El ejemplo de Hong Kong
MARGARET THATCHER acaba de hacer una declaraci¨®n sobre el tema de Hong Kong que no puede dejar de suscitar inter¨¦s en Espa?a. Ha dicho que el Reino Unido est¨¢ dispuesto a reconocer la soberan¨ªa de la Rep¨²blica Popular China sobre Hong Kong en su conjunto. Es un cambio muy serio en la actitud defendida hasta ahora por el Gobierno brit¨¢nico. Como se sabe, el territorio de Hong Kong se compone de diversas partes, con or¨ªgenes hist¨®ricos diferentes. El Reino Unido obtuvo una cesi¨®n por 99 a?os de los llamados nuevos territorios; este plazo termina en 1997. Pero, en cambio, en cuanto a la isla Victoria y la punta de la pen¨ªnsula de Kowloon, adem¨¢s de otras islas, el Reino Unido ha considerado siempre que sus t¨ªtulos de soberan¨ªa no tienen plazo y son indiscutibles. Esta actitud de siempre es la que ahora se ha modificado, al comprometerse Margaret Thatcher a la devoluci¨®n de la soberan¨ªa a China sobre la totalidad de la colonia de Hong Kong.Es muy probable que el actual giro en la posici¨®n brit¨¢nica se iniciara el pasado mes de octubre, cuando el Gobierno chino acus¨® duramente al Reino Unido de "conservar una mentalidad colonialista m¨¢s propia del siglo XIX que de los tiempos actuales" y muy poco compatible con la actual condici¨®n de China en el concierto internacional. Al mismo tiempo, el Gobierno chino adelant¨® una serie de propuestas tendentes, una vez resuelto el problema de la soberan¨ªa, a preservar en Hong Kong una situaci¨®n muy parecida a la actual. En los aspectos econ¨®micos, China est¨¢ muy interesada en que Hong Kong siga siendo uno de los principales centros financieros internacionales. En los terrenos pol¨ªtico y administrativo, China ha elaborado asimismo diversas propuestas para asegurar el autogobierno, incluso con un Parlamento propio, y garant¨ªas para los habitantes y los intereses brit¨¢nicos que permitan un m¨¢ximo de continuidad en muchos aspectos de la vida en ese territorio. Pero el Reino Unido ha tenido que reconocer que no puede conservar una soberan¨ªa que, m¨¢s all¨¢ del caso concreto de la cesi¨®n de los 99 a?os, s¨®lo se basa en el sistema colonial, que era algo aceptado en las relaciones internacionales de hace 50 o 100 a?os, pero que hoy est¨¢ borrado del mapa del mundo. Con algunas excepciones, como Hong Kong. Y Gibraltar.
Desde luego comparar Gibraltar con Hong Kong puede resultar enga?oso en muchos aspectos. Pero hay puntos a todas luces semejantes. Y durante la ¨²ltima visita a China de Fernando Mor¨¢n, uno de los temas del intercambio de informaciones fue precisamente el de las negociaciones sobre Hong Kong. En el cambio que ha hecho el Gobierno de Londres de su anterior actitud sobre Hong Kong hay por lo menos dos posiciones de principio que nos interesan mucho a los espa?oles: primero, la renuncia a la soberan¨ªa sobre unos territorios sobre los cuales los t¨ªtulos del Reino Unido son, como m¨ªnimo, tan s¨®lidos desde el punto de vista exclusivamente jur¨ªdico como los contenidos en el Tratado de Utrecht, invocado por los brit¨¢nicos para mantenerse en Gibraltar, y segundo, aceptar la devoluci¨®n de la soberan¨ªa en un caso en que no hay ninguna prueba -m¨¢s bien todo lo contrario- de que los habitantes deseen el retorno a la soberan¨ªa china. En Hong Kong, Londres ha renunciado exactamente a los dos argumentos fundamentales que est¨¢ empleando para negarse a reconocer el derecho de Espa?a a la soberan¨ªa sobre Gibraltar. Todo ello constituye una nueva prueba de que la actitud brit¨¢nica ante el contencioso gibraltare?o no s¨®lo es ¨¦ticamente insostenible, sino que carece de la m¨¢s elemental l¨®gica pol¨ªtica.
El estado de esp¨ªritu de los habitantes es, sin duda, un argumento de peso, y no cabe duda que la pol¨ªtica nefasta del franquismo, y del ministro Castiella, que inspir¨® el levantamiento de la verja que aisla al Campo de Gibraltar del Pe?¨®n, es en gran parte responsable del alejamiento de la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n llanita de cualquier proyecto de integraci¨®n en Espa?a. Nuestra pol¨ªtica democr¨¢tica necesita tener hoy como componente esencial un acercamiento a la poblaci¨®n en los terrenos cultural, educativo, sanitario..., y cu¨¢l no. Pero utilizar ese argumento para prolongar una situaci¨®n colonial ser¨ªa inaceptable. El Reino Unido lo ha reconocido en el caso de su ¨²ltima colonia en el continente asi¨¢tico. Ello debe ayudar a la diplomacia espa?ola a lograr que tenga que reconocer lo mismo con respecto a la ¨²ltima colonia de una naci¨®n europea en el propio Viejo Continente.
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