La rebeli¨®n de los desheredados
Como en Tunicia y en otros tantos pa¨ªses subdesarrollados, en Marruecos los desheredados y olvidados han salido de sus barrios de miseria, que los Gobiernos intentan ocultar con muros de cemento, y se han lanzado a las calles para pedir, con el ¨²nico recurso que creen que les queda, el de la violencia, pan y una oportunidad de vivir.Si el momento preciso de la revuelta siempre sorprende, en Marruecos, como en Tunicia, se esperaba el estallido. Las causas que lo motivan son complejas y, al mismo tiempo, de una extraordinaria sencillez. Desde 1970 los salarios est¨¢n congelados, mientras los precios han Subido en casi un 300%. La mitad de la fuerza de traba o est¨¢ en paro total o paro camuflado, en un pa¨ªs donde se ignora totalmente lo que es un subsidio de paro.
La crisis econ¨®mica propia y la internacional, y en el caso de Marruecos, adem¨¢s, los gastos de la guerra en el S¨¢hara y el anacronismo del sistema de gobierno, aplasta literalmente a un pueblo, que es, desde la independencia, el que soporta todas las cargas habidas y por haber, en medio de la inconsciencia de los ricos, que viven en una alegre y confiada ciudad de marfil.
La ostentaci¨®n con que se lleva la riqueza, muy t¨ªpica de los pueblos orientales, resulta ya insoportable a unas masas hambrientas, que encuentran con que no tienen ya nada que perder y, lo que es peor, aparentemente nada que esperar.
Marruecos, con una poblaci¨®n total de 21 millones de habitantes, cuenta en el presente con 9.400.000 personas que viven en la pobreza m¨¢s absoluta. Esta cifra procede del c¨¢lculo llevado a cabo, por la oposici¨®n socialista, extraordinariamente conservadora, que s¨®lo cuenta como pobres absolutos a aquellos que, individualmente considerados, no disponen de 64 pesetas diarias para su subsistencia. De ellos, 3.300.000 viven en las ciudades, y el resto, en el campo.
El 54% de la poblaci¨®n tiene menos de 15 a?os, lo cual constituye una impresionante y amenazadora bomba de tiempo de cerca de millones de marroqu¨ªes, que en los pr¨®ximos cinco a?os llegar¨¢n al mercado del trabajo sin perspectivas de ninguna clase. Ninguna soluci¨®n, ning¨²n proyecto realista pretende encarar este formidable problema, que comienza a socavar todo el edificio social marroqu¨ª y amenaza la estabilidad del r¨¦gimen.
Mientras tanto, el pa¨ªs tiene una deuda exterior de 1.000 millones de d¨®lares, cuya renegociaci¨®n, al menos en lo que concierne a la deuda privada, a¨²n est¨¢ pendiente de que el Gobierno ponga en pr¨¢ctica las medidas que, con un excelente criterio t¨¦cnico, pero con absoluto desconocimiento de las circunstancias sociales, le ha impuesto el Fondo Monetario Internacional.
Si estas medidas se aplican, como parece inevitable, los precios tendr¨¢n que subir una vez m¨¢s. Las econom¨ªas familiares -all¨¢ donde existe una econom¨ªa familiar- ya no est¨¢n en condiciones de soportar ni un aumento m¨¢s. Los empresarios, que viven aplastados por los impuestos de una Administraci¨®n ineficaz, temen que sobre ellos recaigan nuevas cargas y no invierten ni crean trabajo, como tampoco lo hace el Estado, en cuyas manos est¨¢ el 60% de la econom¨ªa marroqu¨ª porque carece de fuentes de financiaci¨®n.
El pueblo marroqu¨ª pone en tela de juicio a todos los estamentos e instituciones de la sociedad, incluida la monarqu¨ªa.
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