No llores por ti, Nicaragua
Las fuerzas pol¨ªticas que llegan al poder instaladas en la guerra, encuentran mucho m¨¢s arduo aprender a vivir en la paz. Los sandinistas que derrotaron al Tirano Banderas de Nicaragua, estableciendo un r¨¦gimen que gozaba del apoyo pr¨¢cticamente un¨¢nime del pueblo, est¨¢n librando ahora la batalla de la paz con una menesterosa ausencia de ideas, cayendo en todas las trampas que les tiende el pa¨ªs inventor de la doctrina Monroe, y dando todo un curso antol¨®gico de lo que no debe hacer un peque?o pa¨ªs que sale de una dictadura y quiere convencer a sus vecinos de que no tiene la pretensi¨®n de perpetuarse con otra.El inmenso error de la Junta sandinista, al anunciar la suspensi¨®n del proceso electoral como represalia por las recientes acciones de la guerrilla contrarrevolucionaria, es el de suponer que su buen comportamiento democr¨¢tico es un favor que le hace a sus todav¨ªa numerosos aliados y simpatizantes en el mundo entero. La actitud de Managua al advertir, con el moh¨ªn enfadado de los ni?os a los que los mayores no dan gusto, que queda interrumpido el proceso de apertura que debe conducir a la celebraci¨®n de elecciones democr¨¢ticas en alguna fecha de 1985 es exactamente la que desean quienes inspiran las acciones desestabilizadoras.
Los contras no hostigan al r¨¦gimen sandinista para derribarlo, cosa que saben perfectamente que no est¨¢ a su alcance, sino para que la Junta acumule los pretextos que lleven a su propia autodestrucci¨®n. Los aviones avituallados por EE UU siembran la intranquilidad en las filas revolucionarias para que Managua no pueda llevar a t¨¦rmino el proceso democr¨¢tico, y Managua, incre¨ªblemente, juega el juego como se lo ordenan desde Washington, d¨¢ndole en las narices de sus supuestas pretensiones democratizadoras a Felipe Gonz¨¢lez, Olof Palme, y Fran?ois Mitterrand. Es decir a sus matizados partidarios en el mundo occidental.
Es f¨¢cil comprender que el juego de Washington no favorece el an¨¢lisis y la reflexi¨®n en los c¨ªrculos de poder nicarang¨¹enses, pero resulta a¨²n m¨¢s fantasmag¨®rico ver al r¨¦gimen sandinista votando a favor de la Camboya de Heng Samrin -l¨ªnea, pro sovi¨¦tica- por oposici¨®n a cualquier otro r¨¦gimen Jemer al que d¨¦ su apoyo Occidente, simplemente porqu¨¦ de alguna manera hay que pagar un respaldo internacional de la URSS, que en ning¨²n caso ser¨ªa suficiente. A una Nicaragua aut¨¦nticamente no alineada no se le ha perdido nada en las grandes o peque?as querellas entre los dos bloques. El sandinismo no necesita tener pol¨ªtica internacional mientras carezca de una pol¨ªtica nacional en la que se oponga a los designios del presidente Reagan una muralla de votos limpiamente erigida. Cualquier otra cosa ser¨ªa reconocer que el sandinismo teme descubrir en el secreto del sufragio una oposici¨®n a su mandato mayor de lo que el misticismo revolucionario est¨¢ dispuesto a considerar presentable.
Razones b¨¢sicas
Este juego del s¨ª, pero con el desarrollo democr¨¢tico del r¨¦gimen s¨®lo se puede atribuir a dos series de razones b¨¢sicas. O bien el sandinismo tiene una comprensi¨®n extraordinariamente pobre de lo que son las necesidades internacionales de su propia supervivencia o, de lo contrario, es verdad lo que sus adversarios predican incesantemente. Que todo es pura fachada y que lo que el Gobierno de Managua pretende es el m¨ªnimo de apertura compatible con la futura edificaci¨®n de una dictadura a la cubana.
Si el sandinismo cree que la victoria sobre Somoza le da un derecho divino a decidir qu¨¦ entra y qu¨¦ se queda fuera del palio de la legalidad revolucionaria, se equivoca tan lamentablemente como descubrir¨¢ una vez que el presidente Reagan haya sido reelegido para otros, cuatro a?os de se?oreo en la Casa Blanca.
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