Desaparecidos de cuarta categor¨ªa
El problema de los desaparecidos en Argentina durante la dictadura militar no se ha agotado tras la restauraci¨®n de la democracia y la toma de posesi¨®n del presidente Ra¨²l Alfons¨ªn, seg¨²n el autor de este art¨ªculo. Por el contrario, habr¨¢ que tener en cuenta a los desaparecidos que no lo fueron en el interior del pa¨ªs, cuya existencia es comprobable, pero que no aparecen en las listas oficiales, ya que se vieron a obligados a abandonar su pa¨ªs por motivos pol¨ªticos y hoy residen en el extranjero.
El tema de los desaparecidos, al que EL PAIS ha prestado de continuo muy humana atenci¨®n, no est¨¢ agotado porque en Argentina se haya acabado la dictadura militar, ni tampoco el problema se ha explorado en todas sus dimensiones. La omisi¨®n o falta de conocimiento de un aspecto motiva la presente colaboraci¨®n. El costado, cuya ausencia se deja notar, es el de los desaparecidos que no fueron asesinados, pero s¨ª sacrificados. Es un enorme contingente, cuyo mayor n¨²mero se halla en Espa?a.?Porqu¨¦ cabe llamarlos desaparecidos si su existencia es comprobable, aunque no figuren, ni de tanto en tanto, en los peri¨®dicos? Porque son la cuarta categor¨ªa de los desaparecidos: los desaparecidos de su pa¨ªs.
La primera categor¨ªa es de los que un d¨ªa fueron arrancados de su hogar o de su medio y nunca m¨¢s se supo de ellos. La segunda agrupa a los que estuvieron detenidos o encarcelados y hay indicios vehementes de que pueden haber sucumbido a la tortura o, bien fueron pasados por las armas. La tercera es la de aquellos a quienes no se volvi¨® a ver y la de los no identificados al descubrirse en los cementerios cuerpos bajo la inscripci¨®n "N. N.".
Inquilinos de la acera
Nos ocuparemos de la cuarta categor¨ªa, que, dada su situaci¨®n de subsistentes, tienen derechos que reivindicar ahora con el advenimiento de la democracia en su pa¨ªs.
?Qui¨¦nes son? Se les puede identificar en el Rastro, donde revenden art¨ªculos usados o averiados, o en Callao, o la cercan¨ªa de cualquier Corte Ingl¨¦s o Preciados, con mesas cubiertas de baratijas, inquilinos de las aceras, a veces perseguidos por la polic¨ªa como competencia del comercio establecido. O en el Retiro, o en infinidad de plazas de la pen¨ªnsula y las islas haciendo teatro de marionetas, en barracas de feria y al borde de la picaresca, sin la alegr¨ªa de ¨¦sta. Muchos, en su tierra ten¨ªan una profesi¨®n que aqu¨ª no pueden ejercer.
Ciertamente, no todos los exiliados quedan en los bajos estamentos. Algunos profesionales o due?os de un oficio consiguen cierto reconocimiento, pero siempre sujetos a la inseguridad en el trabajo y a una cierta discriminaci¨®n.
Casi con seguridad, ninguna de las personas descritas ten¨ªa en su pa¨ªs un est¨¢ndar ¨ªnfimo. Por lo com¨²n, han venido los que pertenec¨ªan a una clase media de pasar decoroso. Que -es su esperanza- podr¨ªan recobrar si tuvieran c¨®mo volver.
La deuda que la patria argentina tiene con sus hijos que fueron perseguidos y cruelmente tratados en su faz moral es incalculable. Pi¨¦nsese que ha habido casos en que no s¨®lo a la persona en cuesti¨®n se la hizo desaparecer, sino que a sus deudos no les ha quedado ni el cobijo de un techo, caso de un editor de C¨®rdoba, cuya vivienda se, hizo volar con una bomba despu¨¦s de haberle asesinado a ¨¦l.
No todos han llegado a tales extremos; sin embargo, son muchos los que a ra¨ªz de su apresamiento perdieron casa y familia, bienes del afecto y bienes materiales. En materia de p¨¦rdida de bienes no se puede pasar por alto un desenfadado robo, camuflado como bot¨ªn de guerra: el saqueo -de las cajas fuertes de algunos bancos, con la tolerancia de los banqueros que aceptaron la falsificaci¨®n de firmas como que era el propio interesado o depositante quien hab¨ªa ido a retirar el dinero y las alhajas ah¨ª guardados. En alg¨²n caso se ha simulado la firma, para estas extracciones, de un muerto o de alguien desde tiempo en el exilio.
Los a?os in¨²tiles
A los padecimientos por tantas p¨¦rdidas hay que sumar la fractura o laguna creada en la vida de los perseguidos. Los a?os de c¨¢rcel son a?os in¨²tiles para quienes la sufrieron, no s¨®lo por estar despegados de sus actividades, sino sin la menor ocasi¨®n de cultivarse, ya que estaban prohibidos los libros, el dibujo y hasta la conversaci¨®n entre presos.
El sufrimento y la disminuci¨®n de las facultades por el encierro, la inercia, el tormento y el paso del tiempo tambi¨¦n hay que computarlos.
M¨¦dicos, abogados, arquitectos que perdieron el v¨ªnculo con su clientela, estudiantes en grado avanzado de una carrera profesional, malogrados tanto como quienes se cultivaban por su cuenta en alguna disciplina.
Todo lo escrito en este texto est¨¢ clamando por una reparaci¨®n. Los desaparecidos de su patria no tienen el respaldo del c¨¢lido clamor de las Madres de la Plaza de Mayo. No por esta carencia de defensores a la luz p¨²blica los desaparecidos que no han muerto deben seguir ignorados por las autoridades de la naci¨®n argentina, ahora que ya no est¨¢n los militares en el poder.
Un programa ¨ªntimo reclamar¨ªa facilidades para la repatriaci¨®n, restituci¨®n de bienes materiales, recuperaci¨®n de la posici¨®n que se ten¨ªa al momento del golpe militar, compensaci¨®n econ¨®mica por el da?o moral y el tiempo de permanencia en la c¨¢rcel.
En la Rep¨²blica Federal de Alemania se implant¨®, despu¨¦s de la guerra, una indemnizaci¨®n, subsidio o pensi¨®n para las v¨ªctimas del nazismo, hubieran pasado por el campo de concentraci¨®n, la prisi¨®n o el exilio. Tambi¨¦n la restituci¨®n a su condici¨®n anterior, para lo cual el propio Gobierno hizo gestiones ante las empresas privadas donde el perseguido hab¨ªa trabajado.
El expuesto es un bello ejemplo digno de ser copiado en la Argentina que se recupera.
Es evidente -y Ernesto S¨¢bato lo ha denunciado con su habitual claridad y coraje- que lo ocurrido en Argentina, con su s¨¦quito de muertes y exilios, determin¨® en ese pa¨ªs un vac¨ªo cultural y cient¨ªfico dif¨ªcil de superar.
Constituye el dato una invitaci¨®n a los espa?oles para que mediten si en estos ocho a?os han hecho algo por aprovechar esa savia intelectual y art¨ªstica en bien de Espa?a. Hay casos en que se han dado resultados positivos, en el sentido que indicamos; pero tambi¨¦n los hay, y son los m¨¢s abundantes, de signo negativo. No se puede negar -F¨¦lix Grande lo denunci¨® en EL PAIS muy al principio- que se ha producido una cierta discr¨ªminaci¨®n contra los exiliados argentinos, sin darles oportunidades ¨®ptimas, ni al menos razonables, en comparaci¨®n con los nacidos en Espa?a.
Todav¨ªa se est¨¢ a tiempo de corregir esa actitud. No todos los argentinos que estaban en Espa?a han vuelto a Argentina luego que el doctor Alfons¨ªn asumi¨®. la presidencia. Son muchos los que han quedado, todav¨ªa con energ¨ªa e inter¨¦s, en participar de tareas en beneficio de la Espa?a que los recogi¨® en estos duros a?os.
es escritor argentino.
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