Altiero Spinelli, 'profeta' del europe¨ªsmo, cree cercana la unidad pol¨ªtica de Europa
A Altiero Spinelli le han llamado siempre "el profeta de la uni¨®n europea". Desde hace m¨¢s de 40 a?os tiene una idea fija: la unidad pol¨ªtica de Europa. Los que se iban convirtiendo al ideal europe¨ªsta tuvieron que pasar siempre por su puerta, desde los socialistas de Pietro Nenni a los democristianos de Alcide de Gasperi, pasando por los comunistas de Enrico Berlinguer, con quienes se present¨® como independiente al Parlamento, Europeo en las ¨²ltimas elecciones, hace cuatro a?os. Su voluntad inquebrantable y su optimismo, que a veces fue calificado de utop¨ªa, han empezado a dar los primeros frutos concretos va que Spinelli ha sido a sus 76 a?os el promotor y el alma de la importante decisi¨®n del Parlamento Europeo que el 14 de febrero, con el 76% de los votos, ha aprobado un proyecto para convertir a la CEE en una aut¨¦ntica uni¨®n europea. Altiero Spinelli ha mantenido en Roma una larga conversaci¨®n con el corresponsal de EL PAIS.
El sue?o de Altiero Spinelli, el viejo federalista europeo, que pas¨® 16 a?os en las c¨¢rceles fascistas -sus memorias de la c¨¢rcel est¨¢n a punto de salir de imprenta con el t¨ªtulo C¨®mo intent¨¦ hacerme sabio- y que estuvo desterrado en las islas de Ponza y de Ventotene con Sandro Pertini, actual presidente de la Rep¨²blica italiana y gran amigo suyo de toda la vida, empieza a tomar cuerpo, casi como un milagro, precisamente cuando la CEE est¨¢ atravesando, parad¨®jicamente, su crisis m¨¢s profunda.
La primera impresi¨®n que causa este profeta con ojos de joven enamorado y revoltoso es la de un hombre libre y con ideas claras. En la capital no dispone de un despacho propio -utiliza unas oficinas del Partido Republicano- y en lo primero en que insiste es en su no afiliaci¨®n pol¨ªtica a ning¨²n partido: "Si he aceptado presentarme a diputado europeo en las listas del partido comunista", dice, "es porque he exigido antes mi total libertad de hacer, decir y pensar lo que quiera, como he hecho siempre en mi vida".
Spinelli hab¨ªa organizado todo para ir a combatir contra Franco durante la guerra civil espa?ola, cuando Mussolini le encerr¨® en la c¨¢rcel. "Hasta hab¨ªa estudiado espa?ol leyendo a Unamuno". Ahora, este viejo le¨®n europe¨ªsta es uno de los defensores m¨¢s intr¨¦pidos de la entrada de Espa?a en la CEE lo m¨¢s pronto posible, convencido como est¨¢ de que los espa?oles ser¨¢n fervorosos adeptos de su idea de hacer de Europa "algo menos de lo que es hoy Suiza, pero algo m¨¢s de lo que fue Estados Unidos inmediatamente despu¨¦s de la guerra de independencia".
Seg¨²n Spinelli, o se construye seriamente esta unidad europea o el proyecto Europa est¨¢ llamado a una muerte segura y con consecuencias muy graves. "No hay que olvidarse", afirma, "que Europa naci¨® como la unidad de una serie de Estados enemigos para poder convivir. entre ellos; Estados que consideraban a sus vecinos como enemigos potenciales". Por eso, seg¨²n el eurodiputado italiano, si por desgracia se derrumbase la idea de crear la unidad europea se volver¨ªa irremediablemente a las luchas intestinas de anta?o. Y subraya que no es casual el hecho de que a¨²n ahora cada vez que se habla de un problema entre pa¨ªses de la misma CEE se use la palabra guerra, como cuando se habla de la guerra del vino o de la guerra de la leche. "Incluso se llega a disparar con ca?ones franceses a unos pobres pescadores espa?oles", dice, "s¨®lo porque se han introducido en aguas ajenas".
El proyecto del Tratado de Unidad Europea, ya aprobado por el Parlamento y que ahora tendr¨¢ que ser ratificado por los diversos Gobiernos con un total de dos tercios de los votos -es decir, por seis naciones, o por siete si entraran antes Espa?a y Portugal- representar¨¢ una p¨¢gina nueva para la pol¨ªtica europea. Si se aprobara el tratado tal como ha sido presentado querr¨¢ decir que Europa gozar¨¢ de un Parlamento y de un Gobierno con los mismos poderes que hoy tienen las C¨¢maras y Gobiernos nacionales en todas aquellas cuestiones que ata?en a la Comunidad Europea en todos los ¨¢mbitos, no s¨®lo en el econ¨®mico. Europa podr¨¢ ser gobernada con leyes presentadas por dicho Gobierno europeo a la aprobaci¨®n de las C¨¢maras y no har¨¢ falta el voto un¨¢nime, sino la simple mayor¨ªa, como en todos los Parlamentos y Gobiernos del mundo libre.
El ¨²nico tema en suspenso por el momento ser¨¢ el de la defensa. Seg¨²n Spinelli, ¨¦l hubiese sido partidario de que se crease inmediatamente un ej¨¦rcito europeo, como era la vieja idea francesa, pero comprende que el tema es demasiado espinoso y que habr¨¢ que dar tiempo para que cuaje.
"El trabajo de estos meses de la presidencia del Parlamento de Estrasburgo para conseguir que pueda entrar en vigor cuanto antes el tratado ya aprobado consistir¨¢ sobre todo", dice Spinelli, "en una acci¨®n diplom¨¢tica con los Gobiernos miembros de la Comunidad para que no se opongan".
El hueso duro de roer y quien, al mismo tiempo, tiene la sart¨¦n por el mango, es Francia. Y en Francia, dice Spinelli, "todo depende en este momento de la voluntad del presidente Fran?ois Mitterrand, que tiene en sus manos el poder suficiente para darle el espaldarazo, sobre todo porque podr¨ªa resolver el asunto con un refer¨¦ndum popular, liber¨¢ndose as¨ª del engorro comunista".
El eurodiputado italiano explica que el problema es que Francia ha mostrado siempre dos almas distintas frente al problema europeo: un alma ecum¨¦nica y otra juvenil. "Curiosamente", dice Spinelli. "todo lo que ha sido un proyecto europeo ha tenido su origen en Francia, como tambi¨¦n son francesas todas las objeciones contra una Europa unida".
Francia, que siempre estuvo rota en dos pedazos desde la revoluci¨®n francesa, ha tenido simb¨®licamente dos hombres representativos de esta esquizofrenia europea: Charles De Gaulle, el nacionalista, y Jean Monet, el europe¨ªsta.
Por otra parte, dice Spinelli, no hay que olvidar que Francia ha sido el m¨¢s antiguo de los Estados-naci¨®n, "con una Administraci¨®n fort¨ªsima, que hizo tan dif¨ªcil liquidar los problemas de Argelia y de Indochina". Pero seg¨²n este profeta del europe¨ªsmo, "en Francia las cosas est¨¢n cambiando. El tab¨² se est¨¢ rompiendo y los franceses empiezan a darse cuenta de que con sus solas fuerzas no pueden hacer frente ni al problema econ¨®mico ni al de la defensa nacional.
Y si quiere tener una mayor independencia de Estados Unidos, Francia tiene que comprender que eso no ser¨¢ posible sin la uni¨®n europea". Al parecer, Mitterrand, a su paso por Roma meses atr¨¢s, ha afirmado que el proyecto del Tratado de la Unidad Europea "va por buen camino".
Otra paradoja, dice Spinelli, es el Reino Unido, que chocantemente es el pa¨ªs que da una mejor y m¨¢s exacta informaci¨®n de los problemas europeos; pero tambi¨¦n los ingleses est¨¢n divididos, y resulta curioso que sean los conservadores los m¨¢s ardientes defensores del proyecto. Seg¨²n Spinelli, Inglaterra ser¨¢ el pa¨ªs m¨¢s recalcitrante, pero con ella lo mejor ser¨¢ decir: "iremos adelante sin vosotros", y explica que esta actitud inglesa tiene tambi¨¦n sus razones hist¨®ricas, ya que cada vez que en aquel imperio se ha hablado de unificaci¨®n se ha respondido siempre que no, porque se pensaba que "detr¨¢s de la isla estaba s¨®lo ?frica".
"Pero ahora los brit¨¢nicos tienen que comprender", dice el diputado europeo italiano, "que no estamos en tiempos de Napple¨®n ni de Hitler". De cualquier modo, piensa que "realmente tanto a Francia como a Gran Breta?a no les ser¨¢ f¨¢cil asumir el concepto de federaci¨®n europea, teniendo en cuenta que se trata de dos pa¨ªses, junto con Dinamarca, donde, al rev¨¦s de Italia, Alemania Occidental o Espa?a, fue el Estado el que les hizo naci¨®n, y no viceversa, y en donde existe un sentido m¨¢s profundo de nacionalidad es m¨¢s f¨¢cil sentirse unidos en una Europa com¨²n. A los otros pa¨ªses, el fuerte sentido del Estado les crea dificultades m¨¢s graves para sentirse integrados en una Europa federal".
Por lo que se refiere a Italia, es quiz¨¢ hoy, seg¨²n Spinelli, el pa¨ªs m¨¢s profundamente convencido de esta vocaci¨®n europe¨ªsta. Todos, desde los democristianos a los socialistas, e incluso los mismos secuaces de Giorgio Almirante, los misinos neofascistas que est¨¢n buscando un puesto dentr¨® de la derecha civilizada. Y, por ¨²ltimo, los comunistas. En Italia, dice Spinelli, las dos grandes fuerzas nacionales fueron desde un principio la cat¨®lica y la socialista. Cat¨®licos y socialistas estaban contra la guerra. Y el movimiento federalista europeo durante la segunda guerra mundial se desarroll¨® sobre todo en Italia. Los primeros congresos internacionales y el primer manifiesto de Ventotene fueron organizados y promovidos por Spinelli y sus amigos.
En cuanto a los cat¨®licos, Spinelli afirma que no hay que olvidarse, para comprender su vocaci¨®n europe¨ªsta, de que los tres Estados m¨¢s importantes de Europa -Francia, Alemania e Italia- se hicieron contra la Iglesia; y cuando la ola de nacionalismo invadi¨® a todos, a finales del siglo XIX, los cat¨®licos se hallaron con los socialistas en la vanguardia del movimiento europe¨ªsta. Recuerda Spinelli que los tres grandes jefes cat¨®licos de entonces eran hombres de frontera. Maurice Schuman era un soldado alem¨¢n que despu¨¦s se hizo franc¨¦s; Alcide De Gasperi era un diputado austriaco que m¨¢s tarde se hizo italiano, y Konrad Adenauer fue un renano desconfiado de Berl¨ªn que no pod¨ªa ver a los prusianos. "Y todos los hombres de frontera", dice Spinelli, "fueron grandes nacionalistas, como Hitler, o personajes para quienes el nacionalismo contaba poco o nada".
Un a?o despu¨¦s lleg¨® la conversi¨®n tambi¨¦n para los comunistas, tras la invasi¨®n sovi¨¦tica en Checoslovaquia, y, de hecho, los comunistas italianos, tras haber roto con la URSS, han puesto sus ojos en Europa, y tambi¨¦n ellos, dice Spinelli, "me han pedido mi ayuda, hasta el punto que me han ofrecido, sin ninguna condici¨®n, ser diputado europeo en sus listas".
El viejo federalista italiano, de profeta de la utop¨ªa europea se est¨¢ convirtiendo, en rtalidad, en el verdadero l¨ªder del movimiento federalista dentro del Parlamento de Estrasburgo, donde goza de gran prestigio.
En sus ¨²ltimas intervenciones en apoyo del nuevo proyecto para crear una verdadera unidad europea ha explicado a sus colegas europeos c¨®mo ¨¦ste es el ¨²nico sistema para dejar de ser "vasallos de Estados Unidos o de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y punto de referencia del Tercer Mundo", que hoy, dice, se r¨ªa m¨¢s de la vieja Europa que de "los imperios con voluntad de dominio".
"Sin una pol¨ªtica europea seria y concreta", dice Spinelli, "Europa estar¨¢ siempre en un estado de dependencia cr¨®nica". Seg¨²n el l¨ªder federalista italiano, las pr¨®ximas elecciones europeas estar¨¢n centradas sobre este proyecto de la unidad de Europa, "para defenderlo o para combatirlo", y el nuevo Parlamento tendr¨¢ que afrontar inmediatamente este tema, que habr¨¢ protagonizado la campa?a electoral.
Y ¨¦sta ser¨¢ la gran diferencia con las elecciones anteriores, cuando "est¨¢bamos "completamente despistados y no sab¨ªamos para qu¨¦ iba a servir el nuevo Parlamento europeo". Ahora existe un proyecto y habr¨¢ que discutirlo a fondo.
Seg¨²n Spinelli, el nuevo tratado tendr¨¢ que irse realizando "paso a paso", habr¨¢ que empezar por una adecuada pol¨ªtica econ¨®mica y pol¨ªtica com¨²n.
La primera propuesta concreta podr¨ªa referirse a la defensa europea, planteando planes estrat¨¦gicos comunes, incluida la unificaci¨®n militar. Y pre¨¢mbulo indispensable de la pol¨ªtica militar ser¨¢ una pol¨ªtica exterior ¨²nica y com¨²n". El ej¨¦rcito europeo podr¨ªa materializarse dentro de un a?o o dos, empezando al principio por aceptar las fuerzas nacionales.
"Y se acabar¨¢ de una vez", aventura, "con la actual guerra econ¨®mica actual de la CEE, ya que el Parlamento y el Gobierno europeos tendr¨¢n que implantar una verdadera pol¨ªtica econ¨®mica europea, con leyes bien concretas presentadas y aprobadas por las fuerzas pol¨ªticas europeas, sin posibilidades de vetos y con un voto de simple mayor¨ªa".
?Ser¨¢ todo un sue?o?
Spinelli responde que cada vez son m¨¢s quienes, al rev¨¦s, piensan que el proyecto tiene mayores posibilidadeses y cada d¨ªa es m¨¢s imprescindible de lo que se cre¨ªa hasta ayer. Y, por supuesto, ¨¦l, personalmente, no cejar¨¢ en su empe?o por eso de que "genio y figura hasta la sepultura". A Spinelli, como lo ha demostrado toda su vida, no le faltan ni coraje, ni esperanza, ni tes¨®n para defender las ideas en las que siempre ha cre¨ªdo.
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