia se puede deconstruir como prejuicio logoc¨¦ntrico: es positivamente excitante escuchar que lo llamado realidad es s¨®lo m¨¢s textualidad. Con ello, los cr¨ªticos no han de preocuparse por averiguar las intenciones del autor, lo que el texto quiere significar o las distinciones que contiene entre lo metaf¨®rico y lo literal, o las diferencias entre textos y realidades, porque todo es nada m¨¢s que un libre juego de significantes.
As¨ª, llega a ser posible hallar lo siniestro en Fra Ang¨¦lico, la creaci¨®n en el cr¨ªtico y la cabalgata de las walkirias en los helic¨®pteros de la isla de Granada. Las noticias devienen m¨¢s reales que los sucesos, los medios de comunicaci¨®n m¨¢s poderosos que los pol¨ªticos, los pacientes act¨²an para cont¨¢rselo al psicoanalista y aquella paradoja de Wilde -la naturaleza sigue al arte- deviene un reflej¨® de nuestra realidad en el esperp¨¦ntico espejo c¨®ncavo de este fin de siglo.
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