El favorito de las primarias dem¨®cratas es Ronald Reagan
La carrera dem¨®crata a la designaci¨®n de candidato a la Casa Blanca est¨¢ mucho menos que decidida. Un total de 3.933 delegados elegir¨¢ en la convenci¨®n del partido que se celebrar¨¢ en julio en San Francisco al oponente del presidente Reagan. Ello exigir¨¢ al vencedor el apoyo de un m¨ªnimo de 1.967 compromisarios. El ex vicepresidente Walter Mondale ya tiene 639 delegados; el senador Gary Hart, 357, y el l¨ªder negro Jesse Jackson, 79. Hoy se celebran caucuses (votaciones en grupo o a mano alzada) en Kansas y Virginia, con la atribuci¨®n de 44 y 78 delegados, respectivamente; ma?ana, los caucuses de Montana eligen a 25; el d¨ªa 27, Connecticut celebra su primaria (votaci¨®n secreta) con 60 delegados, y el 3 1, las Islas V¨ªrgenes atribuyen 6 en sus caucuses. El 3 de abril es la gran primaria de Nueva York, con 285 puestos. S¨®lo entonces podr¨ªa perfilarse el vencedor.
Cerca de una mitad del partido dem¨®crata norteamericano ha decidido con variado grado de resignaci¨®n votar por Walter Mondale en la carrera de las primariasa; la otra mitad est¨¢ decidida a que Mondale no gane esa competici¨®n. Esa segunda mitad ha estado buscando afanosamente durante las ¨²ltimas semanas un candidato que oponer, no ya al presidente Reagan en las presidenciales, sino principalmente a Mondale en el proceso previo de selecci¨®n. Una gran parte de esos votantes a la caza de un candidato es la que ha hecho brotar como un g¨¦iser la neblinosa reputaci¨®n de Gary Hart, al tiempo que de manera m¨¢s escueta ha consolidado la figura de un candidato sectorial pero decisivo: Jesse Jackson, aspirante a propietario de los votos de la minor¨ªa negra.La fenomenal estructura m¨ªticoinformativa que crea o difumina la imagen de los aspirantes a la Presidencia norteamericana ha sabido ver d¨®nde hab¨ªa material para modelar una candidatura prodigio en la apostura abrupta y contagiosa de Hart, pero lo cierto es que ha sido un amplio sector del Partido Dem¨®crata, en rigurosas l¨ªneas de segregaci¨®n racial, por un lado votando a Hart y por el otro a Jackson, el que ha impuesto su b¨²squeda espont¨¢nea a los grandes fabricantes de reputaciones pol¨ªticas.
?sa es la gran debilidad de Hart, la relativa fortaleza de Mondale, la apuesta m¨¢s modesta de Jackson y la probable fortuna del presidente Reagan, hasta ahora el ¨²nico vencedor de las primarias dem¨®cratas.
El senador por Colorado no ten¨ªa ni la m¨¢s remota esperanza al comenzar el carrusel de las primarias de hallarse donde se encuentra ahora en la carrera a la Presidencia. Su organizaci¨®n era menos que un simulacro del peque?o ej¨¦rcito de j¨®venes idealistas que convirtieron a Eugene McCarthy en 1968 en un aspirante veros¨ªmil a la designaci¨®n dem¨®crata; no digamos ya del equipo breve pero profesional que llev¨® a una estupenda derrota contra Nixon a George McGovern en 1972. Los chicos de Gary Hart no pasaban de una tropilla de scouts que tanteaban el terreno en previsi¨®n de un futuro mejor, cuando un encadenamiento de circunstancias hizo que los buscadores de votos y un joven senador que s¨®lo pretend¨ªa tomar la temperatura al electorado chocaran en una esquina.
El primer momento clave se produjo en la primaria de New Hampshire el pasado febrero; Mondale hab¨ªa ganado el caucus de Iowa con clara ventaja sobre el desconocido Hart, que, no obstante, hab¨ªa acreditado una imagen para sucesivas confrontaciones. Y, en el colmo de la suficiencia, Mondale abandon¨® el Estado tres d¨ªas antes de que los electores fueran a las urnas. Cuando esto se produc¨ªa, los votantes de New Hampshire ten¨ªan que elegir entre un favorito displicente que se hab¨ªa ausentado y una colecci¨®n de don nadies, de los que uno parec¨ªa convencido de que era alguien y, que adem¨¢s estaba all¨ª para verles depositar el sufragio. El milagro Hart no era de los que acreditan santos. Los electores quer¨ªan resarcirse de lo insignificante de la oferta electoral dem¨®crata votando contra algo, mucho m¨¢s que a favor de Hart. El segundo momento se produjo con el relanzamiento de la candidatura de Jackson en las primarias sudistas de Alabama y Georgia, brillantemente rubricado en Misisip¨ª e Illinois.
Walter Mondale puede ser todav¨ªa el candidato dem¨®crata a la Casa Blanca, no tanto por s¨ª mismo como por la evidente improvisaci¨®n que entra?a el fen¨®meno rival; Gary Hart no est¨¢ totalmente descartado si sabe crear nuevos motivos de expectaci¨®n en esta larga carrera de obst¨¢culos que son las primarias; pero, por ahora, el mejor colocado en la carrera dem¨®crata es el reverendo Jackson, que llegar¨¢ a la convenci¨®n del partido investido de una gran capacidad de negociaci¨®n con quien sea el elegido para oponerse a Reagan. Si el candidato dem¨®crata quiere la masa del voto negro, sin la cual ning¨²n aspirante de su partido puede llegar a la Presidencia, tendr¨¢ que prometer muchas cosas a Jackson. Cualquiera que sea la aritm¨¦tica, sin embargo, es Ronald Reagan quien va de favorito en unas primarias en las que no participa, atrincherado en la seguridad de tener votos propios, republicanos y de los otros, y no s¨®lo los sufragios rebotados de la resignaci¨®n, la decepci¨®n o el pacto.
Mondale es un daguerrotipo antiguo demasiado conocido; Hart podr¨ªa ser s¨®lo una pirotecnia del magnesio; Jackson, el negativo de una buena fotograf¨ªa; Reagan, una foto de estudio enmarcada con dedicatoria a todos los votantes.
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