Sondeoman¨ªa y periodismo de precisi¨®n
En abril de 1980 los pol¨ªticos nos dejaron sin sondeos preelectorales. Confundieron la propaganda con la informaci¨®n y promulgaron un decreto-ley, anticonstitucional, que impide conocer los resultados de encuestas que ahora s¨®lo circulan entre financieros, pol¨ªticos y diplom¨¢ticos.Se pueden hacer encuestas, pero no se pueden difundir. Al hombre de la calle se le puede preguntar lo que opina, pero est¨¢ prohibido informarle sobre lo que piensan sus conciudadanos: se le niega la informaci¨®n de los sondeos, pero se le castiga con la propaganda de partidos y candidatos.
Cierto que, como ha escrito Alfred Max, uno de los fundadores del Instituto Franc¨¦s de Opini¨®n P¨²blica (lFOP), "las encuestas son aviones de reconocimiento, que en ¨¦poca electoral se convierten en aviones de bombardeo". Y que proliferan investigaciones de dudosa legitimidad cient¨ªfica; encuestas del Gobierno y de la oposici¨®n; sondeos privados, que se filtran parcialmente, y falsas encuestas procedentes de institutos fantasmas. Ceremonia de la confusi¨®n que ahora pagamos todos los espa?oles con el silencio de los sondeos.
Parece rid¨ªculo pensar que una enfermedad como la sondeoman¨ªa pueda curse con el ayuno y la abstinencia de unas t¨¦cnicas de investigaci¨®n social que han sido usurpadas por quienes las utilizan como armas de guerra en batallas electorales.
Los institutos intentan defender su prestigio y credibilidad apelando a c¨®digos de ¨¦tica profesional que pocos cumplen y nadie aplica. Ahora anuncian la creaci¨®n de un tribunal para llevar a la hoguera a los sondeos que presenten "claros indicios de haber distorsionado la opini¨®n p¨²blica estudiada o puedan confundir a la sociedad con resultados inexactos o parciales".
Bienvenido sea el autocontrol de los sondeos si ello aumenta la transparencia informativa.
Sin embargo, la experiencia demuestra que esa credibilidad resulta siempre precaria en unas encuestas que, si se difunden, es porque, de alg¨²n modo, favorecen los intereses de quienes las encargan, patrocinan o financian.
Precisamente para evitar esa subordinaci¨®n a las presiones de todo cliente nacieron los mediapolis o encuestas realizadas por los medios informativos que decidieron dejar de ser simples veh¨ªculos de expresi¨®n de investigaciones ajenas para convertirse en autores de sus propias auscultaciones de la opini¨®n p¨²blica.
Philip Meyer calific¨® este movimiento como periodismo de precisi¨®n, y en 1973 public¨®, con este t¨ªtulo, un libro que estableci¨® una nueva frontera: la alianza entre periodismo y ciencias sociales.
La idea no era nueva porque, no en vano, Robert Park, fundador de la Escuela de Sociolog¨ªa de Chicago, era periodista y, como tal, ten¨ªa una conciencia muy clara de la necesidad del rigor informativo: "Lo primero que tienen que aprender los estudiantes de sociolog¨ªa", dec¨ªa en 1921, "es a observar y a registrar las observaciones; a obtener datos m¨¢s que formular opiniones. Los hechos m¨¢s importantes de que tienen que ocuparse los soci¨®logos son las opiniones; pero en tanto que los estudiantes no aprendan a tratar las opiniones como los bi¨®logos tratan los organismos, es decir, disec¨¢ndolas y definiendo el medio ante el cual reaccionan, no cabr¨¢ esperar un progreso se?alado de la ciencia sociol¨®gica".
As¨ª lo han entendido grandes organizaciones informativas norteamericanas como la CBS, The New York Times, el Washington Post o Los ?ngeles Times, que, en la actualidad, realizan sus propias encuestas de opini¨®n.
Y resulta significativo que uno de sus pioneros, Barry Sussman, fuera elegido para poner en marcha el gabinete del Washington Post tras demostrar su pericia y sagacidad como editor responsable del caso Watergate.
Ahora que en Espa?a empieza a florecer un periodismo de investigaci¨®n de gran calidad, parece llegado el momento de plantearse la pr¨¢ctica de ese otro periodismo de precisi¨®n, que puede acabar con el desprestigio de los sondeos. A los profesionales de la informaci¨®n les corresponde el rescate period¨ªstico que los salve del naufragio a que los han conducido Gobierno, partidos pol¨ªticos y propagandistas disfrazados de soci¨®logos.
es profesor y vicedecano de la facultad de Ciencias de la Informaci¨®n de la Universidad de Navarra.
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