Lutero, innovador del alem¨¢n moderno
Lutero, ?creador o genial int¨¦rprete de la lengua alemana? Este viejo dilema, motivo de tantas controversias, se resolvi¨® antes de principios le nuestro siglo a favor de la tesis: "Lutero, creador nacional d,- la lengua", resoluci¨®n que, adem¨¢s, seguramente se tom¨® bajo la influencia de la rivalidad confesional existente.Sin embargo, hoy, que tras exhaustivas investigaciones de los m¨¢s insignificantes pormenores se tienen mayores conocimientos de la situaci¨®n de la lengua alemana en los tiempos de Lutero, se est¨¢ m¨¢s predispuesto para ver en Lutero al genial int¨¦rprete que upo aprovechar ¨®ptimamente para su programa reformador las posibilidades que le brindaba la estructura ling¨¹¨ªstica con la que se hab¨ªa encontrado, que al creador del alem¨¢n moderno.
Considerar, aLutero int¨¦rprete de la lengua y no su creador no minimiza en absoluto su fama o su obra ling¨¹¨ªstica como reformador, sino que, por el contrario, pone de reIeve en qu¨¦ medida Lutero, como ninguno de sus contempor¨¢neos, supo poner al servicio de su programa la situaci¨®n ling¨¹¨ªstico en el paso del siglo XV al XVI; esto quiere decir servirse del medio de las convenciones ling¨¹¨ªsiticas interregionales. S¨®lo esto: a fue una obra de trascendencia hist¨®rica, pues ayud¨® a dar caso a las tendencias de una coivenci¨®n ling¨¹¨ªstica interregional que, ya antes de Lutero, necesiidades pr¨¢cticas hab¨ªan forzado en el comercio, en la economia y en las cuestiones de Estado y que en aquel momento, precismente a trav¨¦s de la Biblia popy lar, se abri¨® paso definitivamente, en el norte y en el centro de Alemania.
El sur, infludo sobre todo por la Contrarreforma, se resisti¨® todav¨ªa hasta los siglos XVI y XVII a este (lesarrollo. Pero el avance en pos de un alem¨¢n unificado interregional era ya imparable. Y es precisamente en el hecho de haber, tcelerado este proceso donde radica el m¨¦rito de nuestro grand Jocuente reformador. Esto sigrifica que las investigaciones de los ¨²ltimos a?os no han quitado un ¨¢pice del excepcional valur de Lutero en lo que a desarro lo y a elaboraci¨®n de una lengue alemana para todos se refiere, sino que simplemente lo ha chocado dentro del marco hist¨®rico en su justo lugar, libre de todo tipo de rivalidad confesional y sin intenci¨®n de buscar al cre idor de la lengua alemana moderna.
El panoraina ling¨¹¨ªstico de Alemania a finales del medievo no era en absoluto homog¨¦neo. A partir del sglo X se puede ya hablar, grosso modo, de dos gran'des grupos ling¨¹¨ªsticos alemanes que se difereiciaban entre s¨ª en la misma medda que hoy se diferencia el neerland¨¦s del alem¨¢n.
Estos dos grupos ling¨¹¨ªsticos -en el norte el bajo alem¨¢n, en el sur el alto alem¨¢n- estab¨¢n, adem¨¢s, subdivididos en dialectos; por ejemplo, en el sur, el b¨¢varo, el alemanico y el franc¨®n.
Esta parce aci¨®n del alem¨¢n, si bien era ben¨¦fica para el desarrollo de las caracter¨ªsticas de la lengua, en cambio se convert¨ªa en un gran obst¨¢culo para el comercio, la econom¨ªa y la administraci¨®n, y aunque en el campo cient¨ªfico, y especialmente en el religioso, uno ten¨ªa la posibilidad de hacerse entender fuera de su regi¨®n por medio del lat¨ªn, en los asuntos p¨²blicos esto ya resultaba m¨¢s dif¨ªcil, pues para los ciudadanos, los comerciantes, los artesanos y los funcionarios el lat¨ªn era una lengua extranjera. Por tanto, se ten¨ªa que recurrir siempre a la lengua alemana.
De este modo se desarroll¨® en el norte, en el transcurso de la expansi¨®n econ¨®mica de la Hansa, una lengua comercial interregional, un bajo alem¨¢n que era comprendido de Hamburgo a K¨®nigsberg y que se utilizaba en la redacci¨®n de contratos y en la correspondencia comercial. Lo mismo sucedi¨® en el sur, primero por necesidades de comunicaci¨®n entre las grandes ciudades comerciales (Regensburgo, Augsburgo, Basel, N¨¹renberg, Francfort) y m¨¢s tarde por necesidades administrativas entre las canciller¨ªas imperiales de Praga, Viena y Munich, cuyos decretos deb¨ªan tener el mayor alcance.
La invenci¨®n de la imprenta
En el ¨¦xito trascendental de su obra tuvo tambi¨¦n una vital importancia la invenci¨®n de la imprenta, no s¨®lo porque con ello el reformador dispon¨ªa de un nuevo medio de reproducci¨®n sin l¨ªmite, sino porque, adem¨¢s, era sumamente importante para los propios impresores, por razones comerciales, que sus libros fueran entendidos y le¨ªdos en la mayor parte de Alemania, de ah¨ª que ¨¦stos fueran, por ello, los primeros interesados en una unificaci¨®n de la lengua y de la ortograf¨ªa, unificaci¨®n cuyo desarrollo, consecuentemente, fomentaron. Lutero se encontr¨®, pues, en una situaci¨®n ¨®ptima. Sin embargo, esto s¨®lo no explica todav¨ªa el ¨¦xito y la trascendencia de Lutero en el desarrollo de una lengua alemana unificada para todos. Me explico inmediatamente: el m¨¦rito de Lutero radica en el hecho de que consigui¨® elevar la lengua alemana -justamente con su traducci¨®n de la Biblia- al mismo rango que las tres lenguas llamadas sagradas, es decir, que el hebreo, el griego y el lat¨ªn.
Otro m¨¦rito que hay que reconocer a Lutero es el de haber escrito sus traducciones y tratados no como escritos eruditos en una lengua para ser escrita y le¨ªda, sino que todos sus textos contienen la viveza y espontaneidad de la lengua hablada. Para sus tratados filos¨®ficos o morales sigui¨® prefiriendo el lat¨ªn. Pero cuando a quien se dirig¨ªa era al pueblo, a los creyentes, a los eclesi¨¢sticos o a los nobles, lo hac¨ªa tambi¨¦n de un modo directo, en un lenguaje basado en las leyes de la ret¨®rica o, como hoy se dir¨ªa, de la comunicaci¨®n hablada.
Esta marcada tendencia hacia la lengua coloquial se manifiesta tambi¨¦n en la puntuaci¨®n empleada. Los signos de puntuaci¨®n no son signos de nexo sint¨¢ctico, sino indicaciones que marcan una pausa o que imprimen una fuerza en determinados pasajes.
El luterista Herbert Wolf dice de la Pr¨¢valenz des Sprechens, es decir, del predominio de este aspecto directo, casi hablado, que llega tan hondo en la obra de Lutero:
"En el an¨¢lisis cr¨ªtico de su obra literaria se tiene que tomar muy en consideraci¨®n su gran estima por las palabras de la lengua hablada".
El motivo de esta Pravalenz des Sprechens es un motivo pragm¨¢tico y al mismo tiempo genial; Lutero ve¨ªa en sus textos un medio para la proclamaci¨®n de la fe, y esta proclamaci¨®n de la fe -en aquel entonces en que el leer y tanto m¨¢s el poseer libros era todav¨ªa potestad de muy pocos, por lo menos en los niveles sociales medios- se efectuaba, por tanto, a trav¨¦s de la palabra, es decir, a trav¨¦s del serm¨®n o de la lectura p¨²blica.
Ahora bien, esta forzada costumbre de Lutero de servirse al escribir de vocablos de uso oral tuvo, por otra parte, eminentes repercusiones sobre la estructura de la lengua, por lo menos en lo que respecta a la lengua de comunicaci¨®n com¨²n: separ¨® definitivamente a la lengua alemana de las largas y complicadas estructuras ling¨¹¨ªsticas hipot¨¢cticas latinas, contrarias al sentir del pueblo. Esto s¨®lo hace ya tambi¨¦n a Lutero merecedor del t¨ªtulo de innovador de la lengua alemana moderna.
"El secreto de su enorme resonancia", dice Konrad Burdach, "radica totalmente en el aspecto personal de la lengua y no en el gramatical, es decir, en la elecci¨®n l¨¦xica y en el estilo".
Lutero dijo literalmente que ¨¦l observaba precisamente los hocicos del pueblo, con lo que quer¨ªa decir que ¨¦l pon¨ªa especial atenci¨®n en c¨®mo hablaba la gente.
Con la integraci¨®n de la lengua popular en su versi¨®n de la Biblia y en sus otros escritos, Lutero descubri¨® posibilidades totalmente insospechadas para la lengua literaria, que, con el correr de los siglos, han continuado explot¨¢ndose hasta nuestros d¨ªas, como, por ejemplo, por Bertolt Brecht, en quien la influencia de los textos de Lutero se evidencia manifiestamente, y en la filosof¨ªa de Ernst Bloch.
Se puede, naturalmente, especular acerca de si los escritos de Lutero habr¨ªan tenido la misma resonancia si Lutero no hubiera vivido en esta regi¨®n intermedia de Alemania centro-oriental y si no hubiera utilizado el lenguaje de esa zona. Evidentemente, esto fue muy provechoso en lo que a la divulgaci¨®n de sus escritos se refiere. Pero este hecho no disminuye en absoluto el m¨¦rito de Lutero, pues ¨¦ste no radica tanto en la medida en que Lutero pudo contribuir a la creaci¨®n de la estructura ling¨¹¨ªstica del alem¨¢n moderno -este aspecto fue exageradamente acentuado anteriormente- como en la fuerza creadora con la que incorpor¨® aquellos vocablos tan gr¨¢ficos de la lengua hablada y de la tradici¨®n oral a su propio lenguaje para, de este modo, lograr romper las cadenas del academicismo humanista. Gracias a ¨¦l, la lengua se sensibiliz¨®, se hizo m¨¢s exacta, m¨¢s viva, en toda la gama que se extiende del patetismo emocional hasta el insulto soez. Decisivo para que el alem¨¢n de Lutero se convirtiera en la base de la lengua alemana moderna fue su muy temprano reconocimiento entre los gram¨¢ticos m¨¢s prestigiosos del siglo XVI y XVII, lo que repercuti¨® en los escritores de esta ¨¦poca, que se sometieron a las normas gramaticales de un Opitz o de un Buchner.
Exactitud y realismo
Si bien es cierto que en el sur de Alemania -bajo la influencia de la Contrarreforma- se tuvo hasta el siglo XVIII una aversi¨®n al llamado alem¨¢n de Lutero, no por esto es menos cierto que este alem¨¢n hab¨ªa irrumpido ya desde hac¨ªa tiempo en el campo ling¨¹¨ªstico cat¨®lico, pues Hieronymus Emser, que escribi¨® para el sector cat¨®lico una traducci¨®n de la Biblia que compet¨ªa con la de Lutero, copi¨® descaradamente de este ¨²ltimo.
Lutero se burl¨® en varias ocasiones del embadurnador de Dresden; con esto se refer¨ªa a Emser. "?ste reconoce que mi alem¨¢n es dulce y bueno y se ha dado perfecta cuenta de que ¨¦l no pod¨ªa hacerlo mejor... y copi¨® mi Nuevo Testamento palabra por palabra exactamente como yo lo hab¨ªa hecho..., o sea que vendi¨® mi Nuevo Testamento, pero con su nombre". Creo que nada puede reflejar mejor que este incidente cu¨¢l fue el impulso que Lutero dio a la evoluci¨®n del alem¨¢n hacia una lengua a la altura del tradicional tr¨ªo.
No, Lutero no fue el creador del alem¨¢n moderno, pero s¨ª fue ¨¦l, sin duda, el gran innovador.
Babelia
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