La LODE y la libertad
Me extra?ar¨ªa, ciertamente, la energ¨ªa con que grupos sociales muy determinados han encarado el proyect¨® de la LODE, si creyese que lo que est¨¢ en discusi¨®n es s¨®lo un estilo de organizaci¨®n docente; si ¨²nicamente se tratase de una forma diversa de ense?ar, las medidas de presi¨®n que se han suscitado "por la libertad de ense?anza" parecer¨ªan desproporcionadas: al fin y al cabo, ser¨ªa una alteraci¨®n externa de la gesti¨®n de los centros educativos. Pero, desde mi punto de vista, como ense?ante, me parece que la realidad de la descomunal parafernalia que se ha promovido contra el proyecto educativo socialista no debe buscarse en que el ideario se subordine a la libertad de c¨¢tedra o no, en que el consejo escolar elija al director o est¨¦ compuesto por tales o tales miembros, en que el ministerio controle determinados aspectos en los centros que ¨¦l mismo sostenga econ¨®micamente... Todo ello es, a mi juicio, el repetido aviso, el peligroso precedente o la realidad de una inevitable p¨¦rdida de prerrogativas. Sin duda, alguien le ha visto las orejas al lobo; esto me explicar¨ªa los incesantes trompetazos de alarma y de furibunda oposici¨®n con que se crea oposici¨®n p¨²blica al proyecto de ley org¨¢nica del Derecho a la Educaci¨®n.Por lo dem¨¢s, resulta especialmente esclarecedor que los argumentos m¨¢s frecuentes que contra la LODE son esgrimidos se dirigen a preservar la libertad, pero: libertad para crear centros propios de ense?anza; libertad de los padres a elegir el lugar de estudio para sus hijos; libertad del pueblo espa?ol a que se financien centros privados. Y todos esos derechos ya vienen recogidos en la LODE (por ejemplo, art¨ªculos 4, 5,19, 21, 22, 25. . . ).
El profesor
Pero, ?cu¨¢l es la libertad del profesor? No puede hablarse exactamente de libertad para elegir el lugar de trabajo, pues, salvo que se pertenezca a una comunidad religiosa o semirreligiosa, su libertad de elegir acaba en su necesidad, de trabajar. Los sectores que rechazan la LODE han venido minusvalorando al profesor desde anta?o; le han pagado, en general, con cicater¨ªa, menos siempre que a los profesores del Estado; lo han observado, muchas veces, con reservas, porque qui¨¦n sabe, a lo mejor no era de fiar; le han impuesto un ideario al que debe someterse y han manipulado este argumento, imponiendo usos y m¨¦todos en base al esp¨ªritu del ideario... Ahora, en las diatribas contra la LODE, se exige igualar las retribuciones del personal docente con las del estatal ("la culpa de que no sea as¨ª es del Gobierno"), se insiste en la importancia del papel que debe jugar el profesorado en los consejos escolares (?domesticado?), pero de ning¨²n modo se afirma que el profesor tenga libertad para hacer lo que le compete, educar conforme a su conciencia y, en virtud de su experiencia y profesionalidad, opinar, criticar, aportar contenidos y l¨ªneas educativas.No acaban aqu¨ª mis disensiones con la campa?a anti-LODE. No deseo circunscribir mi opini¨®n a esta tema, aunque haya sido bastantes a?os miembro docente de un centro privado, lo que me permitir¨ªa hablar bastante sobre la primac¨ªa de lo ideol¨®gico sobre lo educativo.
Hay un aspecto especialmente preocupante para m¨ª: ?Cu¨¢l es la libertad del que aprende? El fin fundamental, b¨¢sico, inequ¨ªvocamente claro de la ense?anza es el alumno; a ¨¦l deben dirigirse nuestros afanes, y en torno a ¨¦l deben plantearse las discusiones. Por ello resulta incluso doloroso lo que dice en torno a este tema la patronal. En un art¨ªculo aparecido recientemente en este diario el 12 de diciembre de 1983, el padre Mart¨ªnez Fuertes, presidente de la CELE, habla de di¨¢logo, de pactos, de actividades empresariales, de ense?anza p¨²blica y privada... Hablan los opositores a la LODE de libertad para crear puestos de ense?anza, de pluralismo educativo... El mencionar, casi de paso, que el gran objetivo es la educaci¨®n de los espa?oles no parece suficiente.
Ser profesor es tratar de comprender, integrarse en la cadena educativa que acompa?a al ser humano desde que nace, valorar no s¨®lo los conocimientos adquiridos, sino tambi¨¦n el talante humano, los valores personales, la diferenciaci¨®n de las personas en raz¨®n de sus caracter¨ªsticas. Estar con los alumnos a diario nos autoriza a emitir nuestros juicios; por ello, cabe afirmar la inferior importancia de hablar de empresas educativas, de derechos de padres o de maravillosos centros de ense?anza, a referirnos a los derechos, a las libertades, a los beneficios de los alumnos. No me parece respetar la libertad la manipulaci¨®n de los estudiantes en torno a concentraciones o protestas, ni el adoctrinamiento unidireccional, ni otros comportamientos poco democr¨¢ticos.
Sin limitaciones
Creo en los valores de una ense?anza libre, es decir, en la que no haya limitaciones en cuanto a los temas apropiados a cada edad, en que se pueda leer no s¨®lo lo que la direcci¨®n restringe, en que al alumno se le haga part¨ªcipe de su responsabilidad, compa?erismo y respeto, en que la participaci¨®n no sea dirigida desde arriba, en que la cr¨ªtica y la discrepancia sean juzgados como valor ¨¦tico y formativo. Creo en una ense?anza que llegue a todos, y que tenga como fundamento la posibilidad de aprender, la posibilidad de recibir ense?anza, antes que la de elegir centro.Estos valores y deberes de la ense?anza se ven impulsados, desde mi punto de vista, en la LODE. Por encima de intereses personales deben situarse los intereses ajenos, generales, dirigidos a los receptores de la ense?anza.
Si la LODE prima los derechos de todos, me parece buena; si lo intenta, si trata de superar situaciones educativas menos justas y m¨¢s clasistas, si aporta un inter¨¦s de renovaci¨®n educativa, de pluralismo y de libertad para todos, la acepto y, de coraz¨®n, la defiendo.
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