Sorpresa en Jap¨®n
UNA VEZ M?S, los sondeos han sido desmentidos por los electores japoneses; todas las previsiones anunciaban una victoria tranquila del partido conservador, el Partido Liberal Democr¨¢tico (PLD), con unos 270 esca?os de un Parlamento de 511 y, por tanto, con una mayor¨ªa absoluta, cuando el PLD se ha quedado con 250, lo que significa una p¨¦rdida de 38 diputados en relaci¨®n con la C¨¢mara anterior. El impacto de estos resultados ha sido muy fuerte: la Bolsa de Tokio ha sufrido fuertes bajas; el yen ha ca¨ªdo bruscamente en relaci¨®n con el d¨®lar. Pare ce casi inevitable una crisis pol¨ªtica, desacostumbrada en un pa¨ªs en el que el Partido Liberal Democr¨¢tico ejerce una especie de monopolio del poder; lleva gobernando pr¨¢cticamente desde que volvieron a funcionar las instituciones pol¨ªticas despu¨¦s de la segunda guerra mundial. Dos rasgos indican la hondura de la actual conmoci¨®n pol¨ªtica: de un lado, una abstenci¨®n muy alta, que ha alcanzado el 32%; de otro, el descenso del voto conservador se ha manifestado no s¨®lo en las ciudades, sino igualmente en zonas rurales.La estabilidad japonesa descansa en gran parte en la permanencia, sobre todo en la sociedad agraria, de costumbres ancestrales que respaldan las jerarqu¨ªas m¨¢s tradicionales: una forma espec¨ªfica de caciquismo permite a personalidades locales, por su riqueza, por lazos de familia, disponer en la pr¨¢ctica de zonas extensas del electorado.Segunda potencia econ¨®mica del mundo, en punta en los sectores m¨¢s avanzados de la tecnolog¨ªa (como la inform¨¢tica o la rob¨®tica), Jap¨®n es a la vez medularmente conservador en muchos aspectos del comportamiento -y de la mentalidad- de sus habitantes. El proceso de modernizaci¨®n ha penetrado en las ciudades con fuerza arrolladora; si empieza a extenderse a la vida rural, puede afectar a inmovilismos casi seculares y modificar factores que parec¨ªan est¨¢ticos.
Contrariamente a lo que ocurre hoy en casi todos los pa¨ªses, los problemas econ¨®micos no han desempe?ado, con toda probabilidad, un papel esencial en las elecciones japonesas. La primera raz¨®n del fracaso de Nakasone est¨¢ ligada al tema de la corrupci¨®n y de la ¨¦tica pol¨ªtica. El verdadero hombre fuerte del Partido Liberal Democr¨¢tico, Tanaka, llamado general de las tinieblas por el enorme poder que ejerce por canales oscuros, fue condenado en el pasado mes de octubre a cuatro a?os de c¨¢rcel, despu¨¦s de un proceso largu¨ªsimo, porque se demostr¨® que, siendo ministro, hab¨ªa aceptado dos millones de d¨®lares de la empresa Lockheed. Nakasone no s¨®lo inici¨® su carrera pol¨ªtica como uno de los hombres del clan Tanaka, sino que no ha roto netamente los puentes con ¨¦l. El PLD se presentaba a las elecciones con el lastre de la condena de Tanaka. La oposici¨®n hizo de la ¨¦tica el punto central de su campa?a. Que Tanaka, en su feudo, haya sido reelegido, incluso triunfalmente, no hace sino recalcar la fuerza local de su caciquismo. Pero ello no disminuye que la respuesta de los electores tenga, en t¨¦rminos generales, un claro sentido de condena a unos h¨¢bitos pol¨ªticos que hacen del dinero el verdadero due?o de los mecanismos del poder.
A¨²n es demasiado pronto para perfilar cu¨¢les van a ser las consecuencias de las elecciones en el plano de la mayor¨ªa parlamentaria y del futuro Gobierno. En t¨¦rminos aritm¨¦ticos, es posible que Nakasone, con el voto a su favor de ocho independientes, pueda conservar una mayor¨ªa escueta para permanecer al frente del Gobierno. Pero la primera dificultad para ¨¦l puede surgir dentro de su propio partido. Algunos de sus prohombres, como Komito y Fukuda, se han apresurado a cargar sobre Nakasone la responsabilidad del fracaso sufrido por el PLD. Pero otro aspecto importante, que puede afectar al conjunto de la situaci¨®n, es que Nakasone hab¨ªa acentuado extraordinariamente, en su etapa de gobierno, los compromisos de Jap¨®n con la pol¨ªtica internacional y militar del presidente Reagan. En concreto, hab¨ªa dado una respuesta favorable a las demandas norteamericanas de incrementar los presupuestos y los preparativos militares de Jap¨®n; hab¨ªa roto con ello, en cierto modo, un esp¨ªritu pacifista plasmado en la Constituci¨®n japonesa y muy arraigado en una poblaci¨®n que ha vivido en su carne los efectos del arma nuclear. El reciente viaje de Reagan a Tokio sirvi¨®, sobre todo, para destacar esa vertiente militar de la colaboraci¨®n nipona-estadounidense. En ese orden, los avances de los partidos de la oposici¨®n son significativos. El Partido Socialista japon¨¦s tiene una orientaci¨®n antiamericana muy radical. Y el Komeito, cuyo progreso ha sido espectacular, de 34 a 58 diputados, ligado al budismo, conecta con sectores que dan a su pacifismo fundamentos religiosos. Si Nakasone hubiese ganado las elecciones, no cabe duda de que ello hubiese sido interpretado internacionalmente como una importante victoria de Reagan. ?ste no puede sentirse en modo alguno satisfecho con la derrota de Nakasone.
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