Una emoci¨®n permanente
Max Aub escribi¨® en La gallina ciega las sensaciones del exiliado que regresa. Lo han hecho otros de nuestros escritores, y siempre la emoci¨®n es la misma, aparte cuestiones de lenguaje, calidades literarias, capacidad de absorci¨®n de los recuerdos: el contraste entre la Espa?a perdida y la recobrada, la sensaci¨®n de extranjero en su tierra; la lucha interna entre lo que hay que aceptar, reconocer, y esa idea que a veces tuvo el exilio -siendo tan grande, tan rico, tan intelectualmente poderoso como el espa?ol- de que Espa?a, sin su presencia, se hab¨ªa podido quedar seca.En la sala del Mar¨ªa Guerrero, donde se ha hecho una lectura a varias voces de textos de La gallina ciega, hab¨ªa personajes reales de ese exilio, espectadores de su propia vida interior (como Of¨¦lia Guilmain, interlocutora de Max Aub en el texto; como Jos¨¦ Estruch, como ?lvaro Custodio ... ), que sent¨ªan revivir sus sensaciones y sus emociones. Las compart¨ªan con ellos los que se quedaron, los del exilio interior, y los nuevos, los de generaciones ajenas -por el tiempo, por la situaci¨®n-, que, sin embargo, se sent¨ªan comprendidas en esa historia. La historia de Espa?a.
La gallina ciega
Estructura dram¨¢tica de Jos¨¦ Monle¨®n sobre textos de Max Aub. Lectura por Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, Ana Bel¨¦n, Juan Rib¨®, Enriqueta Carballeira, Jos¨¦ Luis Pellicena, Fernando Delgado, Jos¨¦ Sacrist¨¢n, N¨²ria Espert, ?ngel Picazo, Julia Guti¨¦rrez Caba. M¨²sica de Mariano D¨ªaz. Direcci¨®n de Jos¨¦ Carlos Plaza. Teatro Mar¨ªa Guerrero, Madrid, 16 de diciembre.
Max Aub fue un hombre de una honestidad humana y de un rigor intelectual que algunas veces le alejaron de la luz del arte como enga?o, como juego, como azar de lenguaje y situaci¨®n por evitar traiciones o equ¨ªvocos. La gallina ciega corresponde a esa honestidad, y el texto tra¨ªdo ahora a esta especie de concierto de c¨¢mara por la lectura desdoblada por Jos¨¦ Monle¨®n refleja admirablemente el retroceso, el tanteo, la busca de equilibrio y estabilidad en el tacto, el olfato, el o¨ªdo y la vista de Espa?a, y hasta al gusto, para cohonestar ideas elaboradas desde lejos con sensaciones nuevas. Un pulso vivo'y acelerado. Hay un honor del exiliado, una dignidad, dentro de esas palabras: es un homenaje a una generaci¨®n a la que se arrebat¨® todo menos la facultad de pensar limpiamente.
Grandes int¨¦rpretes
L¨¢stima que estos recitales, o teatro de c¨¢mara, o como se e quiera llamar, tengan una limitaci¨®n en el tiempo. De tanto despilfarro como se est¨¢ haciendo del teatro, algo se pod¨ªa tomar para una perpetuaci¨®n de este acto. Es evidentemente imposible reunir en un escenario durante mucho tiempo a grandes actores como los que se han prestado a esta lectura: Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, Ana Bel¨¦n, Juan Rib¨®, Enriqueta Carballeira, Jos¨¦ Luis Pellicena, Fernando Delgado, Jos¨¦ Sacrist¨¢n, N¨²ria Espert, ?ngel Picazo, Julia Guiti¨¦rrez Caba... Y es dif¨ªcil tambi¨¦n imaginar, despu¨¦s de haberles escuchado, que alguien pudiera sustituirles.La emoci¨®n permanente con que Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez entona su papel, la sobriedad tensa, vibrante y dram¨¢tica, a veces sarc¨¢stica, ir¨®nica para consigo mismo, con que se convierte en el propio Max Aub -en el narrador, en el campo de las sensacionesante su atril son irrepetibles. Jos¨¦ Monle¨®n ha tratado el texto delicadamente, a?adiendo a la visi¨®n de Max Aub sobre s¨ª mismo y su momento la suya propia, desde . fuera: es decir, la calidad de personaje que siempre tuvo el autor, por encima de los que cre¨®.
Renuncia al lucimiento personal
No es, claro, cuesti¨®n de regateos o de mezquindades de peque?a cr¨ªtica a este acto. Los que han intervenido en ¨¦l como lectores han renunciado al lucimiento personal de sus carreras brillantes. Est¨¢ sublimado por su significaci¨®n, atendido por sus grandes lectores, n¨²mado y cuidado por el director, Jos¨¦ Carlos Plaza, con tenues apoyos de movimientos, de luces, de simplicidad de vestuario, de adecuaci¨®n evocadora y nost¨¢lgica de la m¨²sica -de Mariano D¨ªaz-; con una sensibilidad y una finura extraordinarias.Irrepetible como es esta lectura, habr¨ªa que encontrar la forma de reproducirla, o las personas que pudieran continuarla por el texto en s¨ª, y m¨¢s all¨¢ de los grandes nombres que ahora lo ofrecen. Da pena que se pase as¨ª, aunque sea tan l¨®gicamente fugaz como la exposici¨®n (El exilio espa?ol en M¨¦xico) que la ha dado origen. M¨¢s esfuerzos se hacen por otras cosas de menor o ninguna significaci¨®n.
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