A la derecha del PSOE
LA PR?XIMA convocatoria electoral en el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a servir¨¢ de criterio orientador para apreciar los eventuales cambios producidos entre los votantes a lo largo de los ¨²ltimos meses. Los socialistas se juegan en Catalu?a la posibilidad de lograr la presidencia de la Generalitat o de forzar un acuerdo de legislatura con Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU), mientras que, la apuesta del PSE-PSOE en el Pa¨ªs Vasco ser¨¢ defender los resultados obtenidos en las legislativas. Las elecciones cobran mayor significaci¨®n para las fuerzas que, a la derecha del PSOE, luchan por constituirse en opciones alternativas de Gobierno.El congreso del Partido Dem¨®crata Liberal (PDL) ha levantado los ¨²ltimos obst¨¢culos para la incorporaci¨®n de esa organizaci¨®n al Partido Reformista, promovido por Miquel Roca, brillante portavoz de Minor¨ªa Catalana en el Congreso. La interdependencia entre el partido hoy al frente de la Generalitat, y el proyecto apadrinado por Roca y Garrigues, vincula en buena medida el futuro de la nueva formaci¨®n con los ¨¦xitos o los fracasos de CiU. Se trata, en ambos casos, de crear una opci¨®n electoralmente viable y pol¨ªticamente operativa entre el PSOE y la coalici¨®n conservadora dirigida por Manuel Fraga. La ¨²nica competencia en el terreno reformista para ese proyecto es el Centro Democr¨¢tico y Social (CDS), de Adolfo Su¨¢rez. Pero las dificultades mayores para el enraizamiento electoral y organizativo de la nueva opci¨®n intermedia a la que se suma el PDL provendr¨¢n, con independencia de las relaciones entre Roca, Su¨¢rez y Garrigues, del movimiento expansivo hacia el centro emprendido tanto por los socialistas, como de la coalici¨®n de Fraga.
Para Alianza Popular, un rev¨¦s en Catalu?a y en el Pa¨ªs Vasco, aunque no resulte, en rigor, extrapolable al resto de Espa?a, podr¨ªa operar en su contra mediante dos efectos complementarios. De un lado, esos eventuales malos resultados dar¨ªan alas a los proyectos que intentan imitar en el resto de Espa?a el ejemplo de catalanes y vascos -donde fuerzas de centro rompen la bipolaridad de aliancistas y socialistas- y pretenden sustituir el factor nacionalista de CiU y el PNV por componentes ideol¨®gicos de car¨¢cter reformista. De otro lado, un tropiezo de la coalici¨®n conservadora en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco obstaculizar¨ªa los movimientos para ampliar sus filas con gentes procedentes de la extinta Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico y acentuar¨ªa las dificultades internas que comienzan a advertirse en su seno.
El conflicto de Cantabria, donde los diputados de Alianza Popular tratan de derribar al presidente de la comunidad aut¨®noma, elegido por la coalici¨®n conservadora, muestra que los nexos de uni¨®n entre la vieja guardia de Manuel Fraga y los sectores democristianos agrupados en el Partido Dem¨®crata Popular (PDP), dirigido por ?scar Alzaga, no terminan de consolidarse. Sin entrar en el fondo del asunto, cuya complejidad s¨®lo es descifrable mediante claves locales de dif¨ªcil explicaci¨®n, resultan visibles la aspereza, el encono y la dureza de los ataques entre los miembros de Coalici¨®n Popular de Cantabria, impropios de unos aliados vinculados por compromisos de gobierno y por proyectos a medio o largo plazo. La experiencia puede ser interpretada como una demostraci¨®n de que el ejercicio del poder no s¨®lo no aplaca las diferencias entre los aliados, sino que las intensifica. El recuerdo de UCD, que estall¨® como un triquitraque precisamente cuando ocupaba el Gobierno y dispon¨ªa de mayor¨ªa relativa en el Congreso y absoluta en el Senado, deber¨ªa haber servido de lecci¨®n.
En cualquier caso, el conflicto de Cantabria, que tiene como precedente la pelea librada en octubre de 1982 para la presentaci¨®n de candidaturas conjuntas en las elecciones legislativas, da argumentos para suponer que las versiones id¨ªlicas sobre las relaciones entre los socios de Coalici¨®n Popular se hallan mas cercanas a la propaganda que a la descripci¨®n veraz de los hechos.
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