La anunciada visita a¨²n no se ha hecho realidad
Ninguna visita de Estado a Espa?a ha tenido tantos anuncios y siempre fallidos, como la de Fidel Castro. Su paso de ayer por Madrid, aun cuan do incluyera un almuerzo en la Moncloa y horas de conversaci¨®n con Felipe Gonz¨¢lez, nunca deber¨¢ ser considerado como la visita a Espa?a del l¨ªder cubano. Lo que querr¨ªa Fidel Castro, de verdad, es visitar Espa?a, conocer el pa¨ªs y, claro est¨¢, llegarse a Galicia, hasta el valle de L¨¢ncara, en Lugo, de donde procede su familia, y donde todav¨ªa viven primos y sobrinos, con los que ya ha departido m¨¢s de una vez en La Habana.
Ese viaje, que Castro imagina envuelto en un ba?o de popularidad, seguramente estuvo a punto de realizarse en 1979. Adolfo Su¨¢rez hab¨ªa estado en La Habana en septiembre del a?o anterior -la primera visita de un primer mandatario espa?ol a aquella isla desde la independencia de 1898-, y el flechazo toc¨® a a ambos estadistas. Si Su¨¢rez es el pol¨ªtico que mejor estrecha la mano, Fidel es el que mejor abraza. La corriente de simpat¨ªa personal fue inmediata y se advirti¨®, de nuevo, en agosto de 1981, cuando Su¨¢rez, ya ex presidente, aprovech¨® el encargo de Leopoldo Calvo Sotelo de representar a Espa?a en el funeral por el paname?o Omar Torrijos, para hacer una escala t¨¦cnica, dicen que sin permiso de su presidente, en el aeropuerto habanero Jos¨¦ Mart¨ª, charlar dos horas con Fidel y traerse un cargamento de Cohibas.Su¨¢rez jug¨® en aquella ¨¦poca a un claro acercamiento espa?ol a los pa¨ªses no alineados -recu¨¦rdese el abrazo a Arafat-, y la presencia de Carlos Robles Piquer en la cumbre del movimiento en La Habana, en 1979, levant¨® ronchas... internas y externas. Su¨¢rez intent¨® la visita de Castro a Espa?a y Castro intent¨® aprovechar la oportunidad. Pero al poco tiempo surgieron los sucesos de la Embajada de Per¨² en La Habana -entrada de m¨¢s de 10.000 cubanos en la sede diplom¨¢tica-, y la oportunidad fue poco a poco diluy¨¦ndose en la nada.
Otra cosa son los contactos con Felipe Gonz¨¢lez y el PSOE. Gonz¨¢lez visit¨®, al menos dos veces La Habana, c¨²ando estaba en la oposici¨®n. Otros miembros del partido tambi¨¦n se han encontrado en varias ocasiones con altos cargos cubanos. Esas entrevistas, muy posiblemente, se han mantenido tras la llegada al poder de los socialistas. Encuentros siempre secretos o, cuando menos, reservados. Son Javier Solana, en enero de 1983, y Fernando Mor¨¢n, un a?o despu¨¦s, quienes visitan oficialmente La Habana y tienen oportunidad de charlar con el primer mandatario cubano.
Pero el intercambio de visitas de ministros, espa?oles o cubanos, no es de ahora. Ya en 1974, vivo Franco, Nemesio Fern¨¢ndez Cuesta, ministro de Comercio, llegaba a Cuba para firmar un contrato para la compra de az¨²car que, despu¨¦s, a trasmano, hubo que renegociar por parte espa?ola a la vista de las excesivamente ventajosas condiciones que hab¨ªa obtenido Cuba. Y por Espa?a han pasado en varias ocasiones Carlos Rafael Rodr¨ªguez, vicepresidente cubano; Isidoro Malmierca, ministro de Relaciones Exteriores Armando Hart, ministro de Cultura, y una incontable lista de viceministros y altos cargos. Hay que recordar que Espa?a, tras la ca¨ªda de Batista y la subida al poder de Fidel Castro, en enero de 1959, mantuvo siempre relaciones diplom¨¢ticas y comerciales abiertas con la isla. Durante a?os, s¨®lo Iberia llegaba hasta La Habana y fueron buques espa?oles los que se arriesgaron a romper el bloqueo impuesto por los norteamericanos.
Est¨¢, adem¨¢s, la posible visita del Rey a la isla caribe?a. Cuba es hoy uno de los pocos pa¨ªses latinoamericanos que a¨²n no han recibido a don Juan Carlos. Quien haya tenido oportunidad de hablar con los cubanos sabe que el Gobierno de la isla estar¨ªa encantado de preparar un recibimiento multitudinario al Rey espa?ol. Se habl¨®, alguna vez, de la posibilidad de un viaje combinado Cuba-Chile, organizado desde Exteriores, que dejara sin vencedores ni vencidos a quienes gustan de decir las "dictaduras de uno u otro signo". Pero el recurso es demasiado obvio, y en La Habana no aceptan el juego. Si el Rey quiere visitar Cuba, se le espera con los brazos abiertos. Si desde el exterior se quiere ideologizar la visita, para inclinar la balanza pol¨ªtica hacia un lado, el juego exige m¨¢s-ingenio por quien quiera jugarlo contra La Habana.
La presencia de Daniel Ortega en la entrevista con Gonz¨¢lez hace suponer, sin embargo, que ha pesado m¨¢s en las conversaciones la cuesti¨®n centroamericana que las relaciones bilaterales Cuba-Espa?a. De ser as¨ª, esa siempre pospuesta visita quiz¨¢ no haya sufrido ni frenazo ni aceler¨®n tras el almuerzo de la Moncloa. Queda por ver, en cualquier caso, si Madrid contabiliza este paso fugaz de Castro como "ya cumplida" la invitaci¨®n oficial que en su d¨ªa hizo Su¨¢rez a Castro. Mientras la cuesti¨®n se dilucida, habr¨¢ que seguir hablando, de "escala t¨¦cnica" y no de "visita oficial".
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