Los peligros de la futura democracia en Argentina
Pese a cuanto se ha escrito sobre los recientes acontecimientos pol¨ªticos en Argentina, el autor de este trabajo insiste en que es necesario prevenir acerca de los peligros que acechan a la construcci¨®n de la democracia en ese pa¨ªs; algunos de ellos se intentan exponer en este art¨ªculo.
En los primeros d¨ªas despu¨¦s del hist¨®rico 30 de octubre, pese a que la informaci¨®n ha sido profusa en torno a ciertos personajes del inmediato pasado y a su nefasta influencia sobre el fracaso electoral del peronismo, poco se ha profundizado acerca de d¨®nde est¨¢n, cu¨¢les son los verdaderos peligros que acechan a la futura democracia argentina y c¨®mo han de ser las medidas que a este respecto deber¨ªa emprender el pr¨®ximo Gobierno radical.Hay algunos elementos ins¨®litos que permiten quiz¨¢ explicar la demora en que incurren los analistas, quienes, por lo inesperado de la situaci¨®n, se han visto desbordados y, por qu¨¦ no decirlo tambi¨¦n, entusiasmados. Esos elementos son: la ca¨ªda del mito de la imbatibilidad electoral del peronismo; la absoluta ceguera estrat¨¦gica de la dirigencia peronista al fundar su campa?a en un mensaje orientado al pasado, sobre la imagen de ultratumba de los creadores del movimiento y la constataci¨®n de que buena parte de ese 51% de votos vencedores, provenientes de las filas rivales, en una expresi¨®n de madurez pol¨ªtica, ha dado su apoyo a la propuesta radical en el convencimiento de que la ¨²nica oferta pol¨ªtica que pod¨ªa presentarse a los argentinos era la que se basaba en el discurso ¨¦tico ensayado por Alfons¨ªn, de cara al futuro y principalmente dirigido a la juventud.
No cabe duda de que mucha imaginaci¨®n es imprescindible para remontar la dura cuesta que supone enfrentar la grave situaci¨®n en que ha quedado sumido el pa¨ªs despu¨¦s del paso de los contempor¨¢neos Atilas militares. Afrontar la cuesti¨®n de los detenidos-desaparecidos -en general las violaciones de los derechos humanos- y encarar el tema de las consiguientes responsabilidades con realismo y sinceridad, junto a la depuraci¨®n y moralizaci¨®n de los cuadros militares y judiciales, son las primer¨ªsimas e insoslayables tareas para esta inmediata democracia que Ra¨²l Alfons¨ªn ha prometido emprender. Pero, tambi¨¦n los reclamos sociales que se formular¨¢n r¨¢pidamente al Gobierno radical estar¨¢n absolutamente justificados y ser¨¢ inexcusable atenderlos, al mismo tiempo que habr¨¢ que frenar la imparable inflaci¨®n para no dejar que carcoma el programa econ¨®mico. Detr¨¢s de estos obst¨¢culos se van a parapetar los enemigos de la necesaria transformaci¨®n que debe emprender el Gobierno de Alfons¨ªn. Pero, ?qui¨¦nes son y d¨®nde est¨¢n esos enemigos?
Necesario es reconocer que quienes van a querer impedir las tareas se?aladas son aquellos que precisamente deber¨ªan haber evitado llegar al estado de cosas conocido. Es decir, cuantos a lo largo de tantos a?os se han presentado como representantes de los mayores afectados por el despojo y la explotaci¨®n, o sea las clases medias y las populares, sin que en realidad pudieran ser legitimadas sus investiduras mediante elecciones democr¨¢ticas en los sindicatos; en una palabra, los integrantes de ese sindicalismo burocratizado que constantemente pact¨® con el poder militar ser¨¢n quienes intenten perturbar el proceso de reconstrucci¨®n.
Es comprensible pensar que el lector no argentino se pregunte: pero, ?c¨®mo es posible atribuir a los hasta ahora sindicalistas semejantes responsabilidades por adelantado, sobre todo si siempre se ha afirmado que justamente "el sindicalismo es la columna vertebral del peronismo" (Per¨®n dixit), y que este movimiento ha encarnado las puras ambiciones de los trabajadores argentinos? De este modo, formular esa afirmaci¨®n supone quitar el mayor sustento a la hegemon¨ªa pol¨ªtica que ha ejercido durante cuatro d¨¦cadas el justicialismo en Argentina. Sin embargo, las cosas son as¨ª. En efecto, no es esta la ocasi¨®n para detallar cuantas tropel¨ªas han cometido los que se encaramaron a la c¨²pula sindical, burlando las metas de justicia social que se promet¨ªa a las bases obreras. El ejercicio arbitrario del poder sindical, los beneficios abusivos que procuraron los cargos que deb¨ªan ser representativos, apoyado todo esto en el empleo de la violencia y de m¨¦todos mafiosos, han sido constantes caracter¨ªsticas del sindicalismo corrupto que siempre dificult¨® la elecci¨®n democr¨¢tica de leg¨ªtimos representantes de los trabajadores.
Un fraude a la clase obrera
Lo descrito ha constituido el mayor fraude hist¨®rico de que ha sido objeto la clase obrera en Argentina. Pues, ?qui¨¦n puede dudar que las banderas del justicialismo (justicia social, independencia econ¨®mica y soberan¨ªa pol¨ªtica) constitu¨ªan los m¨¢s apropiados objetivos para un pa¨ªs dependiente y en manos de una oligarqu¨ªa privilegiante? No obstante, han sido quienes precisamente deb¨ªan encabezar esa lucha los que no s¨®lo frustraron el proceso de liberaci¨®n, sino que pactaron con los jefes militares ejecutores de la barbarie.
De dicho cuadro hab¨ªan tomado hace tiempo conciencia los dirigentes dem¨®cratas del Partido Justicialista, e indudablemente tambi¨¦n la propia masa trabajadora. Los primeros ya dieron una muestra de ello cuando abrieron el proceso de elecci¨®n de sus autoridades y candidatos para el 30 de octubre; la tentativa de marginaci¨®n de Isabel Per¨®n y su entorno fue tambi¨¦n un signo de salud moral. Sin embargo, ese intento se malogr¨® a manos de la perversi¨®n sindical que cop¨® con sus nombres los cargos partidarios. Por lo tanto, con motivo de la crisis que irremisiblemente se abre en el seno peronista entre pol¨ªticos y sindicalistas, ser¨¢ el turno de los primeros para constituir por fin el partido pol¨ªtico que pueda acoger la parte de ese 40% de votos fiel al mensaje justicialista. De otro modo, se abrir¨ªa el camino del ¨¦xodo hacia un nuevo partido obrero, heredero del legado socialista, hasta ahora atomizado en grup¨²sculos originarios del viejo tronco y porque el partido comunista ha reiteradamente demostrado su insensibilidad pol¨ªtica -demasiado ligado al dictado moscovita-, ahora corroborada por el nuevo error hist¨®rico de vincular su sufragio al justicialismo, cuando ¨¦ste -por primera vez- no represent¨® aut¨¦nticamente a la clase trabajadora.
Intervienen los sindicatos
En consecuencia, una primer¨ªsima labor que debe acometer el Gobierno elegido es la de intervenir selectivamente los sindicatos y las centrales mientras el Parlamento, con urgencia, prepara los nuevos instrumentos legislativos que permitan constituir democr¨¢ticamente, desde las bases, la representaci¨®n leg¨ªtima y pluralista de los trabajadores.
Que no se vacile entonces, pues son los integrantes de esa clase sindical desalojada los ¨²nicos que, frente al limpio triunfo de la democracia, pueden ir ahora a golpear las puertas de los cuarteles, ofreciendo un falso apoyo popular a alguna aventura militar.
El evidente trasvase del voto obrero hacia la propuesta ¨¦tica de Alfons¨ªn constituye una garant¨ªa de que la clase trabajadora posee una elevada capacidad de reflexi¨®n pol¨ªtica. La nueva convergencia entre los intereses de las clases medias urbanas y del proletariado rural e industrial, que parece traducir el ¨¦xito radical, brinda una gran ocasi¨®n para que el mensaje de este renovado radicalismo arraigue en el pueblo argentino. Esta posibilidad debe ser preservada de sus enemigos, y es a ¨¦stos a quienes el futuro Gobierno debe hacer entender en qu¨¦ consiste la legitimidad democr¨¢tica sobre la que se sustenta, dentro y no fuera de los poderes constitucionales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.