Cinco a?os de 'liberaci¨®n' vietnamita en Camboya
Hanoi continuar¨¢ en el pa¨ªs 'jemer' por temor a la tenaza estrat¨¦gica china
La dulce Camboya que los occidentales conocieron en los a?os sesenta ya no existe. Al derrocamiento del pr¨ªncipe Norodom Sihanuk en 1970, acci¨®n en la que Washington no estuvo nada ausente, siguieron a?os de guerra que a¨²n no han concluido. El primer lustro de este per¨ªodo desemboc¨® en la instauraci¨®n del prochino r¨¦gimen de terror de los jemeres rojos. Vietnam vio con pavor la presencia china en su flanco suroccidental y opt¨® por resolver la amenaza por la v¨ªa militar. Ahora se cumplen los cinco a?os de la instauraci¨®n por Hanoi de un r¨¦gimen amigo en Phnom Penh.
El per¨ªodo en que los jemeres rojos de Pol Pot impusieron su ley convirti¨® a Camboya -la tercera parte de la superficie de Espa?a- en un inmenso gulag, como dijera Jean Lacouture. Millones de personas fueron expulsadas de las ciudades y recluidas en campos de concentraci¨®n en un compulsivo proceso de reeducaci¨®n destinado a formar una nueva sociedad. El caos organizativo y las violentas represalias convirtieron al r¨¦gimen que derrot¨® al prooccidental Lon Nol en el exponente m¨¢ximo de lo que es un sistema genocida capaz de hacer desaparecer a un pueblo del mapa. Seg¨²n Amnist¨ªa Internacional, 300.000 personas murieron durante el imperio de los jemeres rojos.
La particular guerra civil de cuatro a?os de Pol Pot contra su propio pueblo suscit¨® el horror de la sociedad internacional, y el apoyo de que gozaban por Parte de Pek¨ªn, el desasosiego de Hanoi, que desde la visita de Richard Nixon a Mao Zedong mantiene un violento contencioso con China.
Vietnam vio en la repulsa internacional al proceso impuesto por los jemeres rojos una ocasi¨®n de oro, tanto para congraciarse con sus vecinos mediante la erradicaci¨®n de tan sangriento r¨¦gimen como para poner, fin a una situaci¨®n que consideraba excesivamente peligrosa para su seguridad, debido a la tenaza estrat¨¦gica china. En diciembre de 1978, los curtidos soldados vietnamitas invad¨ªan Camboya y el 7 de enero de 1979 entregaban la capital a Heng Samrin, el hombre de confianza de Hanoi.
La violenta d¨¦cada de los setenta hab¨ªa convertido al pa¨ªs indochino en un erial. Nada funcionaba ni hab¨ªa qu¨¦ llevarse a la boca. La presencia de Heng fue acogida con alivio por la poblaci¨®n, que escuch¨® esperanzada c¨®mo el nuevo hombre fuerte promet¨ªa una normalizaci¨®n que preve¨ªa desde la puesta en marcha del sistema productivo hasta la reanudaci¨®n de la actividad de los budistas.
Hoy d¨ªa, pocas de sus promesas se han cumplido y el pa¨ªs constituye, en medio de enormes penurias, un volc¨¢n siempre latente, en el que chocan los intereses de Occidente -representados por Estados Unidos y los seis miembros de la Asociaci¨®n de Naciones del Sureste Asi¨¢tico (ASEAN)-, los designios de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y las prevenciones de China, que ya en los tiempos del imperio del Centro ve¨ªa con malos ojos cualquier intervenci¨®n exterior en lo que fueron sus reinos tributarios del sureste asi¨¢tico.
Vietnam, que cuenta con la anuencia de la URSS, est¨¢ tan s¨®lidamente implantado en el pa¨ªs que no se peca de exageraci¨®n al afirmar que Camboya es poco m¨¢s que un protectorado de Hanoi. Los aproximadamente 180.000, soldados vietnamitas destacados en el territorio vecino se bastan y sobran para mantener a raya a las fuerzas de oposici¨®n, que, con un total de unos 43.000 hombres, hostigan permanentemente desde sus santuarios en territorio tailand¨¦s.
Alianza antinatural
La resistencia antivietnamita es una alianza antinatural -Kampuchea Democr¨¢tica-, en la que comparten plato y mantel los jemeres rojos de Jieu Samplian, los nacionalistas de Son Sann y el siempre veleta e impredecible Sihanuk, a quien corresponde el liderazgo del movimiento.La parte del le¨®n en esta conflictiva alianza, reconocida por las Naciones Unidas como el ¨²nico representante leg¨ªtimo del pueblo camboyano, corresponde a las fuerzas de Jieu Samphan, que mantiene en pie de guerra a unos 30.000 guerrilleros. Son Sann cuenta con no m¨¢s de 10.000 hombres, mientras que las fuerzas directamente dependientes de Sihanuk apenas alcanzan los 3.000 combatientes.
Hanoi no parece dispuesto a abandonar el campo, por considerar que su salida de Camboya supondr¨ªa la inmediata ca¨ªda del pa¨ªs en manos de los jemeres rojos, capaces de barrer de un plumazo a los 30.000 soldados de Heng Samrin. La amenaza de una toma del poder por los hombres de Reu Samphan es un triunfo del que hace constante uso Phnom Pehn, que cuida de mantener bien vivo en la poblaci¨®n el recuerdo de las atrocidades cometidas por los prochinos.
Los vietnamitas refuerzan ahora sus posiciones y su influencia en Camboya con la emigraci¨®n de importantes contingentes de colonos. Esta circunstancia -unida a la viet?amizaci¨®n de la Administraci¨®n y la cultura c,amboyana, denunciadas por Sihanuk- es un arma de doble filo si se tiene en cuenta la vieja rivalidad entre vietnamitas y camboyanos. De ello es consciente el r¨¦gimen de Heng Samrin, y en documentos oficiales se pide la mayor prudencia a fin de no "facilitar la guerra psicol¨®gica del enemigo para dividir a nuestros dos pueblos".
Hanoi hace o¨ªdos sordos a las peticiones de la ASEAN (Tailandia, Filipinas, Malaisia, Singapur, Indonesia y el reci¨¦n incorporado Brunei), que desde el primer momento de la invasi¨®n viene exigiendo "la retirada total de las tropas extranjeras de Camboya". Esta medida,, que en un principio se propon¨ªa como de inmediato cumplimiento, ahora se presenta como gradual, con la cesi¨®n del terreno a una fuerza multinacional de paz que garantice la celebraci¨®n de elecciones libres.
Las autoridades vietnamitas relacionan la repatriaci¨®n de sus fuerzas con "la desaparici¨®n de la amenaza china", el fin de la utilizaci¨®n de territorio tailand¨¦s como base de operaciones de Kampuchea Democr¨¢tica y, en general, con la instauraci¨®n de un sistema de seguridad para Camboya.
La situaci¨®n, pues, permanece empantanada, a pesar de que la ONU haya exigido repetidamente, y con el voto de numerosos pa¨ªses del Tercer Mundo, la evacuaci¨®n vietnamita. Los no alineados mantienen su postura salom¨®nica de la silla vac¨ªa, aunque parece irse abriendo paso la idea de exigir una salida pol¨ªtica que, de paso, sirva para acabar con uno de los principales problemas que enfrentan y dividen a la organizaci¨®n.
Sihanuk se apresta a presidir esta semana, "en alg¨²n lugar de Camboya", una reuni¨®n del Gabinete que dirige y a recibir las credenciales de algunos embajadores. La anterior recepci¨®n de embajadores se realiz¨® en territorio camboyano, a 50 metros de la frontera tailandesa.
Vietnam, por su parte, y como todos los a?os cuando llega la ¨¦poca seca, iniciar¨¢ dentro de unos d¨ªas importantes operaciones de castigo sobre los santuarios de la oposici¨®n en Tailandia.
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