Fern¨¢ndez Santos: "Con 'Los jinetes del alba' regreso a un tiempo no s¨¦ si borrado y perdido"
El autor de 'Los bravos' y 'Jaque a la dama' publica su ¨²ltima novela
Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos (Madrid, 1926), autor de Los bravos (1954) y Jaque a la dama (1982), entre otras novelas, present¨® ayer, en su ciudad natal, su ¨²ltima obra, Los jinetes del alba, editada por Seix Barral. Con estos Jinetes del alba, dice Fern¨¢ndez Santos, "van recuerdos de ni?o, vivencias posteriores, historias que escuch¨¦ y personajes que marcaron el curso de mis d¨ªas, de unos a?os a los que de cuando en cuando vuelvo en busca de un tiempo no s¨¦ si ganado o borrado y perdido". Entre sus veinte libros publicados figuran tambi¨¦n Extramuros y Cabrera.
La ¨²ltima novela de Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos, Los jinetes del alba, significa el regreso del autor a la tierra de su devoci¨®n, la monta?a leonesa, y redescubre temas transidos por la que ha sido su preocupaci¨®n principal como narrador: la vida cotidiana, el lenguaje, el amor.
Pregunta. Da la impresi¨®n de que su literatura no responde s¨®lo a una voluntad de contar, sino de hacer coherente lo que escribe con lo que se cuenta. ?El tema proviene m¨¢s del estilo que del propio asunto?
Respuesta. Lo que solemos entender por tema, cuando comienzo un libro, suele contar poco para m¨ª. A veces se trata de una vaga idea que, en la mayor¨ªa de las ocasiones, al final tiene poco que ver con la inicial. Es como ir devanando una madeja escondida, repleta de vivencias, invenciones, historias y gentes que poco a poco se van relacionando de un modo m¨¢s o menos consciente. A m¨ª me resulta imposible trazar esos esquemas que algunos preparan de antemano para luego acabar llen¨¢ndolos paulatinamente, como Martin du Gard en Los Thibault y su famoso fichero de nacimientos, muertes y bodas. Con todo ello sabido, ?para qu¨¦ escribirlo?
Personajes que en un principio se concibieron como secundarios van, poco a poco, ganando importancia, incluso desplazando a otros que hubieran debido ser protagonistas. En tal sentido es como si se rebelaran contra el autor, tal como anta?o se dec¨ªa y como a¨²n suele suceder en la mayor parte de las artes narrativas.
Con el estilo la historia se repite: acaba imponi¨¦ndose apenas la novela toma cuerpo, apenas el novelista comienza sus primeros cap¨ªtulos. Cuando se trata de una novela que sucede en una ¨¦poca distinta a la nuestra es preciso -al menos para m¨ª- acertar con una forma de hablar y de decir, incluso de sentir, que nos acerque a aquella en la que la acci¨®n se desarrolla sin alejarnos demasiado de la nuestra. As¨ª surgi¨® Extramuros, Cabrera o La que no tiene nombre, pero, incluso en los relatos contempor¨¢neos, el autor nunca reproduce la realidad total; el escritor, el novelista narra, crea su lengua particular, que el p¨²blico debe entender, m¨¢s all¨¢ de novedades t¨¦cnicas.
P. ?Qu¨¦ papel juegan los s¨ªmbolos en su obra, que parece hecha para trascender la vida cotidiana, aunque se sirva de ella?
R. Todo escritor consciente aspira a perdurar a trav¨¦s de su obra y, a la vez, que ¨¦sta trascienda m¨¢s all¨¢ de cualquier circunstancia: paisaje, estilo o an¨¦cdota. El acontecer cotidiano puede llegar a convertirse en s¨ªmbolo o en mito cuando el autor acierta a sacar a la luz el profundo sentido de las cosas. De ese modo la vida cotidiana perdura gracias a ¨¦l, cada d¨ªa renovada y, a la vez, distinta, como sucede con los cl¨¢sicos. Yo no trato temas eternos en versi¨®n cotidiana, sino, por el contrario, la vida, que en mis obras se acaba transformando e intenta rebasar cualquier l¨ªmite de espacio o tiempo, desde Los bravos a lo largo de 20 libros m¨¢s.
El amor y otras historias
P. Entre esos s¨ªmbolos quiza sea el del amor el que ¨²ltimamente resulta m¨¢s recurrente en su obra.
R. Como s¨¦ ha dicho tantas veces, el amor se halla siempre en el fondo de las cosas, es decir, de la vida en las grandes y peque?as historias. El amor de cualquier ¨ªndole, en especial entre mujer y hombre, surge en la vida y en el arte como raz¨®n principal, m¨¢s real cuanto m¨¢s humano, abarcando f¨®rmulas y actitudes diferentes. Quiz¨¢ por ello, resulte un t¨¦rmino tan vago capaz de abarcar a la vez las aventuras del marqu¨¦s de Sade, las travesuras de nuestro arcipreste, la sombra de Teresa de Jes¨²s, a la vez que los tratos de Melibea y Celestina.
P. Hay en toda su obra una paulatina pero persistente voluntad de estilo, de permanecer en la literatura por un modo peculiar de hacer las cosas. ?Es la suya una obsesi¨®n por permanecer?
R. Voluntad de estilo y af¨¢n de perdurar vienen a ser lo mismo. El escritor aspira a ser reconocido desde su primera p¨¢gina, a se considerado distinto de los otros incluso de los que m¨¢s admira. En un principio quiz¨¢ no sea demasiado consciente de ello: hasta puede que no exista tal diferencia; mas luego, poco a poco, si acaba creando su propio mundo, por peque?o que sea, el narrador se siente due?o y se?or de sus sue?os. Estilo y, tema como forma y fondo son t¨¦rminos siempre a la gre?a.
P. A pesar d e esa preocupaci¨®n por permanecer, por estar lo m¨¢s cerca posible del lector, parece que a usted le preocupa m¨¢s la fidelidad a un estilo que la fidelidad a un lector.
R. La verdad es que cuando se trata de algo m¨¢s que de llenar un pu?ado de cuartillas, la mayor¨ªa de los escritores escribe para s¨ª. De otro modo no se entender¨ªa en un pa¨ªs como el nuestro tal empe?o, tanto trabajo por renovar o mantener vivo el lenguaje. Luego, cuando tras mucho navegar por mares de p¨¢ginas aparecen los primeros asiduos lectores, las circunstancias no cambian demasiado.
P. Usted ha escrito dos libros despu¨¦s de haber superado una grave enfermedad; ¨¦ste es el segundo. Jaime Gil de Biedma escribi¨® una vez que ¨¦l se hab¨ªa salvado escribiendo despu¨¦s de la muerte de ¨¦l mismo. ?Sirve la literatura para luchar contra la muerte? .
R. La muerte se nos presenta a veces no como puro accidente, sino m¨¢s bien como un desaf¨ªo que es preciso aceptar de buen o de mal grado. Superarla, aplazarla al menos, supone para el narrador un libro capaz de justificar tal plazo, que nunca sabe cu¨¢nto durar¨¢, como al resto de los dem¨¢s mortales. El m¨ªo trajo hasta hoy dos novelas diferentes: Jaque a la dama y, ahora, estos Jinetes del alba, que llenaron un d¨ªa, para m¨ª y para otros, la breve pausa entre nuestras dos ¨²ltimas guerras.
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