La guerra del golfo P¨¦rsico
Son muy de apreciar los art¨ªculos de Rafael Fraguas sobre la explosiva situaci¨®n en el golfo P¨¦rsico. Sirven perfectamente para aclarar las ideas y abonar las siguientes reflexiones:
1. Al comienzo de la guerra, la OPEP ten¨ªa el precio del barril a unos 34 d¨®lares y exist¨ªa cierta uni¨®n entre sus miembros. En 1983, el mismo barril est¨¢ a unos 29 d¨®lares (en tres a?os baj¨® un 15%). Sin embargo, para la mayor¨ªa de los pa¨ªses que compran el crudo en d¨®lares, la factura no ha cesado de aumentar: en 1980 un d¨®lar costaba unas 80 pesetas, y en 1983 cuesta 155. Es decir, en el caso de Espa?a (y en muchos otros pa¨ªses) estamos pagando casi el doble que hace tres a?os por el petr¨®leo y los productores reciben un 15% menos que entonces. B¨²squese el destinatario final de esta rapi?a, el primer beneficiario del disloque de la OPEP, por mor de la distorsi¨®n que esta guerra produjo en el mercado.
2. Ir¨¢n e Irak, que han perdido m¨¢s de 600.000 vidas en estos tres a?os, han sufrido esta horrible sangr¨ªa en el m¨¢s despreciable de los olvidos. Pero, como es evidente, s¨®lo es posible el mantenimiento prolongado de un esfuerzo b¨¦lico cuando existe financiaci¨®n, y ¨¦sta se concede cuando hay una garant¨ªa o aval de por medio. Es obvio que, en este caso, la garant¨ªa es el petr¨®leo, y los prestamistas de Irak, los pa¨ªses del golfo (m¨¢s de 36.000 millones de d¨®lares hasta ahora) y los grandes centros financieros del mundo. La actitud de nerviosismo de los prestamistas obedece a la l¨®gica de las finanzas: preocupaci¨®n ¨²nicamente por la sospecha razonable de que los avales que garantizan la recuperaci¨®n (con intereses) de su dinero puedan arder e incluso, por extensi¨®n, sus propias riquezas. Es una postura carente de escr¨²pulos intentar apagar ahora un fuego que ellos mismos han estado atizando, presumiblemente por encargo, con un coste incalculable para los dos pa¨ªses vecinos en conflicto. Ded¨²zcanse los segundos beneficiarios de la guerra del golfo. /
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