El ¨²ltimo disco de Dylan: el anciano rey no ha muerto
Acaba de ser puesto a la venta en Espa?a el ¨²ltimo disco del cantante norteamericano Bob Dylan. Se titula Infidels y como todas las obras de este artista m¨ªtico e incansable ha sido esperado por el p¨²blico como una nueva aportaci¨®n de un valor consagrado. Dylan aparece en este volumen plet¨®rico en letras y m¨²sica y el resultado final surge como el espect¨¢culo feliz de un personaje cuyo reinado no acaba.
Infidels es el nuevo disco de Bob Dylan. Con esto y con decir que ha salido en nuestro pa¨ªs el lunes pasado ya se habr¨ªa resumido lo m¨¢s importante. Y esto porque cada nuevo trabajo de este hombre (al igual que los de otros cl¨¢sicos) suele caer entre la poblaci¨®n ya ungido por la expectaci¨®n que otras m¨²sica y gentes, tal vez igual de meritorias, s¨®lo alcanzan tras un largo proceso de cr¨ªtica, selecci¨®n y extensi¨®n.Si adem¨¢s el disco es como el presente, con un Dylan plet¨®rico en letras y en m¨²sica, con un acompa?amiento compuesto por una de las mejores bases r¨ªtmicas jamaicanas (Sly Dunbar y Robbie Shakespeare), las guitarras de Mick Taylor y Mark Knoepfler, quien tambi¨¦n se encarga de la producci¨®n, el resultado no puede ser m¨¢s que feliz.
Infieles no es un elep¨¦ especialmente innovador, si por innovaciones entendemos cambios dram¨¢ticos en m¨²sica o actitudes. M¨¢s bien es una colecci¨®n de canciones tremendas entre las que destacan la fuerza casi recordatoria de los Kinks en Neighbour bully (Mat¨®n de barrio), la desgarrada ternura de Dontfall apart on me tonight o el ritmillo infeccioso y como sure?o de Union stindown.
La dif¨ªcil novedad
A lo largo del discurrir desgajado de Dylan podemos encontrar tantos modos y formas que ya es dif¨ªcil escuchar nada nuevo. Por as¨ª decir, la sensaci¨®n que produce un disco de Dylan es la de ir contemplando la misma cara desde diferentes ¨¢ngulos en vueltas sucesivas a lo largo del tiempo.Al principio, cada nueva visi¨®n era un cataclismo; ahora vamos reconociendo arrugas que vimos antes, la sonrisa c¨ªnica de casi siempre, la fusi¨®n de cruda realidad y enso?aci¨®n que ya se destapaba en su segundo elep¨¦... Uno se va asustando menos y le va tomando cari?o.
Y Bob Dylan, que en el fondo es un sentimental, responder¨¢ mejor (hoy y ahora) al cari?o que a una glorificaci¨®n y representaci¨®n que ya nunca ser¨¢ como antes. No es sensato, bien mirado, enfadarse con este hombre por haberse dado al cristianismo m¨¢s iluminado, de la misma manera que no lo es seguirle. A lo largo del tiempo, Dylan, al igual que Bowie, ha mostrado sobre todas una actitud: el individualismo, solidario y comprometido si se quiere, pero siempre a lo largo del camino que s¨®lo uno puede recorrer. Si Slow train pod¨ªa resultar irritante, no era debido a que Dylan s¨ª intentaba comunicarse, decir directamente lo que hab¨ªa de hacerse. Pero Bob Dylan es un l¨ªder sin programa, y en tanto tal, un l¨ªder magn¨ªfico. En Infieles sus cuentos de barriada o de civilizaci¨®n, su forma de cantar, cada vez m¨¢s impresionante, el sonido, casi todo, recuerda el ¨²ltimo gran ¨¢lbum de Dylan (en estudio), Blood on the tracks. Desde entonces no hab¨ªa tenido la misma fuerza y capacidad de convencimiento. Pero el anciano rey no ha muerto.
Babelia
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