Dos programas corales de extraordinaria belleza

La semana musical madrile?a se ha caracterizado por la actividad coral. La capital espa?ola, tantos a?os hu¨¦rfana de vida coral, posee desde hace a?os dos grandes formaciones profesionales: el Coro de RTVE y el Nacional, cada uno adherido a la orquesta correspondiente.Este lujo nos ha dado ocasi¨®n de escuchar con frecuencia p¨¢ginas sinf¨®nico-corales anta?o de rara programaci¨®n, aun cuando debamos recordar la larga y meritoria labor de la Masa Coral de Madrid, fundada y dirigida hasta poco antes de su muerte por Rafael Benedito, y la de los Cantores de Madrid, de Jos¨¦ Peiera.

Sin embargo, no es habitual en nuestros coros oficiales el repertorio espec¨ªficamente coral. Por lo mismo, resultan m¨¢s atractivos los programas ofrecidos por el Coro de RTVE, que dirige Pascual Ortega, y el Nacional (en formaci¨®n reducida), conducido por Sabas Calvillo. El primero sum¨® p¨¢ginas de Anchieta, Des Pr¨¦s, Praetorius, Purcell y Bach, en la primera parte. Las versiones juntaron a las voces un breve cortejo instrumental (Grupo de Metales de RTVE), pr¨¢ctica habitual desde la antig¨¹edad y que durante los siglos XV y XVI adquiere nueva fisonom¨ªa, como estudia en sus estupendos comentarios Jacinto Torres.

La segunda parte estuvo dedicada a un romanticismo casi in¨¦dito el de las piezas corales, estructuras dentro de un esquema de tipo dram¨¢tico, como el bell¨ªsimo Canto triunfal de Miriam, de Schuber exaltadoras de ciertas ra¨ªces po¨¦tico-musicales de origen popula como en las Canciones gitanas, de Brahms, o, como en el caso de lo Tres poemas, de Schumann (dos para voces blancas y uno para voces mixtas), tan esenciales como expresivas, tan naturales como intelectuales. Pascual Ortega es m¨²sico serio, y enfoc¨® las diversa versiones con rigor, aun cuando vuelo l¨ªrico no remontase siempre la altura deseable.

Obras infrecuentes

Tras cinco p¨¢ginas maestras d Victoria, tan bien cantadas como hondamente sentidas, Sabas Calvillo, con el Coro Nacional, de mostr¨® los altos quilates de su saber en una segunda parte bien infrecuente entre nosotros: coros de Poulenc (Motetes penitenciales navide?os), tres perfectas delicias de Ravel y la hermosura po¨¦tico musical de Claude Debussy en la Chansons de Charles d'Orleans resultaron estremecedoras. Para m¨ª vale m¨¢s un programa como ¨¦ste que media docena de espectaculares oratorios. Entre otras cosas porque en esta m¨²sica dif¨ªcil e innovadora una agrupaci¨®n y un director pueden demostrar sus mejores posibilidades, como las demostraron el inteligente Sabas Calvillo y la treintena de voces del Coro Nacional. S¨®lo queda, con el aplauso, pedir a las dos agrupaciones corales que programas como los comentados no constituyan excepci¨®n, sino h¨¢bito.