Aurelio Peccei: notas para una semblanza
La desaparici¨®n el pasado d¨ªa 14 de este mes, de Aurelio Peccei, italiano de 75 a?os, inspirador, creador y presidente del Club de Roma, ha producido consternaci¨®n en los medios nacionales e internacionales de la cultura, de la econom¨ªa, de la investigaci¨®n y de la industria. Esta p¨¦rdida ha sido particularmente sentida por el Cap¨ªtulo Espa?ol del Club de Roma, cuyo presidente, autor del presente art¨ªculo, ha enviado una carta a todos los miembros en la que explica que el mundo ha perdido no s¨®lo al l¨ªder y al amigo sino sobre todo a una de las m¨¢ximas figuras mundiales porque fue particularmente sensible a los graves problemas de la humanidad y supo ver siempre y por encima de todo un futuro con esperanza.
El mundo ha perdido una de las figuras de mayor talla humana e intelectual. Aurelio Peccei fue testimonio y luminaria de nuestro tiempo.En el seno del Club de Roma, del que fue y seguir¨¢ siendo su propia esencia, defini¨® y analiz¨® la problem¨¢tica mundial sobre cuya gravedad alert¨® constantemente, al tiempo que levant¨® la antorcha de la esperanza y del di¨¢logo para la convivencia de los hombres en paz.
Una y otra vez recorri¨® incansable todos los continentes con la universal curiosidad cient¨ªfica de un humanista convencido del inmenso potencial intelectural y moral del que el hombre dispone para superar la amenazante y compleja encrucijada actual de la humanidad.
Nos conocimos hace muchos a?os en Washington, cuando ¨¦l ya era un l¨ªder incontestable de la industria, despu¨¦s de brillantes estudios y de una formaci¨®n liberal en torno al progenitor, que ¨¦l adoraba porque le ense?¨® a "ser hombre y vivir como hombre libre". En aquel entonces ya empezaba a flaquear en ¨¦l la confianza de que el mundo ten¨ªa suficientes recursos materiales para proseguir el curso desarrollista en boga. La lucha contra el fascismo desde las filas de Giustizia e Libert¨¢, y la c¨¢rcel, donde fue torturado, le hab¨ªan hecho concluir que "se puede encadenar a las personas, pero no a las ideas".
Nos volvimos a ver en Par¨ªs, a finales de 1967, a pocos meses de sus primeros contactos con Alexander King, punto de partida de la apasionante aventura del esp¨ªritu que es el Club de Roma, "lanzado a explorar y descubrir la condici¨®n del hombre en esta ¨¦poca de su imperio global" y rebel¨¢ndose contra la ignorancia suicida de crecientes problemas globales en el mundo.
Plenitud intelectual
A la hora de elaborar las bases de una pol¨ªtica cient¨ªfica para Espa?a, uno de los muchos proyectos frustrados por las circunstancias de aquel momento, la OCDE atendi¨® mi solicitud de enviar una misi¨®n integrada precisamente por Aurelio Peccei y Alexander King como una aportaci¨®n de m¨¢xima proyecci¨®n internacional al tema. Desde entonces hasta su muerte, Aurelio Peccei fue particularmente generoso de su tiempo y de sus ideas con los much¨ªsimos amigos espa?oles de los que se hizo acreedor, siempre con ese envidiable talante, afable y sencillo, enemigo de lo ceremonioso, que subraya la sabidur¨ªa decantada de su plenitud intelectual y que se reflejaba en ese rostro vivaz, amable y, a la vez, serenamente preocupado.
De firmes convicciones democr¨¢ticas, subordin¨® su militancia pol¨ªtica a la b¨²squeda de bases amplias de convivencia frente a cualquier postura demag¨®gica. Por ello acept¨®, con realismo, la existencia de muy diversos reg¨ªmenes, aunque su coraz¨®n combativo se alegraba con cada victoria de la libertad. En 1975, en los inicios de nuestra transici¨®n pol¨ªtica, ofreci¨® su grano de arena proponiendo la cooptaci¨®n de un primer miembro espa?ol del Club de Roma y movilizando voluntades en una reuni¨®n de personalidades de muy diversas tendencias pol¨ªticas en lo que bien puede llamarse un primer consenso de l¨ªderes para la convivencia en un mundo mejor, como qued¨® plasmado en la Declaraci¨®n de Madrid.
Desde entonces, los espa?oles hemos estado siempre presentes en todos los trabajos y debates del Club de Roma, y muy particularmente Latinoam¨¦rica, que ¨¦l llam¨® "el continente de la esperanza".
Eran frecuentes sus entrevistas con los principales l¨ªderes del mundo, y desde esa perspectiva admiraba muy particularmente la figura de nuestro Rey, con quien departi¨® en varias ocasiones.
Pionero de estudios ecol¨®gicos
Apenas en diciembre del pasado a?o, y en tomo a la extraordinaria figura de Belisario Betancur, estadista de la paz y del progreso de su pueblo, celebramos en Bogot¨¢ el encuentro sobre el desarrollo en un mundo en paz. Con un cuerpo ya dolorido que ¨¦l quer¨ªa acallar por la fuerza de su esp¨ªritu, recibi¨® all¨ª el m¨¢s s¨®lido homenaje de las ideas y de la voluntad pol¨ªtica de un jefe de Estado y de dos ex presidentes, l¨ªderes de los partidos en oposici¨®n, junto a lo m¨¢s escogido de la elite de ese culto pa¨ªs hermano. All¨ª proclam¨® este pionero de estudios ecol¨®gicos que "debernos convencernos que ning¨²n desarrollo verdadero ser¨¢ posible a menos que la paz prevalezca en el mundo" y que "la paz, en el sentido ecol¨®gico, permitir¨¢ alcanzar con mayor probabilidad de ¨¦xito la paz en el sentido pol¨ªtico".
Unas horas antes de su muerte, este amigo entra?able y entusiasta, convaleciente de una operaci¨®n inesperada, quiso dictar a¨²n un texto para el acto en Basilea, al que le hab¨ªa invitado yo para que hablara la semana pr¨®xima. Fue como su testamento intelectual y la prueba suprema de su constante disponibilidad para los dem¨¢s. En su p¨¢rrafo final, despu¨¦s de valorar la informaci¨®n y el conocimiento y mostrar la insuficiencia de tales respuestas ante la magnitud y el alcance de los desarrollos de nuestro tiempo, dec¨ªa: "A un nivel m¨¢s alto disponemos empero de nuestros principios y valores, de nuestra capacidad de mutuo entendimiento, de nuestra solidaridad, de nuestra visi¨®n y responsabilidad ante la nueva era; en pocas palabras, por tanto, del marco cultural dentro del cual pensaremos y actuaremos a la hora de las grandes decisiones para ascender con el acierto o para condenamos en el fracaso".
Un hombre bueno, orgullo de nuestro tiempo, tan s¨®lo atento de los dem¨¢s, con quien hab¨ªamos compartido a lo largo y ancho del mundo tantas vivencias, ideas y esperanzas en tomo al futuro del mundo y a la condici¨®n humana, mor¨ªa en Roma el 14 de marzo, de madrugada. Luego, mientras las brumas rondaban nuestra alma y el cuerpo reclamaba reposo, el sol de su recuerdo vino a alumbrar el atardecer ante su ¨²ltima morada.
es presidente del Cap¨ªtulo Espa?ol del Club de Roma y miembro del Consejo Ejecutivo del Club de Roma Mundial.
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