Los asesinos argentinos, en Espa?a
A pesar de los juicios de Nuremberg y las decenas de juicios subsiguientes, el castigo de los criminales de la segunda guerra mundial tuvo otras derivaciones: eliminaci¨®n directa por vengadores individuales o cacer¨ªa de quienes se escond¨ªan para evitar ser sometidos a juicio.Los dos casos m¨¢s famosos de criminales descubiertos por personas privadas son los de Adolfo Eichmann, juzgado y ajusticiado en Israel en 1960, y Klaus Barbie, que espera juicio en la ciudad francesa de Lyon. Eichmann fue descubierto en Argentina por el famoso cazador de nazis Simon Wiesenthal. Klaus Barbie fue descubierto en Bolivia por Serge Klarsfeld y su esposa, Beatte.
No siempre es f¨¢cil llevar a juicio a un criminal mayor. De acuerdo con las estipulaciones de las Naciones Unidas, no prescriben aquellos delitos que por su magnitud son considerados cr¨ªmenes contra la humanidad. En estos casos, los criminales no tienen acceso al derecho de asilo pol¨ªtico. En los casos de los cr¨ªmenes nazis, la calificaci¨®n es n¨ªtida. No ocurre todav¨ªa lo mismo con los nuevos cr¨ªmenes aparecidos desde 1945.
Las organizaciones de derechos humanos de Argentina realizan desde hace varios a?os gestiones. ante las Naciones Unidas para la calificaci¨®n oficial de crimen contra la humanidad la desaparici¨®n forzada de personas. Tambi¨¦n lo han solicitado grupos de derechos humanos y asociaciones jur¨ªdicas de Europa, inclu¨ªda Espa?a.
De ser admitida esa solicitud, los jueces espa?oles se ver¨¢n afrontados a una tarea totalmente inesperada, ya que deber¨¢n decidir sobre el castigo o la extradici¨®n de los militares argentinos que, por centenares, se est¨¢n refugiando en Espa?a desde que Ra¨²l Alfons¨ªn asumi¨® el Gobierno argentino. Fuentes oficiosas de Buenos Aires estiman que huyeron de Argentina unos 1.200 oficiales de las fuerzas armadas en los niveles jer¨¢rquicos de mayor a general; muchos, a Uruguay y Chile, dictaduras militares todav¨ªa, siendo Espa?a la ¨²nica democracia elegida por los pr¨®fugos.
Por ser Espa?a miembro de las Naciones Unidas, los jueces espa?oles se ver¨¢n obligados a actuar de acuerdo con las prescripciones de la carta o a interpretar la carta de la ONU de acuerdo con la concepci¨®n humanitaria de la justicia espa?ola. Pero incluso si la ONU no declar¨® por ahora crimen contra la humanidad la desaparici¨®n forzada de personas, la justicia espa?ola podr¨ªa verse compelida a pronunciarse sobre los casos que se le presenten de militares argentinos acusados de cr¨ªmenes y torturas dif¨ªciles de ser amparados bajo el descargo de hecho pol¨ªtico.
La justicia de EE UU
La justicia de Estados Unidos debati¨® en los ¨²ltimos a?os dos casos similares a los de los militares argentinos que hoy se esconden en Espa?a. Uno ha sido el conocido juicio que Isabel Letelier sigui¨® al Gobierno chileno por el asesinato de su marido, Orlando Letelier, ex ministro de Salvador Allende, crimen cometido por el servicio secreto de Pinochet. En una primera instancia, el juez orden¨® el pago de una indemnizaci¨®n de casi tres millones de d¨®lares, resoluci¨®n no acatada por el Gobierno chileno con el argumento de que el juicio deber¨ªa tener lugar ante los tribunales de Chile por razones de jurisdicci¨®n. Hace un semana, el juez Morris Lasker, de Nueva York, orden¨® a la compa?¨ªa a¨¦rea Lan Chile firmar una garant¨ªa de cuatro millones de d¨®lares (la suma original m¨¢s los intereses) para cubrir el riesgo de que sus aviones se vieran confiscados y la empresa fuera declarada en quiebra.
Existe hoy una tendencia en la justicia ' de Estados Unidos a considerar inadmisibles ciertos cr¨ªmenes, especialmente la tortura, e intervenir en los casos que se le presenten, aun cuando los hechos tuvieron lugar en otros pa¨ªses.
Si viviera en Estados Unidos un ciudadano residente temporal directamente vinculado a un asesinato o torturado en Argentina, esta persona podr¨ªa iniciar juicio ante un juez de Estados Unidos contra los militares involucrados o el Ej¨¦rcito, o el Gobierno argentino.
Un caso menos conocido que el de Orlando Letelier es el de Jos¨¦ Filartiga. El joven Filartiga fue torturado por la polic¨ªa paraguaya y muri¨® a causa de las torturas. Su padre, residente en Paraguay, inici¨® juicio ante un juez de Nueva York por no considerar garant¨ªa suficiente a la corrupta justicia paraguaya. El juez admiti¨® el juicio, estimando que la tortura era un crimen condenado por pactos internacionales suscritos tanto por Estados Unidos como por Paraguay. El juez declar¨® culpable al Gobierno paraguayo y fij¨® una indemnizaci¨®n. En este momento, la sentencia est¨¢ en apelaci¨®n.
El crimen cometido por los militares argentinos -la desaparici¨®n de 30.000 personas- es equiparable, en los a?os posteriores a los cr¨ªmenes nazis, ¨²nicamente con el asesinato masivo del pueblo camboyano.
La desaparici¨®n forzada, nueva forma de genocidio inventada por las fuerzas armadas argentinas, es un tema que, llegar¨¢ pronto a los estrados judiciales espa?oles. Por ahora, los militares argentinos organizan su vida en Espa?a, compran condominios ¨ªntegros para mantenerse agrupados y ofrecen sus servicios a las dictaduras de Am¨¦rica Central.
El obispo cat¨®lico de la ciudad argentina de Viedma, monse?or Hessayne, defini¨® como crimen argentino la desaparici¨®n masiva de personas. Si este crimen quedara impune, ser¨ªa incorporado a la rutina de las dictaduras como si se tratara de una nueva tr¨¢gica tecnolog¨ªa. La justicia espa?ola -m¨¢s bien toda la opini¨®n p¨²blica- deber¨¢ tratar de que esa impunidad no quede consagrada en tierras de Espa?a.
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