Caracteres
Las pel¨ªculas de cine negro que sirve asiduamente TVE nos aleccionan minuciosamente sobre el valor del saber. En ellas, a los que saben -y m¨¢s si saben "demasiado"- los envenenan o los ametrallan al fin, incluso sus propios compa?eros, ante el seguro peligro que puede derivarse de su poder. Mientras el jefe de la banda principal conserva este importante puesto se le supone dotado de todo el variado arsenal de recursos para deshacerse de sus rivales. S¨®lo ante un enemigo tan singular y esquivo como el saber, la agresividad del hamp¨®n se revela ineficiente. As¨ª como frente a la violencia el ganster puede oponer la contraviolencia y ante el ataque el contraataque, no logra disponer de un contrasaber capaz de destruir al saber. S¨®lo conseguir¨¢ librarse de su asechanza matando al sabihondo. Tal es la extremosidad de la amenaza que conlleva y el padecimiento que su existencia le infiere.Como se ve, las pel¨ªculas de gran tensi¨®n son las que m¨¢s ense?an de cara a la vida. A menudo, por ejemplo, se observa que determinadas personas -sean vecinos, parientes o miembros del propio matrimonio- se comportan respecto a nosotros con un ejercicio de poder no necesariamente basado en una autoridad moral, sino en lo que se ha dado en llamar "el car¨¢cter". No parece, en esos casos, que se pueda hacer gran cosa para evitar las consecuencias. Una y otra vez el dotado de "car¨¢cter" repite el modelo de su imperio, tinta la relaci¨®n con su voluntad, rodea su ¨²ltima voz con un eco de silencio. Su deseo, al cabo, es tan temible como un arma.
El otro calla y parece que acata. Simula estar rendido, pero le queda el poder del saber. El saber sobre aqu¨¦l, a un paso de hacerle conocer esa r¨¦plica y mediante la cual puede pasar de ser mero obst¨¢culo a la de grav¨ªsimo enemigo. S¨®lo hace falta mostrar que sabe "demasiado". En este punto, el sujeto de "car¨¢cter" se trasmuta en objeto de nuestra delaci¨®n y tiende a convertirse en v¨ªctima. Es pues el momento cr¨ªtico. Llegado a esta tesitura -y tal como ense?an las pel¨ªculas- al tipo s¨®lo le queda una opci¨®n: asesinarnos. Pero menudo compromiso. No lo har¨¢, y es posible que, en gratitud, ya sin cine, optemos de nuevo nosotros por ser sus debitarios.
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