El 'programa doble' de ¨®pera 'Cavalleria rusticana' y 'Payasos' se repone hoy en la Zarzuela
La reposici¨®n esta noche en el teatro de la Zarzuela del m¨¢s c¨¦lebre programa doble del mundo oper¨ªstico despierta, sin duda, el inter¨¦s del aficionado. Y ello por varios motivos. Cavalleria rusticana no se representa desde 1965, pues su compa?era, Payasos, de Leoncavallo, apareci¨® en 1974 y 1979, pero del brazo de otra pareja.Por otra parte, la gran mezzo sovi¨¦tica encarnar¨¢ el personaje de Lola en la obra de Pascagni y el viejo maestro genov¨¦s Alberto Erede empu?ar¨¢ la batuta. Sin olvidar la presencia de lanfranco Cechele y Mary Carmen Hern¨¢ndez en los principales papeles de la ¨®pera de Leoncavallo.
Con Cavalleria rusticana (1890), basada en una pieza de Verga que adaptaron Targioni-Tozzetti y Menasci, consigue Pietro Mascagni (Livorno, 1863; Roma, 1945) su m¨¢s perdurable triunfo, al tiempo que hace explotar una subtendencia del operismo italiano: el llamado verismo, suerte de respuesta al naturalismo franc¨¦s en la que, a la presencia cruda del pueblo y la burgues¨ªa, con sus conflictos m¨¢s sentimentales que sociales, se a?ade la consecuente aparici¨®n de la m¨²sica y otros usos populares.
Desde el punto de vista musical, y s¨®lo muy parcialmente desde el argumental, excesivamente tocado de color local, no cabe duda de que Bizet, con Carmen, hab¨ªa sentado las bases del verismo en 1845. A Mascagni seguir¨¢ Leoncavallo con Payasos, dos a?os posterior a Cavalleria. Algunos t¨ªtulos de Puccini, Andre Chenier, de Giordano; Louise, de Charpentier; Tierra baja, de D'Albert, pueden prolongar el verismo hasta ciertas piezas de Zandonai y, si se quiere, La vida breve, de Falla, y Las golondrinas, de Usandizaga. Por lo dem¨¢s, resulta equ¨ªvoco hablar de verismo a prop¨®sito de Iris o de Turandot.
El montaje de Cavalleria y Payasos presenta, me parece, algunos problemas, al menos si ha de darse con una exacta diferenciaci¨®n de ambientes esc¨¦nicos. Jos¨¦ Osuna, quien, adem¨¢s de numerosas zarzuelas, dirigi¨® a la Caball¨¦, La Traviata y La vida breve, adem¨¢s de Amaya, de Guridi, nos dice: "No he tenido intenciones de gran renovaci¨®n, ni mucho menos deseos de epatar. He administrado el tiempo y los ensayos de que dispongo para hacer lo mejor que puedo. S¨ª trat¨¦ de diferenciar ambas ¨®peras, tan crudamente meridionales. En Cavalleria se subraya la fiesta popular como ceremonial, en medio de la cual se desarrolla la tragedia de los protagonistas. En Payasos entiendo que el ambiente que constrasta con la acci¨®n nos lo dan los pobres escenarios campesinos: la era en la que se monta el espect¨¢culo ambulante. Todo est¨¢ inundado de luz y de presencia popular; la oscuridad se esconde tan s¨®lo en las pasiones. Pensando, como pienso, que la ¨®pera es un g¨¦nero teatral, por alta que sea la calidad de la partitura, me importaba lograr una espectacularidad que contribuyera a evidenciar el contenido de cada una de las obras".
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