Este a?o votamos todos
?ste es el a?o electoral de Occidente y, en Siria ya han tomado buena nota de ello.Es verdad que s¨®lo el pueblo norteamericano elige en noviembre de cada cuarto a?o al presidente de casi todo el mundo, lo que incluye apenas a una m¨ªnima parte de los afectados. Pero, en cambio, existen otras formas de intervenir en las elecciones norteamericanas que no pasan por la taquilla del sufragio.
Siria ya ha descubierto una f¨®rmula regalando la liberaci¨®n del piloto Goodinan al aspirante a candidato dem¨®crata, Jesse Jackson. Es cierto que m¨¢s que un voto por el pol¨ªtico negro se trata de un voto contra Reagan, lo que tambi¨¦n podr¨ªa utilizarse a sensu contrario como prueba de que la pol¨ªtica presidencial funciona por el temor que inspira a sus enemigos. La tradici¨®n de intervenir a la contra en las elecciones de Washington tiene, por a?adidura, un gran precursor en Jomeini, que con su solitario voto de los rehenes desahuci¨® a Carter de la Casa Blanca.
Los sovi¨¦ticos, que son los que m¨¢s votan en estas elecciones, debaten ahora c¨®mo expresar un sufragio que, si debe estar ya decidido contra Reagan, no queda claro de qu¨¦ manera puede modularse. Acentuar la ruptura en la pr¨®xima reuni¨®n Shultz-Gromiko igual puede reforzar al reaganismo duro que alentar la revuelta de los moderados, evocadapor Galbraith. De la misma forma, atemperar los malos humores tanto puede disgustar a los partidarios de la prepotencia norteamericana como no aportar ningun voto de la paz a un presidente demasiado previsible.
De un a?o electoral puede esperarse todo menos una presi¨®n sobre el aliado israel¨ª. Tanto puede interesar una prueba de fuerza en L¨ªbano o Nicaragua como una ofensiva de apaciguamiento si los expertos en marketing pol¨ªtico aconsejan una u otra cosa. As¨ª que hay que animarse y medianas y peque?as potencias disponerse a registrar su voto. Que no sea que luego perdamos s¨®lo por uno.
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